Por Fernando
Gutiérrez - Claudio Zlotnik - Los mercados de capitales del mundo abrirán hoy
lunes con el nombre de Argentina otra vez asociado a la palabra
"default". Y el interrogante que se develará en cuestión de horas es
si el postergamiento de u$s10.000 millones en pagos para bonos bajo legislación
nacional que tendrá también un correlato de incumplimiento para la porción de
la deuda emitida bajo ley de Nueva York.
El decreto emitido
por el ministro Martín Guzmán cayó la noche del domingo como un baldazo de agua
fría para los fondos de inversión que tienen en sus portafolios los bonos de la deuda argentina. Hasta ese momento, la tesis que aparecía
con mayores probabilidades era que el gobierno argentino intentara un acuerdo
de "stand still".
En la jerga del
mercado, esto implica una pausa –de común acuerdo- en la negociación y también
en el pago, en atención a la situación extraordinaria que se vive por causa de
la pandemia de coronavirus.
Pero la nueva
jugada unilateral dejó la sensación de un cambio de estrategia por parte de
Argentina. El propio Alberto Fernández, en declaraciones periodísticas este fin
de semana, había insinuado que habría algún giro en el tema, al afirmar que el
problema de la deuda había descendido varios escalones en el ranking de
prioridades nacionales.
Y, en términos
financieros, el cambio de estrategia se vio reflejado en el hecho de que
Guzmán, contradiciendo su promesa de no efectuar tratos diferenciales entre los
diferentes tipos de acreedores, hace el anuncio de la postergación de pagos
para los inversores bajo ley argentina.
Analistas
de Wall Street que siguen el tema de cerca comentaban que esto implica una
paradoja: el no pagar a parte de los bonistas, supone que ahora Guzmán contará
con mayores recursos para pagar la otra parte de la deuda. En consecuencia, que su posición negociadora pierde
fuerza, porque su principal argumento para plantear una fuerte quita de capital
–se llegó a hablar de hasta un 70%- ya no tendría tanto sustento.
En todas sus
comunicaciones con Wall Street –y también en el documento que, a pedido suyo,
emitió el Fondo Monetario Internacional- Guzmán había planteado el principio
irrenunciable de que toda oferta debía ser económicamente sustentable. Ya en
ese documento del FMI se sugería la inminencia de un default, al reconocerse
que el país no estaba en condiciones de realizar pagos por lo menos hasta el
2023.
Tal como lo ven los
inversores, ahora la postergación de parte del pago lo deja a Guzmán ante dos
posibilidades:
1
Incumplir también los bonos bajo legislación extranjera, por la vía de un
acuerdo que implique congelar las negociaciones hasta el año próximo y buscando
que la situación no sea interpretada como default; o
2
Continuar la negociación de la quita para la deuda no alcanzada por el decreto del domingo, en cuyo
caso los fondos de inversión podrían argumentar que ahora dispone de mayores
recursos para hacer sustentable un plan de pagos y, por lo tanto, no es
aceptable una quita en los términos en que se venía especulando en el mercado.
La opinión de
algunos analistas que ven la situación desde Wall Street es que será difícil
otro camino que el de una postergación -es decir, un default técnico- también
para la parte de la deuda no emitida bajo legislación local.
De todas formas,
había anoche otra interpretación posible que se comentaba entre los
expertos: que esta medida unilateral fue forzada por el hecho de que en mayo el
cronograma indicaba un vencimiento y, ante
la certeza de que no se llegaría a un acuerdo antes de esa fecha, era mejor
forzar el reperfilamiento local, en una especie de señal de que se continuará
la negociación bajo ley extranjera.
También está,
naturalmente, la posibilidad de que este diferimento haya sido parte de un
acuerdo hecho con los fondos del exterior como una forma de garantizar que hay
voluntad de acuerdo para el pago para la deuda bajo ley Nueva York. Es una especulación que
circuló ni bien se conoció el decreto, dado que objetivamente se puede
argumentar que ahora Argentina tiene una mayor solidez financiera para hacer
creíble su capacidad de pago.
Por lo pronto, la
cotización de los títulos argentinos en la apertura de los mercados ya dará una
pauta en el sentido de si los bonistas consideran que el cambio de estrategia
debe ser considerado un default liso y llano o si todavía existe chance de
llegar a un acuerdo una vez pasada la emergencia económica derivada de la
pandemia.
Guzmán
pierde credibilidad
Mientras tanto, las
primeras reacciones a nivel local inducen a pensar que la situación del
ministro Guzmán se debilita aceleradamente ante lo que se percibe como una
pérdida de credibilidad.
De momento, entre
los analistas no hay dudas en el sentido de que la nueva situación califica,
cuando menos, como un default técnico o default selectivo.
"El martes
Guzmán le dijo a periodistas que los bonos bajo ley local iban a tener el mismo
trtamiento que los bonos bajo ley extranjera…y hoy domingo anuncian el default
de los bonos bajo ley local", apuntó en analista Juan Manuel Palacio.
En la misma línea,
el consultor Salvador Di Stefano, consideró el anuncio como "alta traición
del gobierno" y argumentó que Guzmán "claramente no decide nada,
habrá que mirar hacia otro ministro u hombre del gabinete, son un
espanto".
El economista
Gabriel Caamaño, de Estudio Ledesma, consideró que el giro discursivo
"invalida todas las conferencias de Guzmán".
En
tanto, Diego Giacomini, economista jefe de la consultora Economía &
Regiones planteó lo que a su juicio seguirá como consecuencia de este anuncio:
"1) Argentina peor desempeño macro entre 200 países en 2020, 2) Vamos
hacia inflación de 3 dígitos, 3) Desplome del PBI histórico en 2020, 4) default
que perdurará también en el próximo mandato."
No todas las
visiones son críticas, sin embargo. Para Miguel Kiguel, director de la
consultora Econviews, se trata de una decisión adecuada, "porque como
quedan pocos dólares, de alguna forma tenían que elegir qué pagar".
Desde esa visión,
podría interpretarse el cambio de estrategia como una forma de dar señal de que
primero se buscará el arreglo de la deuda bajo ley extranjera y recién después la
local." Como viene un pago importante en mayo y no van a tener arreglada
la parte de deuda extranjera, entonces lo más esperable era
postergar", observa Kiguel.
En los días previos
al anuncio de Guzmán, las agencias calificadoras de riesgo ya habían tomado
nota de la incertidumbre sobre la disposición argentina a avanzar en las
negociaciones y habían llevado la nota de la deuda a un nivel de casi default.
Por caso, el
viernes Moody’s había advertido que los inversores podrían sufrir pérdidas
superiores al 65% en una reestructuración.
"Más
importante aún, la pandemia de coronavirus, que la agencia de calificación
considera un factor social, solo agravará los desafíos económicos y
presupuestarios ya profundos que enfrenta el gobierno, lo que en última
instancia aumentará el estrés financiero y el nivel de pérdidas que
probablemente incurra el tenedores de bonos", advierte Moody’s en el
comunicado.
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