Por Salvador Di Stéfano -Texto en co-autoría con
Guillermo Rovitti, especialista en temas tributarios.
La
Argentina se ha caracterizado por ser un país que tiene una enorme presión
tributaria, y se han derramado litros de tinta al respecto, pero poco se habla
de la gran economía informal que tenemos. El ahorro de los argentinos es
mínimo, cuando en realidad todos sabemos que hay ahorro en negro y que el
activo preferido es el dólar, conocido en la plaza como informal o negro en sus
inicios, y últimamente bajo el nombre de blue, lo que le da algo más de
glamour.
Según
datos al 31 de diciembre pasado los depósitos a plazo fijo en Argentina, tanto
en pesos como en dólares, representan el 8,1% del PBI, mientras que la
totalidad de los préstamos suman el 14,7% del PBI. De esto se desprende que el
sistema financiero argentino es un pañuelito.
Según
la posición de inversión internacional, Argentina tendría en el exterior
activos por U$S 399.550 millones que representan 126,7% del PBI. Esto nos
indicaría que Argentina expulsa capitales al exterior. Somos el único país de
Latinoamérica que es acreedor, ya que los argentinos tenemos más activos fuera
del país, que los activos que los extranjeros invierten en Argentina.
Las
inversiones en cartera de argentinos en el exterior suman U$S 311.175 millones,
que equivale a 98,6% del PBI. Desde el exterior nos prestan U$S 71.692 millones
que representa el 22,7% del PBI.
En el
plano interno, la mayor parte del ahorro es informal, en dólares billetes, generalmente
guardados en caja de seguridad, colchones, huecos en pared, etc. En la
Argentina hay más de 700.000 cofres de caja de seguridad, si en cada uno hay
guardados U$S 50.000 nos daría un piso de U$S 35.000 millones, y buena parte
podría ser informal. Los argentinos podrían tener algo así como U$S 70.000
millones de dólares billetes, de los cuales en su gran mayoría serían no
declarados.
En el
blanqueo del año 2016 se pusieron arriba la mesa U$S 116.800 millones, y se
cree que quedaron en el mercado informal del exterior unos U$S 100.000
millones, y cerca de la mitad de ese monto en el mercado interno.
Durante
este distanciamiento social el gobierno logró poner en cuarentena al mercado
negro del dólar. La imposibilidad de poder acceder a las cajas de seguridad
hace que el mercado informal esté desaparecido.
La
venta cero en los negocios hace que los empresarios sufran un gran quebranto
que no pueden revertir con el dinero que generaron en el
pasado, y difícilmente puedan lograrlo cuando se restablezca la operatoria.
El
mercado hoy esta ilíquido, sin embargo, se da la paradoja de que tenemos un
exceso de ahorro en el circuito informal que no se puede aprovechar para salir
de la crisis, ya que está en negro, nunca fue declarado y si lo ponemos arriba
de la mesa y la AFIP lo detecta, los intereses y multas serían mayores que lo
que estamos poniendo y, además, podríamos quedar dentro del ámbito de la ley
penal tributaria.
En
estos casos extremos, deberíamos tomar medidas extremas, y nada mejor que una
amnistía fiscal para la reactivación productiva. De esta forma todas las
personas que tienen dinero no declarado, desde monotributistas a grandes
empresas, podrían depositar los dólares en una cuenta bancaria con un costo
impositivo de $ 0.
Si
depositan dólares, tiene la posibilidad de cambiarlo en el mercado de
capitales, en donde el dólar bolsa cerró a $ 85,96. Sin embargo, nos parecería
mucho más amigable que el propio Banco Central compre estos dólares a una
paridad equivalente al dólar turista. De esta forma el Banco Central compraría
dólares, incrementaría las reservas y pagaría $ 85,48. Solo lo haría con los
dólares que se declaren en la amnistía. Es un plus para hacer más exitosa la
amnistía
Esta
amnistía solo duraría solo 60 días, con lo cual el impacto en el ingreso de
dinero sería inmediato, y es una amnistía productiva, quien lo lleve adelante
debería aplicar estos montos a una mejora en la actividad económica.
Se
podría aplicar a:
Compra
de bienes de uso
Compra
de insumos
Compra
de bienes de cambio
Reparación
y mantenimiento de activos muebles o inmuebles
Compra
de inmuebles, rodados, terrenos, construcción y ampliación de propiedades
Pago
de sueldos
Pago
de leyes sociales
Pago
de impuestos nacionales, provinciales y municipales
Pago
de servicios de todo tipo, como gas, luz, etc.
Quienes
se adhieran a esta amnistía tienen 360 días para demostrar cómo aplicaron el
dinero a una actividad productiva o lo utilizaron para capital de trabajo de
sus empresas.
Una
medida de este tipo sería muy efectiva para reactivar la economía en lo
inmediato, ya que pondría en manos de muchos emprendedores dinero líquido para
transformar en producción, daría salida a muchas empresas con problemas y
dinamizaría el mercado interno. NO hay que soslayar que este ingreso de dinero
incrementaría la base imponible impositiva para el año 2020 y generaría mayores
ingresos fiscales a futuro.
Por
ejemplo, quien se una a la amnistía con U$S 100.000 y compre una propiedad,
tendrá que pagar los impuestos que devengue a futuro y quedara en sus activos
para que a futuro tribute bienes personales,
quien la vendió podrá preservar fuentes de trabajo, le dará liquidez a su
empresa y le permitirá seguir en marcha, lo que no es poco.
A
diciembre de 2019 el PBI se ubicaba en U$S 315.465 millones, esta amnistía
podría aportar un mínimo del 10% del PBI y te diría que no tiene un techo
claro. Si Argentina lograra inyectar entre U$S 31.547 millones en 45 días, la
salida de la cuarentena sería mucho menos traumática y morigeraría el impacto
de las cuentas públicas, la emisión monetaria y la estabilidad de nuestro tipo
de cambio, lo que tendría como consecuencia un menor efecto pobreza sobre el
conjunto de la sociedad.
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