Por Carlos Burgueño - Alberto Fernández sorprenderá en horas a su
propia tropa: con absoluto pragmatismo pedirá al Fondo Monetario Internacional
que habilite la línea de financiamiento denominada Derechos Especiales de Giro
(DEG); destinada exclusivamente para cubrir necesidades ante catástrofes
naturales o emergencias sanitarias como la que, obviamente, generó el estallido
del coronavirus.
El
Presidente tomará así una línea de crédito del FMI que se ubicaría entre los 3.000 y
3.500 millones de dólares, los que se destinarían casi exclusivamente a poder
tomar futuras decisiones económicas de sostenimiento de la economía real; como
el apoyo a la obra pública y la asistencia a las provincias. En consecuencia,
no será dinero para
pagar vencimientos de deuda; los que continuarán dependiendo de la decisión del
Jefe de Estado y las órdenes que les dé al presidente del BCRA, Miguel Pesce,
de utilizar o no las reservas. La próxima, y crucial, parada, será el pago
del los u$s1.300 millones
La
posibilidad de contar con los fondos del DEG (Special Drawing Rights, en
ingles) le fue adelantada personalmente a Fernández por la directora gerente
del organismo financiero, Kristalina Georgieva, quien le había anticipado al
argentino que desde su sillón estaba gestionando con los principales socios del
FMI, la activación masiva de estas líneas.
La
búlgara necesitaba del apoyo del G-20, lo que fue habilitado durante una
teleconferencia mundial de la que participó también la Argentina a través del
secretario de Política Económica, Haroldo Montagu. En la cumbre virtual, donde
el G-20 habló de lanzar un plan general de reactivación de la economía global
llamado “Hoja de Ruta” (por ahora un conjunto de buenas intenciones), lo cierto
es que el país consiguió lo que más buscaba; que el FMI obtuviera el visto
bueno del grupo de estados para avanzar en estas líneas de ayuda inmediata.
Ahora sólo resta que Georgieva habilite el board del Fondo, para luego comenzar
a diseñar el plan de otorgamiento del dinero según el porcentaje de acciones
que cada país tenga en el Fondo por integrarlo. Ese dinero se puede
utilizar sin restricciones, para el uso que cada estado considere conveniente,
pero dentro de la declaración de emergencia.
Como en
Argentina quedan además sin haberse ejecutado otros 1.500 millones del stand by
vigente (contabilizados dentro de las reservas del BCRA), el dinero disponible
desde el FMI para los próximos meses de crisis intra y pos coronavirus se
acercaría a los u$s5.000 millones.
Alberto
Fernández medita ahora una decisión aún más polémica que la de aceptar dinero
del FMI, en un Gobierno con protagonismo kirchnerista. Georgieva ya le
aclaró al argentino que aún quedan disponibles para el país unos u$s5.400
millones correspondientes al último, y suspendido, desembolso por el stand by
firmado por Mauricio Macri y que el Gobierno renegociará, en algún momento. Ese
dinero ya le corresponde al país por haber cerrado el acuerdo, y podría
reactivarse con una nuevo tratado negociado con el organismo. Georgieva ya le
confirmó a Fernández que está dispuesta a hablar de nuevos acuerdos, incluso en
una negociación inédita para la historia del organismo en el marco de la
batalla contra el coronavirus.
Sabe
además Fernández que tiene el aval inmediato de Europa y Estados Unidos para un
nuevo acuerdo general de postergación del pago de la deuda de 44.500 millones,
y que en el marco de la emergencia podría disponer de un especial tratamiento
para la disponibilidad del dinero. Y que hasta se podría pensar en aceptar lo
que reclama Fernández: un plazo de cuatro años sin pagar cuotas de ese dinero.
El avance o no en este segundo, y polémico paso, será decisión del presidente.
El Jefe de Estado considera, por ahora, que hay tiempo para avanzar en este
último capítulo.
|