Hace apenas una semana los
pronósticos de consultoras locales y bancos de inversión internacionales
calculaban que la economía argentina tendría una caída adicional por el
coronavirus de entre 0,5% y 1%. Las
previsiones originales antes que estallara la pandemia marcaban un rojo del PBI
de alrededor de 1,5%, con un primer semestre flojo pero recuperándose a partir
del segundo de la mano de un repunte del salario real. Pero ahora las
proyecciones se están deteriorando con una velocidad asombrosa.
En los
últimos días se conocieron varios pronósticos, uno más negativo que el otro. El Institute of Internacional Finance (IIF), entidad que agrupa a los
principales bancos del mundo, estimó que la caída podría llegar en realidad a
3,1%, Moody´s publicó
ayer que estima un derrumbe todavía mayor, del 3,9% y ya localmente la
consultora Elypsis estimó
que en realidad el derrumbe podría acercarse a 4,5%.
Claro que nadie tiene la bola de
cristal para conocer el dato más sensible en medio de esta crisis: hasta cuándo se prolongará el
aislamiento y en qué medida se retornará la actividad una vez que hayan pasado
los peores efectos de la pandemia. De eso dependerá hasta qué punto
se puede seguir o no deteriorando el nivel de actividad. Los planes anunciados
por el Gobierno buscan amortiguar los efectos de la crisis en los sectores más
vulnerables, pero de ninguna manera son suficientes para compensar el derrumbe.
Para tener una idea de
magnitudes, la caída esperada para este año prácticamente duplicaría la que se
vivió en 2019, que estuvo marcado por una inflación de casi 54% y un derrumbe
de casi 9% del salario real.
Las sombrías previsiones van de
la mano de varios factores. Por orden de importancia podrían resumirse en los
siguientes:
.
Extensión del aislamiento forzoso en la Argentina.
Ya en Casa Rosada dan por seguro que como mínimo se extenderá hasta el 12 de
abril. Pero nadie está en condiciones de confirmar que luego las restricciones
serán levantadas o al menos suavizadas, teniendo en cuenta que se aproximan los
meses más fríos. Para una economía que ya venía golpeada, el parate tiene un
tremendo impacto. Se estima que un
70% de los comercios en la Argentina permanece cerrado y por lo tanto no puede
facturar. Millones de personas se quedaron casi sin ingresos de la noche a la
mañana. Y muchos de los que son empleados del sector privado tendrán
dificultades para cobrar o directamente no les pagarán. Cada día
que pasa agranda las dificultades y presiona a una recesión mayor, sobre todo
teniendo en cuenta que la economía local depende básicamente del comportamiento
del consumo interno.
.
Impacto local de la recesión global: de
la misma manera que caen las proyecciones para la Argentina, lo mismo sucede en
el mundo. Tanto Estados Unidos como Europa entrarán en recesión y los números
del segundo trimestre serán terroríficos. Aunque el país está muy cerrado desde el punto de vista comercial,
implica una caída en el nivel de exportaciones, tanto por una merma de las
cantidades como de los precios de los productos exportables.
Si bien ingresarán menos divisas
por una posible caída del superávit comercial, al mismo tiempo se achicará a su
mínima expresión el déficit por turismo, ya que prácticamente nadie viajará en
los próximos meses. Tampoco hay mucho para alegrarse: el turismo receptivo
brillará por su ausencia, complicando a zonas enteras del país que básicamente
viven de quienes llegan desde distintos lugares del mundo a visitar la
Argentina.
. La
renegociación de la deuda sigue en un limbo: la
posibilidad de caer en default total ya era una fuerte amenaza antes de que
estallara la pandemia. Ahora los
temores recrudecieron, ya que la caída de la actividad económica y el aumento
del déficit fiscal volverán mucho más complejo efectivizar cualquier pago a los
bonistas en los próximos años. Con suerte, las negociaciones
podrían llevar varios meses pero mientras tanto obligará al Gobierno a extender
el “reperfilamiento” de vencimientos tanto en dólares como en pesos.
. El Gobierno tiene poca “espalda” para hacer frente a semejante parálisis
de la actividad: Mientras que en Europa y en Estados Unidos
aprueban paquetes de estímulo de más de 10% del PBI y en algunos casos hasta el
15%, en la Argentina hasta ahora se destinaría alrededor de 2% del Producto,
ante la dificultad de emitir pesos exageradamente. El gobierno de Donald Trump habla de un paquete de estímulo fiscal
“ilimitado” (el Congreso ya aprobó un paquete de dos billones de dólares), en
la Argentina cada peso que se destina a reforzar la economía debe ser analizado
en relación al beneficio que podría traer y las consecuencias de una expansión
monetaria excesiva. Sin embargo se trata de momentos únicos, a tal
punto que nada menos que José Luis
Espert –una de las caras del liberalismo en la Argentina- salió a
recomendar que el Banco Central emita pesos para que las empresas puedan pagar
sueldos.
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