Por Enrique Pizarro
- Ante las normativas para prevenir la propagación de la pandemia en el país,
las cuales según se prevé lograrán profundizar y extender la recesión local, el
Gobierno anunció el miércoles un paquete de medidas económicas y sociales de
contención para mitigar el impacto. Entre las medidas se destacan créditos para
pyme, quita de contribuciones patronales para los sectores más afectados,
bonificación extraordinaria para jubilados que perciben la mínima y beneficiarios
de la AUH, fiscalización de precios, entre otros.
Según el Gobierno,
estas medidas “tienen el objetivo de garantizar la producción, el trabajo y el
abastecimiento en un momento difícil para el mundo”. De acuerdo con las
estimaciones de los especialistas, dicho paquete implica cerca de dos puntos
del PIB. Sin embargo, hay objeciones en cuanto al enfoque y dudas sobre la
efectividad del mismo.
“El paquete
anunciado por el Gobierno le erra al objetivo. La mayoría de estas medidas
buscan empujar la demanda, con un mix de mayor gasto público y financiamiento
barato (y dirigido). Sin embargo, el impacto inicial del shock del coronavirus
va a venir del lado de la oferta cuando se empiecen a sentir los efectos del
‘distanciamiento social’ (por ahora limitado) y se estrese la situación
financiera de muchas empresas”, advirtió ante El
Economista Matías Carugati, Director Ejecutivo
de Seido.
Gabriel Caamaño,
director de la consultora Ledesma, coincidió en que lo que más se necesita en
este momento son medidas de alivio para la oferta, principalmente mediante la
reducción de la carga impositiva para que las empresas puedan tener mayor
oxígeno para pagar sueldos a pesar de que la productividad de los empleados sea
menor durante estas semanas.
“No es un tema de
demanda, porque a los sectores a los que se le cae la demanda, por más que se
le ponga plata en el bolsillo a la gente, no se la va a poder recuperar porque
son precisamente las medidas de prevención las que están generando la caída de
la demanda, como ocurre en el caso de restaurantes, cines, shoppings, turismo,
entre otros”, explicó Caamaño en diálogo con este medio.
“En nuestra visión,
las medidas están excesivamente orientadas a sostener la demanda, cuando lo que
se requiere es un alivio tributario mucho más significativo y generalizado”,
indicaron desde el Grupo SBS. “Las autoridades arriesgan pagar un alto costo
fiscal por un programa que podría terminar siendo inefectivo y probablemente
deberá financiarse con emisión”, advirtieron.
En ese sentido, de
acuerdo con Carugati, estas medidas pueden además traer riesgos concretos
ya que presionan el panorama fiscal (y, por ende, la negociación de la deuda
soberana) y el programa monetario, el cual ya viene estresado, entre otras
cosas, por la dominancia fiscal. En enero (último dato disponible), el
resultado fiscal primario fue deficitario por $ 3.766 millones, lo que cortó la
racha de treinta meses consecutivos con resultados positivos en cuanto a
consolidación fiscal.
“Los anuncios del
Gobierno fueron pésimos”, aseguró Mauro Mazza, de Bull Market Brokers,
a este diario. “Buena parte de la caída de ayer en bancos y bonos se deben a
esto. Lamentablemente, no tomaron las mejores medidas. Creen que el peso es
reserva internacional y que pueden ponerse a emitir dinero y crear créditos sin
consecuencias serias”, agregó Mazza, en referencia al respectivo impacto en la
inflación que tendrá la emisión para llevar adelante estas iniciativas.
“El Gobierno está
corriendo detrás del problema: no es capaz de adelantarse a los hechos”, apuntó
Mazza. “Lo relevante ahora es cómo nos recuperaremos de esta crisis, y tirando
dos puntos del PIB al sistema no calculando la pérdida fiscal, que podría ser
muy grande, es un error. Entiendo la desesperación, pero lo peor que nos
podría pasar ahora es un descontrol monetario”, remarcó.
Por su parte, en
dirección opuesta, el economista jefe de Elypsis, Martín Kalos,
considero que las medidas anunciadas por el Gobierno son razonables en este
contexto. “Hay que entender estas medidas teniendo en cuenta el poco espacio fiscal
que le queda a un Gobierno que está a la vez renegociando una deuda en su
totalidad e intentando empezar a salir de una crisis que lleva dos años sin
detenerse”, afirmó ante El Economista.
“En ese contexto,
el coronavirus obliga a cambiar un poco la política que se estaba llevando a
cabo de austeridad selectiva y a aumentar el gasto público y volcar recursos
tanto privados como públicos dirigidos en la economía. Y en ese sentido es
correcto pensar que las políticas se hayan enfocado en los sectores más
golpeados por esta crisis, como los sectores de trabajadores que van a ver
mermados sus ingresos por la menor actividad durante estas semanas o como los
jubilados, que podrían necesitar ingresos extras para afrontar posibles gastos
en salud y cuidados”, sostuvo.
No
obstante, Kalos añadió que posiblemente lo que le falta a este
paquete es sumar medidas para atender al sector monotributista, al cual se
le podría dar algún tipo de facilidad, posposición o condonación de al menos la
carga del monotributo. “Pero, en general, son medidas apropiadas para el
contexto y para complementar a la política de salud pública, que es la
prioritaria en este momento”, reiteró.
En esa misma línea,
Sergio Chouza, economista y docente de la Universidad de Avellaneda, destacó
la decisión del Gobierno. “Como dijo el Presidente, no es momento para poner
como prioridad los equilibrios fiscales, sino para garantizar la presencia del
Estado. Vía efectos multiplicadores del gasto, es posible que estas medidas
reduzcan el shock negativo sobre el PIB. Es precipitado arriesgar una magnitud,
pero no hay dudas de que hoy el principal driver que puede mover a la
macroeconomía es una posibilidad de reactivación en el mediano plazo. Sin esta
política expansiva frente al shock financiero global, se retrasarían las
perspectivas de recuperación y, con ello, se resentiría aún más la
sustentabilidad de nuestra posición financiera”, afirmó.
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