Por Pablo Wende - En una
jornada histórica para los mercados por los niveles de caída de los precios,
los activos argentinos no quedaron al margen. El derrumbe también llegó a
los bonos, con bajas que llegaron al 9% sobre todo en los papeles de corto
plazo y el riesgo país superó los 3.200 puntos. La consecuencia es que
algunas series terminaron con cotizaciones cercanas al nivel de USD 30. Son
precios que se acercan mucho a los de default:
Entre USD 25 y USD
30 es, por lo general, lo que valen los títulos en países que ya están en
cesación de pagos. La brutal caída de las paridades en el marco de una durísima
crisis financiera deja en claro cuál es el ánimo de los inversores. A esta
altura son muy pocos los inversores que creen que la negociación puede terminar
de una manera rápida y satisfactoria. Al contrario, se espera ahora más que
nunca un proceso largo y con muchas idas y vueltas, donde el contexto internacional
no ayuda en absoluto.
El ministro de
Economía, Martín Guzmán, habló ayer por primera vez de la crisis
desatada por el coronavirus y el impacto que podría tener en la deuda. Advirtió
que el Banco Central ya no tiene reservas para atender los pagos que precisa
realizar el Tesoro, pero también le hizo un guiño a los acreedores: “Todos
tenemos que ser más flexibles en el marco de esta crisis global”. Ese
concepto de “flexibilidad” apareció por primera vez en el discurso del
funcionario y se trata de un reconocimiento de cómo ha cambiado el panorama. A
principios de febrero, cuando se divulgó el cronograma para avanzar con la
renegociación de la deuda, nadie sospechaba que se venía una crisis de grandes
proporciones.
La fecha límite que
establecía aquel cronograma era el 31 de marzo, pero ya se considera
incumplible. Sin embargo, el Gobierno tendría un amplio margen para evitar
un default total. En los próximos meses vence mucha deuda en pesos, que en
el peor de los casos será reperfilada. Luego hay un vencimiento con el Club de
París en mayo, un saldo de USD 1900 millones, pero la idea sería negociar una
extensión del mismo. Y recién en octubre hay vencimientos relevantes de deuda
bajo ley extranjera.
Tres factores clave
¿De qué manera
afecta este escenario dramático desde el punto de vista sanitario y también de
la economía a nivel global la reestructuración de la deuda? Estos son algunos
puntos que en las últimas horas se mencionaba entre los bancos de Nueva York:
- El FMI y el
Tesoro norteamericano tienen el foco puesto en otro asunto, ya el problema que
tiene la Argentina con su deuda pasó a un plano muy secundario. Tanto el
organismo como la Casa Blanca tienen un importante rol para encaminar las
negociaciones. Pero lo mismo se puede decir de los grandes fondos
internacionales que poseen el grueso de los bonos argentinos. Con pérdidas
millonarias por la caída de Wall Street y de casi todas las bolsas del mundo,
hoy la atención de los inversores está puesta en otro lado.
- La crisis global
también representa un enorme peso para la Argentina, que sufrirá una recesión
aún más profunda de la que se esperaba en 2020. Por lo tanto, las
perspectivas de recuperar el crecimiento, que es el objetivo para poder volver
a pagar, se vuelven mucho más difusas. Por lo tanto, los acreedores tienen
menos incentivo para aceptar un canje agresivo, ya que no hay certeza alguna de
que el país esté en condiciones de volver a hacer frente al pago de la deuda,
aún luego de la renegociación.
- El contexto de
gran aversión al riesgo es muy negativo para sentarse a negociar. Esto se
debe a que los nuevos bonos que colocaría la Argentina cotizarán a niveles
bajos, es decir con elevadas tasas de interés. En ese caso, el cálculo sobre la
quita real que propondrá el Gobierno aumenta significativamente, lo que
complica aún más llegar a un acuerdo relativamente rápido.
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