Por Pablo Tigani
- Crisis y oportunidad para un Gobierno con visión y convicciones. La pandemia
del coronavirus finalizará un día, pero
esta circunstancia de “interés país”, no volverá. Tenemos que sumar toneladas.
Es lo que pasa hace treinta años, pese a que los productores siempre se quejan.
Ahora
no estaremos hablando de quejosos, usureros ni especuladores, nos quedaremos
analizando una propuesta que favorece los intereses nacionales y los
trabajadores argentinos. Hay vientos de cambio en el mundo. Lo sentimos por los
defensores de la lucha contra “la estatización agobiante y asfixiante”
(Martínez de Hoz) de un país que debía 7 mil millones de dólares, cuando era
tan inmoral que existía peligro de deshonrar la deuda externa. Hoy
debemos 44 veces más en 42 años. Duplicamos la deuda original por cada año que
pasó, habiendo pagado miles de millones de dólares. Existe una gran diferencia
entre ser liberal y ser torpemente egoísta.
Si la
ciencia no desafiara al consenso todavía la tierra sería plana. No se puede
quedar bien con todo el mundo. Estamos seguros que Alberto Fernández va a
pensar en los que lo votaron.
Existen
dos compañías señeras de la industria nacional en dificultades financieras
severas, ambas productoras de agro alimentos y exportadoras, con facturaciones
portentosas. No
se debería permitir que terminen en manos de bancos apremiados, para ser
revendidas a empresas multinacionales,
con las cuales las dos argentinas han competido por muchos años en forma
eficiente y exitosa. Si viviera Miguel Miranda** la clavaría en el ángulo
(Empresario y economista, primer presidente del BCRA nacionalizado).
Caso de Harvard hace dos años
Molino
Cañuelas (argentina) que nació en 1931, adquirió la operación harinera
de Cargill (multinacional). Leyó bien, la primera multinacional
exportadora de alimentos argentinos (su operación harinera), fue comprada por
argentinos y no al revés. Es el caso de Harvard: 9-518-046 del 11 de diciembre
de 2017-hace 2 años-, lo enseñamos en mi universidad a los alumnos del MBA y
por supuesto se estudia en Harvard Business School.
De Vicentin no
conocemos nada más que el problema del Banco Nación y como exporta mucho, pero
Molino Cañuelas ha crecido en forma solida y sostenida durante 90 años y
algunos lo hemos visto desde adentro, por un breve tiempo, hace 30 años. Nadie
habla mal del grupo Cañuelas ni del CEO y accionista que era brillante con
menos de 40 años. Es abastecedora de harina de trigo y alimentos industriales
del mercado interno. Exportador de harina de trigo, aceite y pellets de soja y
girasol. Desde nuestro punto de vista a principio de los noventa ya era la
mejor empresa del país. Desconociendo lo que sucedió en particular, en general
es parte del daño que infringió un sistema político financiero perverso que destruyó
la industria nacional, una vez más.
Conavirus: que el árbol no tape
el bosque
A la
crisis nacional, ahora se le sumó el coronavirus. Que el árbol no tape el
bosque.
Las
cuatro primeras exportadoras de granos, harinas y aceites son:
Cargill
(estadounidense),
A.D.M.AGRO
(estadounidense),
Bunge
(estadounidense)-lamentablemente la perdimos-,
COFCO
(China).
Hablamos
del mejor negocio que tiene el país y con mejores perspectivas a largo plazo.
Si el
Estado toma una porción de ambas empresas y hace sociedades mixtas como cuando
entró a las AFJP, en estos casos hace punta de lanza para la inducir
ingreso de dólares genuinos, mientras arbitra la influencia inflacionaria de la
cadena alimenticia. Entrar y fraccionar cualquier posición dominante, que como
en el caso de las empresas de alimentos, son clave en la mesa de los
argentinos, es vital. Si el Estado es accionista de una empresa-como en otras
partes del mundo-no necesita realizar regulaciones odiosas para el capital
privado, pero puede sentarse “como par” cuando discute. Logra orientar precios
testigos en un mercado interno complicado e indócil que no le encuentra la
vuelta.
Hoy
existen muchas razones-no me voy a extender-para intervenir en una eventual
capitalización de deuda de estas empresas alimenticias agroexportadoras. Los
dólares de exportación, aseguran cualquier inversión. Si las capturan los
bancos las van a desguazar y las van a revender a empresas multinacionales
cuyas regalías y dividendos luego se envían al exterior.
Así
los trabajadores evitarían la zozobra que angustia y conservarían sus empleos,
en medio de una crisis financiera local e internacional que los puede dejar sin
trabajo.
Para
evitar el default se necesita capitalizar la deuda bancaria y reestructurarla.
Para esto los bancos privados pueden darle plazo al Estado -se evitan
previsionar las eventuales pérdidas- con el país que le pagó aun a los fondos
buitres. Así las entidades financieras pueden asegurarse la recuperación de los
préstamos, librándose de una actividad que desconocen. De esta forma, el
gobierno de Alberto Fernández se garantiza la generación y visualización del
complejo oleaginoso y harinero, claves. Protección de la industria nacional y
el trabajo argentino. Esto implica que, además se lograría impulsar el superávit
comercial en forma inductiva vía Cancillería-país-país, evitándose los
brókeres. También pueden exportar botellas de aceite haciendo las tapitas en la
industria metalúrgica, en lugar de vender aceite a granel. No se trata de
dos empresas, se trata de dos mercados, donde puede disminuir la dependencia de
los oligopolios y las multinacionales. Gran oportunidad, puntapié inicial para
meterse y desarmar la inflación de la canasta familiar.
Este
diario dio la primicia que Molino Cañuelas cedería el 80% de su capital
accionario a los bancos acreedores a cambio de concluir el proceso de
reestructuración de deuda, y que el plan también les permitiría a las entidades
financieras contar con mandato de venta que buscarían ejecutar lo antes
posible. Por Dios, eso no tiene que suceder.
Se
pueden imaginar diferentes soluciones. Por ejemplo capitalización de
deudas del Banco de la Nación y Provincia-solución a dos puntas-
y, salvataje auto liquidable con los bancos privados que refinancien
sus deudas con cobro seguro. Salvarían miles de puestos de trabajo directos y
otros miles en forma indirecta. Pueblos enteros y aledaños viven de la
actividad de estas empresas.
Miremos a los países serios,
ellos rescatan empresas
Un
“Cramdown” tipo EE.UU., o algo parecido e ingenioso. Reestructuración de deuda
sustentable que los acreedores deben aceptar como el famoso chapter 11 de la
Ley estadounidense, donde está previsto que el acreedor puede recibir un valor
no menor al que recibiría en la liquidación, y el juez puede dar por consentida
la propuesta, mediante un acuerdo sensato y donde intervenga la parte, sin
imponer intempestivamente.
El
Estado debería realizar una propuesta para hacer viable un acuerdo preventivo
con dos empresas que en total deben a los bancos unos 2.500 millones de dólares
según la prensa. Si capitaliza deuda de la concursada implicaría la sustitución
del capital empresario cesante y no un subsidio por naufragio. Es imperioso
asegurar la continuación de la actividad de dos empresas extraordinariamente
exitosas-hasta hace solo dos años-, cuando la irrupción de la timba financiera
desbancó a las ganancias operativas, independientemente de otras
consideraciones que no son objeto de esta idea.
Un
salvataje de empresas aparecía inclusive en la Ley 24.522 de Concursos (artículo
48), y posibilitaba arribos de adquirentes del capital social, como
consecuencia de haber logrado una solución acordada con los acreedores de la
concursada. La ley preveía un sistema que determinaba una estimación potencial
del valor del capital social. Determinado el capital social, el Estado podría
ofrecer pagar a los accionistas capitalizando deuda-compensando intra sector
publico-por la transferencia del capital social, u ofrecer pagarles un importe
parcial, cualquiera fuera la proporción para evitar la catástrofe. Esto
implicaría formular una propuesta de acuerdo con los socios originarios. Si el
salvataje no existiera, las empresas enfrentarían inexorablemente la quiebra.
El actual Gobierno no podría ser funcional al plan de negocios gestado e implementado
en el periodo anterior, que destruyendo empresas nacionales fomentaba para esta
etapa, nuevas adquisiciones multinacionales.
**Miguel
Miranda era un verdadero genio. Su visión comercial, hicieron ganar a la
República, en un año, más que cincuenta años de la acción de todos sus
economistas diletantes y generalizadores de métodos y sistemas rutinarios e
intrascendentes (Juan D. Perón)
(*) Profesor de Postgrado sobre Asuntos Argentinos en la UBA. Profesor
de Maestrías en universidades privadas. Economista Jefe de FECOBA.
Conferencista y consultor internacional. Máster en Política Económica
Internacional, Doctor en Ciencia Política, Presidente de HACER www.hacer.com.ar
, autor de 6 libros.
|