Por Pablo Wende - A tres meses de haber asumido, el Gobierno
argentino se enfrenta con un escenario tremendamente desafiante. A la
recesión y estado de “virtual default” se sumaron varios episodios que le
generan a la economía serias complicaciones en el corto plazo: los efectos
negativos del coronavirus para la actividad global, la renovada disputa con el
campo y ahora la debacle del precio del barril de petróleo de más del 20%.
El peligro es que esta situación agrave la escasez de divisas que ya
sufría la Argentina y sean necesarias nuevas medidas para contener la fuga de
dólares. El sector que es candidato obviamente es el comercio exterior,
teniendo en cuenta que los importadores son los únicos que pueden acceder al
tipo de cambio oficial, hoy levemente arriba de $ 62,50. Y queda flotando un
interrogante que podría crecer si el contexto internacional no se tranquiliza:
¿alcanzará con el impuesto de 30% a la compra de dólares y uso de la tarjeta en
el exterior?
Los tres acontecimientos que recrudecieron en las últimas jornadas
(petróleo, coronavirus y paro del campo) impactan en lo inmediato en el flanco
más vulnerable que tiene hoy la Argentina: la restricción externa, es decir la
escasez de dólares. El derrumbe del petróleo genera un desafío
enorme. Por un lado complica seriamente a las ocho provincias productoras,
ya que recibirán menos recursos y podrían sufrir problemas de empleo. En
Neuquén esto podría ser más complicado por el yacimiento de Vaca Muerta, pero
en otras provincias donde se explota petróleo convencional la situación también
podría tornarse dramática.
Sin posibilidad de salir a competir a un valor del barril cercano a los
USD 30, el impacto es doble: no sólo no vendrán dólares para promover
nuevas inversiones en el sector, sino que el plan de promover las exportaciones
hidrocarburíferas quedará por ahora en una simple expresión de deseos. El
presidente Alberto Fernández había adelantado en su discurso
inaugural de sesiones ordinarias en el Congreso que se estaba trabajando en esa
dirección, pensando también en el sector minero. Ahora entró todo en una suerte
de “limbo”.
El enfoque con el que el nuevo gobierno llegó al poder era la necesidad
de fortalecer el nivel de reservas y generar los dólares necesarios para que la
Argentina no sufra nueva crisis cambiarias como ocurrió durante 2018 y
2019. El control de cambios traba la salida de divisas del país, pero aún
es necesario captar dólares frescos. En este esquema, resulta fundamental
conseguir nuevas fuentes generadoras de dólares a partir de un tipo de cambio
competitivo. Pero todo ese engranaje para conseguir mayor oferta de divisas quedó
por el momento como una idea imposible de llevar a la práctica.
El petróleo obviamente no es lo único. El duro efecto que el contagio
del coronavirus está generando en distintos países provocará un menor
crecimiento y crecen las chances de que se transforme en una recesión global.
En ese contexto, se verán afectadas las exportaciones argentinas ante una
caída de la demanda y además los menores valores de los productos que la
Argentina le vende al mundo, especialmente agrícolas.
El paro del campo que arrancó ayer tampoco ayuda. Se trata del
sector que más divisas genera a la Argentina, pero sufre un fuerte aumento de
la presión impositiva. Esto podría desalentar la producción futura y por ende
la generación de divisas relacionada a exportaciones.
En medio de devaluaciones en todos los países de la región, la presión
sobre el tipo de cambio oficial aumentó en los últimos días y el Central tuvo
que salir a vender ayer para evitar un aumento más rápido. Finalmente el peso
fue la moneda que menos cayó por esta intervención oficial y las restricciones
cambiarias.
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