Pablo Fernández Blanco -
Washington.- Operadores y especialistas de contacto frecuente con las
autoridades de la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Departamento del
Tesoro trazan una idea similar al momento de definir la estrategia que lleva
adelante la Argentina para renegociar su deuda pública y evitar el default . Creen
que el camino que tomó el equipo liderado por el ministro de Economía, Martín Guzmán , es "inusual" , la
palabra que sobresale en las conversaciones sobre el país por encima del
cuidadoso uso del lenguaje que hacen los funcionarios norteamericanos.
Aunque parezca extraño, es un punto de coincidencia con el
gobierno de Alberto Fernández . Después
de todo, el propio Guzmán reconoció en el Congreso que buscaba sentar un
precedente en esta clase de negociaciones. En caso de tener éxito, nadie le
retaceará ese mérito, que por ahora aparece como "desafiante".
La rareza del camino de la Argentina para renegociar la
deuda reside, desde la mirada de las autoridades norteamericanas, según
reconstruyó LA NACION en diversos
encuentros en esta ciudad, en que la Casa
Rosada eligió discutir a fondo con los bonistas antes que avanzar
en un nuevo acuerdo con el Fondo
Monetario Internacional (FMI) , el camino habitual en esta clase de
entuertos financieros.
La regla que siguen los países acuciados por crisis de
deuda, según sostienen en Washington, se debe a la legitimidad que le da a los
acreedores el hecho de que un organismo como el FMI esté en el medio. Les
asegura, por ejemplo, que habrá revisiones trimestrales de sus cuentas públicas
a través del denominado capítulo cuatro, algo que la Argentina aceptó aplicar,
aunque por ahora no hay precisiones sobre cuándo ocurriría eso.
En esta ciudad creen también que saben por qué Economía tomó
el camino que tomó. La respuesta es casi de sentido común: los vencimientos con
el Fondo son en el mediano plazo, mientras que los pagos a los dueños de
títulos públicos deberían ocurrir en semanas. No por común, sin embargo, la
decisión argentina es infrecuente.
Los especialistas en deuda sostienen aquí que es una jugada
arriesgada porque el Gobierno apuesta
todo a llegar a un acuerdo con los bonistas . Si eso ocurre, Guzmán
ganará el bronce. Si no, el país habrá perdido meses clave en la carrera para
evitar un default. Según el esquema que se puso Economía, al menos una parte de
esa respuesta se conocerá a fines de este mes.
El gobierno de Donald
Trump no participa de las negociaciones argentinas con el FMI, pero
se mantiene informado. La Casa Blanca tiene el voto más grande en el organismo
y despliega una política de construcción de confianza con la Argentina. Así lo
sostienen quienes estudian las relaciones económicas entre el país del Norte
con Latinoamérica, pero también quienes se dedican a analizar la política. En
ese punto, el FMI tiene una búsqueda similar al gobierno norteamericano. La
relación cercana con Mauricio Macri fue el germen de la desconfianza que les
tiene el Frente de Todos. Los primeros meses del nuevo gobierno, entonces, no
estarán tanto destinados a negociar los términos de un nuevo acuerdo por parte
del Fondo, sino a que la Casa Rosada deje de ver a ambos actores como un
enemigo.
En las condiciones actuales de la relación entre la
Argentina y el Fondo, quienes hablan con el gobierno norteamericano sostienen
que el país podría optar por dos acuerdos: una
reformulación del Stand By actual o un Extended Fund Facility (EFF) .
Este último contempla plazos de pago más extensos que el primero, pero también
reformas estructurales antipáticas para el pensamiento del Frente de Todos.
Llama la atención aquí que la Argentina aún no muestre las
cartas con respecto a qué plan económico llevará adelante. Es, consideran, el
único camino para saber si cualquier acuerdo para pagar la deuda se puede
cumplir en el tiempo.
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