Por Florencia Donovan - Sergio Massa ya piensa en las Fiestas. El
Mundial podrá retener la atención de muchos en las próximas semanas, pero en
Economía saben que al final no hará que los números de la macro cierren. La
Argentina todavía tiene que hacer deberes para cumplir con las metas fijadas en
el acuerdo con el Fondo.
Además, en el Gobierno no se animan a soslayar el desafío que cada
diciembre plantea en términos sociales. Motivos para que haya turbulencia
sobran.
En el quinto piso del Palacio de Hacienda ensayan medidas. Una vez más,
estudia Economía darle un tipo de cambio diferencial al agro para que venda
dólares hacia fin de año. “Dólar Navidad”. No solo es una cuestión de seguir
fortaleciendo las reservas del Banco Central (BCRA), sino que –sobre todo– en
el equipo de Massa empieza a preocupar el financiamiento en pesos. El ministro
se comprometió con el FMI a no seguir pidiéndole asistencia al Central, pero el
problema es que desde hace algunos días el sector privado empieza a mostrarse
más reticente a seguir financiando al Tesoro.
En septiembre, el denominado dólar soja aportó más de US$7000 millones y
sumó al fisco $434.033 millones de forma directa por derechos de exportación.
Cerca de Massa se ilusionan con que en diciembre pueda pasar algo similar. Al
menos, se estima que todavía quedan por vender unos 8 millones de toneladas de
porotos de soja, por unos US$4500 millones.
“La licitación de la semana pasada mostró poco apetito por parte del
sector privado y un financiamiento neto que estuvo demasiado alejado de lo que
necesita el equipo económico para cumplir con su programa financiero”, dijo
Adrián Yarde Buller, economista jefe de Facimex. “Además, creció el estrés
sobre la curva de pesos, y el Banco Central salió de nuevo a intervenir en el
mercado de pesos a gran escala”. Desde el 12 de octubre, estimó, el BCRA compró
bonos en pesos por más de $165.000 millones. Sin embargo, obtuvo pocos
resultados, dado que, si bien con sus intervenciones la autoridad está tratando
de sostener los precios de los bonos en pesos, todavía una Lecer a 6 meses
rinde 5% y un bono como el TX24, poco menos del 12%. “Todos niveles en los que
el Tesoro no puede salir a buscar financiamiento del mercado”, subraya.
Pero no solo hay que cumplir con el FMI. El “superministro Massa”
también probó en las últimas semanas que su título no lo exime de buscar la
aprobación del kirchnerismo, dueño de la kriptonita. Por eso, en las cuentas de
Hacienda para diciembre, además de la segunda cuota del bono para los más
necesitados, se prevé la entrega de un bono de $30.000 para los empleados del
sector público. La medida está en línea con los reclamos de Cristina Kirchner,
que también quiere que el sector privado imite al Estado con la entrega de un
bono de suma fija para fin de año. Tanto los gordos de la CGT como el
presidente Alberto Fernández vienen oponiéndose.
En el difícil contexto que debe administrar la política, no dejan de
llamar la atención algunas de las concesiones previstas en el presupuesto 2023.
Por caso, una partida de $5000 millones el año próximo para la construcción de
un nuevo canal para la hidrovía, el canal Magdalena, pero que le insumirá al
Estado en tres años un total de $44.000 millones. La obra, insistentemente
demandada por el gobierno de la provincia de Buenos Aires, viene siendo apuntalada
por medios oficialistas, que la reclaman como un “desafío soberano”. El sólo
argumento plantea al menos una revisión.
El kirchnerismo tiene una curiosa fama de hacer malos negocios en pos de
la soberanía. No más basta recordar el caso de la estatización de YPF. El
Estado no solo pagó US$5000 millones por el 51% de la empresa que estaba en
manos de Repsol –hoy el 100% de YPF vale apenas US$3110 millones–, sino que
todavía acarrea un juicio en Nueva York iniciado por la familia Eskenazi (que
luego pasó a manos del fondo Burford) que podría costarle otros US$8000
millones. Al listado de negocios abanderados por la soberanía podrían
sumárseles Aerolíneas Argentinas, Aysa o Ciccone Calcográfica; otros truncos,
como la estatización de la cerealera Vicentín, y algunos en carpeta: Autopistas
del Sol. La Panamericana es de “todes”.
“Lo raro –insiste una fuente que conoce de cerca la problemática de la
hidrovía– es que los estudios privados que se hicieron desde las cámaras que
agrupan a los usuarios de la vía navagable, como la Cámara de Puertos, dan que
no es necesaria en este momento la obra”. El argumento surge porque el canal
actual que está en uso, el canal Punta Indio, va por aguas internacionales pero
pasa frente a las costas de Montevideo. El canal Magdalena iría también por
aguas internacionales, pero pasaría frente a la costa argentina. Un capricho
soberano y caro mientras buques chinos depredan el Mar Argentino sin que el
kirchnerismo diga nada.
Precios, créditos y EE.UU.
Además de conseguir más pesos, Massa espera para diciembre terminar de
cerrar el programa de Precios Justos con las empresas. Después de amenazar con
un congelamiento, y de que el kirchnerismo duro saliera en redes sociales
escrachando a empresas que subieron precios, el secretario de Comercio, Matías
Tombolini, comenzó el miércoles por la tarde a llamar personalmente a varias
grandes compañías para volver a tender puentes, cuando hasta horas atrás
Comercio pretendía que los supermercados no aceptaran listas con aumentos
mensuales de más del 4%.
“El ritmo inflacionario condicionará ‘casi todo’ –dice el último informe
de MacroView, la consultora de Carlos Melconian y Rodolfo Santangelo–: la
expectativa devaluacionista, la brecha, la actividad, las carreras nominales
(precios versus salarios, tarifas, tasa de interés), la nominalidad fiscal y
cuasi fiscal… Para la política, la inflación también condicionará “casi todo”:
la virulencia de la interna oficialista, el futuro del ministro Massa, el clima
social en la calle, el resultado electoral, la transición y la herencia a
2024…”. La necesidad de obtener resultados rápidos en materia de precios es
evidente. El dilema dentro del Frente de Todos sigue siendo cuánto desacelerar
la economía para contener la escalada de precios.
Con la llegada de Massa, entretanto poco a poco empieza a evidenciarse
un giro en la relación de la Argentina con Estados Unidos. Si bien el gobierno
de Joe Biden parece haberse endurecido –acaba de sancionar con aranceles las
exportaciones de jugo de mosto– también da señales de querer recomponer
relaciones comerciales. La secretaria de Relaciones Internacionales, Cecilia
Todesca, está intentando reflotar el Acuerdo Marco sobre Comercio e
Inversiones (TIFA, por sus siglas en inglés) que se había firmado entre
ambos países en el marco de la visita del entonces presidente Barack Obama al
país, en marzo de 2016. En ese sentido, está previsto que el próximo 1º de
diciembre se realice en la Argentina un evento en el que participará Daniel
Watson, la máxima autoridad de la United States Trade Representative (USTR)
para el Hemisferio Occidental. Difícilmente sea una movida que vaya a contar
con el aval de Máximo Kirchner.
De todas maneras, en el gobierno de Fernández no abandonan la idea de un
protagonismo regional mayor de la Argentina de la mano del presidente electo de
Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva. El propio Massa tiene fotos con el futuro
mandatario brasileño expuestas en su despacho; el único con el que tiene dos.
También en el Instituto Patria hay quienes sueñan con un salvataje de dólares
de Brasil (a cambio de una promesa de abastecimiento futuro de gas). ¿Lo habrá
verbalizado Oscar Parrilli cuando se reunió el lunes con Marcio Pochmann,
economista muy cercano a Lula?
Economía estudia darle nuevamente un tipo de cambio diferencial al agro
El sector privado se muestra más reticente a seguir financiando al
Tesoro
En los bancos hay preocupación por la creciente exposición al sector
público
Menos crédito
Más allá de los planes oficiales, en los bancos, sin embargo, la
creciente exposición al sector público es motivo de preocupación. Más de 7 de
cada 10 pesos que entran a un banco hoy en forma de depósito terminan colocados
en Leliq. Hace algunos días, en un encuentro con el presidente del BCRA, Miguel
Pesce, los bancos extranjeros agrupados en ABA, le propusieron a la autoridad
monetaria desarrollar algún tipo de línea de crédito subsidiada para financiar,
por ejemplo, grandes proyectos de infraestructura. Lo que hasta hace algún
tiempo era para las entidades un sacrilegio, hoy se asemeja a la panacea.
Cualquier cosa con tal de fomentar en algo la alicaída demanda de crédito
privado y de poder ir reduciendo paulatinamente la exposición al sector
público. La iniciativa no demoró en sumar adeptos entre grandes bancos
nacionales.
Los números de los bancos son un fiel reflejo de la economía argentina:
cada vez hay menos crédito, más cash, y el mismo empleo privado. Así, por caso,
la cantidad de tarjetas de crédito emitidas viene cayendo de 41,5 millones en
diciembre de 2019 a 38,5 millones este año, mientras que la de débito treparon
de 48,5 millones a 68,5 millones, en igual período. La cantidad de cuentas
sueldo, en tanto, apenas varió de 9,7 millones en diciembre de 2019 a 9,8
millones, hoy. Número mata relato. ß |