Por Guillermo Idiart - SAN PABLO.– Tras una campaña traumática que
dividió como nunca en la historia reciente a Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva
logró su resurrección política y el país volverá a girar a la izquierda con su
ajustado triunfo en el ballottage de este domingo por 50,9% de los votos frente
al 49,1% del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, quien vio truncado su
sueño reeleccionista. El resultado, el más estrecho en la historia, es un fiel
reflejo de la polarización extrema en la que quedó sumergida la mayor nación
latinoamericana. “Los principales problemas pueden resolverse con diálogo y no
con fuerza bruta”, dijo anoche, en alusión a su rival. Hasta el cierre de esta
edición, el presidente Bolsonaro no se había manifestado sobre el resultado de
las elecciones.
Lula (Partido de los Trabajadores) logró plasmar en las urnas el
favoritismo que le otorgaban las encuestas, pero con una distancia mínima,
apenas superior a dos millones de votos. Para el expresidente (2003-2010) será
un muy difícil regreso al poder, con un país partido, una derecha fortalecida
en el Congreso y los gobiernos estaduales.
Además, Bolsonaro logró achicar los 5,2 puntos y 6,2 millones de votos
de ventaja que le había sacado Lula en la primera vuelta, y deja así terreno
fértil para él y sus aliados para dar batalla en los próximos cuatro años.
“La bandera verdeamarilla no le pertenece a nadie”, dijo Lula, que llamó
a “reconstruir el alma del país”. “Nuestro compromiso es terminar con el hambre
otra vez. No podemos aceptar como normal que millones no tengan que comer”,
añadió el futuro mandatario durante su discurso de victoria.
El líder de izquierda, que el 1º de enero asumirá su tercer mandato, es
el primero en alcanzar ese hito en la historia democrática del país. “Vamos a
restablecer el diálogo para luchar contra el hambre y con el Legislativo, sin
intentar cooptar, sino reconstruir la convivencia armoniosa y republicana”,
aseguró el líder del PT.
“A nadie le interesa vivir en un país dividido en permanente estado de
guerra. Este país necesita paz y unión”, agregó Lula, que dijo que Brasil está
de vuelta en la escena internacional.
El líder del Partido de los Trabajadores agradeció el apoyo de los
electores y de un “inmenso movimiento democrático” surgido en pos de un
gobierno con “compromiso civilizatorio y de ciudadanía”, al tiempo que hizo
referencia al respaldo que le brindó la excandidata presidencial centrista
Simone Tebet.
En este contexto y en clara diferencia con Jair Bolsonaro, Lula prometió
“retomar el monitoreo de la Amazonia y promover el desarrollo sustentable”.
“Estamos abiertos a la cooperación internacional para preservar a la Amazonia”,
dijo.
Una de las mayores dudas sobre el proceso electoral era la reacción que
tendría Bolsonaro (Partido Liberal) ante una derrota ajustada y si podría pedir
una impugnación con denuncias de fraude, aunque en una de sus últimas
intervenciones públicas dijo que quien obtuviera más votos “se llevará la
elección”. Solo una vez se registró un pedido de impugnación electoral en
Brasil. Fue en 2014, cuando el candidato Aécio Neves (PSDB) pidió ante el
Tribunal Superior Electoral (TSE) un nuevo recuento tras su derrota por 3,2
puntos en el ballottage ante Dilma Rousseff (PT). Pero el reclamo se disolvió
rápidamente, tras perder el respaldo de su propio partido, y fue desestimada
por los jueces. Esa había sido la elección más ajustada de Brasil hasta la de
ayer.
Hasta anoche, el prsidente continuaba en silencio.
Minutos después de que las autoridades electorales validaran la victoria
de histórico líder del PT, el presidente norteamericano, Joe Biden, por medio
de un comunicado felicitó a Lula y destacó la transparencia del proceso
electoral.
“Envío mis felicitaciones a Luiz Inacio Lula da Silva por su elección
para ser el próximo presidente de Brasil tras elecciones libres, justas y
creíbles. Espero que trabajemos juntos para proseguir la cooperación entre
nuestros dos países en los próximos meses y años”, consignaba el texto de la
Casa Blanca (ver página 10).
El resultado del ballottage fue seguido con máxima atención por los
gobiernos de América Latina, sobre todo ante la alta expectativa de los líderes
de izquierda –entre ellos, Alberto Fernández– que esperaban un triunfo de Lula
para volver a estrechar lazos con Brasil, luego de una gestión bolsonarista que
lo distanció de la región y el Mercosur. Pero el escaso margen de distancia tal
vez deje al líder del PT muy enfocado en el escenario interno, que se prevé muy
combativo por parte de la oposición.
“Felicitaciones Lula Oficial! Tu victoria abre un nuevo tiempo para la
historia de América Latina. Un tiempo de esperanza y de futuro que empieza hoy
mismo’’, tuiteó el mandatario argentino.
Su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, festejó el triunfo de Lula
da Silva, del izquierdista Partido de los Trabajadores, y pronosticó que bajó
su mandato “habrá igualdad y humanismo”.
“Ganó Lula, bendito pueblo de Brasil”, señaló López Obrador, a través de
las redes sociales en un mensaje que incluyó una fotografía del candidato
vencedor cuando lo visitó en México en su oficina de Palacio Nacional.
Tras votar ayer por la mañana en São Bernardo do Campo, en las afueras
de San Pablo, Lula se refirió al papel regional de Brasil. “Estamos cansados de
ser una región pobre. Brasil debe tener la generosidad para juntar a todos.
Necesitamos que América Latina sea un bloque fuerte”, dijo.
Euforia
El éxito de Lula desató la euforia de sus simpatizantes en el centro de
San Pablo, donde miles de personas se concentraron desde en la Avenida Paulista
a la espera de los resultados, muy cerca del hotel donde el exmandatario siguió
el conteo. A medida que el expresidente consolidaba su ventaja, se
multiplicaron los cánticos, los bocinazos, fuegos de artificio y los gritos de
euforia. “¡Olé, olé, olé, olá, Lula, Lula!”, gritaban. Se esperaba que anoche
hubiera una multitudinaria “fiesta de la victoria” de los simpatizantes del PT.
Lula, de 77 años, asumirá la presidencia el 1º de enero próximo, a 12
años del final de sus primeros mandatos (2003-2010), lapso en el que pasó 580
días en prisión por una causa de corrupción que lo dejó fuera de la carrera en
los comicios de 2018, ganados por Bolsonaro.
La principal bandera de Lula en la campaña fue la promesa de repetir los
logros de la primera década del siglo, pero los expertos advierten por las
deudas sociales urgentes de Brasil, con una pobreza extrema que creció en los
últimos años, y una economía que se desacelerará el año próximo.
“Estoy ilusionada con el regreso de Lula. Creo que él es el único que
puede volver a poner a Brasil de pie”, dijo a Amanda Nunes, la nacion que votó
por el exmandatario en San Pablo.
El presidente electo había prometido anteayer “pacificar el país”, luego
de una agresiva campaña electoral que mostró ataques permanentes entre los
candidatos, debates ásperos, un aumento de la violencia política, una fuerte
disputa en las redes sociales –plagadas de fake news- y una radicalización de
las bases más duras, sobre todo de Bolsonaro.
“El de Lula será un gobierno débil”, señaló Brian Winter, redactor en
jefe de Americas Quarterly. “En Brasil resurgió un movimiento conservador muy
fuerte” que se identifica con Bolsonaro, añadió. En San Pablo, otra de las
grandes batallas del día electoral, por ser el estado más poblado del país, el
aliado de Bolsonaro, Tarcisio de Freitas (Republicanos,) se impuso a Haddad
(PT), un triunfo clave para el futuro del bolsonarismo.
El líder ultraderechista –que se convirtió en el primer presidente
brasileño que se presenta como candidato y no logra la reelección-había hecho
una apuesta muy fuerte a la ayuda social con el plan Auxilio Brasil y a las
mejoras en diversos indicadores económicos (como la inflación, el crecimiento y
el empleo) para revertir la ventaja de Lula, pero si bien le sirvió para
mejorar su desempeño electoral, no le alcanzó para llevarse el botín mayor.
En Minas Gerais, estado considerado como el termómetro electoral de
Brasil, Lula se impuso por estrechísimo margen a Bolsonaro (50,2% a 49,8%), una
diferencia mucho más exigua que en la primera vuelta.
En tanto, la abstención a nivel nacional, de 20,53% según los últimos
datos, era levemente menor que en la primera vuelta.
La jornada estuvo marcada por una polémica sobre problemas en la
circulación del transporte público en el nordeste causado por controles de la
policía de carreteras, que habían sido prohibidos por la justicia electoral
para facilitar la votación.
Esto atrasó “la llegada de electores” a los centros de votación esa
zona, que vota mayoritariamente a Lula, aunque “en ningún caso impidió que
llegasen” a sufragar, indicó el presidente del Tribunal Superior Electoral,
Alexandre de Moraes (ver página 16).ß |