Por Gustavo Marangoni - Estamos a 360 días de las elecciones
presidenciales. Y contando. El 22 de octubre del 2023 está en
todos los cálculos y los movimientos de la política. Los tiempos se acortan si
consideramos que las PASO (de no mediar cambios al respecto) se realizarán el
13 de agosto. Y se abrevian más aún si reparamos en que el cierre de listas
para participar de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias ocurrirán
promediando junio. Si para la mayoría de la población los temas que atraen la
atención son otros y variados, resulta comprensible que los dirigentes estén de
lleno dedicados a proyectar el futuro de la oferta electoral. Previo al momento
en el que 35 millones de argentinos habilitados para votar acudan a las
urnas, hay mucho por hacer.
En estos días, hemos escuchado definiciones que van dando muestras del
tono que tendrá la campaña, tanto en el oficialismo como en la oposición. El
diputado Máximo Kirchner fue preciso al señalar como
"extraño" el hecho de que un presidente en ejercicio compita en las
primarias contra adversarios del propio espacio. Desde la vigencia de la ley
tal cosa nunca sucedió. CFK en 2011 y Mauricio Macri en 2019 representaron
"naturalmente" a sus respectivas coaliciones sin que nadie los
desafiara fronteras adentro.
De allí que la observación del expresidente del bloque de diputados
nacionales del Frente de Todos sea válida. El ministro de Seguridad Aníbal
Fernández salió en defensa de la oportunidad de participar para el Presidente
lo que generó una respuesta inmediata de la presidenta del bloque de senadores bonaerenses, Teresa
García, quien afirmó que "si Alberto Fernández quiere ir a una PASO está
bien, pero la sociedad ya le dijo que no". Tratándose de una voz
calificada del oficialismo provincial todo promete voltaje e intensidad en el FdT.
Adicionalmente, mientras el hijo de la vicepresidenta manifestó
"creer" que ella no se presentará el
gobernador Kicillof expresó que a él "le gustaría que Cristina
fuera presidenta", destacando que se advierte un clamor desde abajo en
idéntico sentido. Ella, mientras tanto, apelará como en el pasado a "no
hacerse los rulos". Pero los consensos no aparecen en el horizonte.
La interna se intensifica en Juntos por el Cambio
En la oposición también pasan cosas. Mauricio Macri, al presentar
su libro "Para que" sostuvo definiciones contundentes hacia los
adversarios externos y también para quienes quieran anotarse en Juntos por el
Cambio. A estos últimos les dejó un aviso parroquial: "siento que todos
están confluyendo a que somos el cambio o no somos nada. Puede que uno
represente el cambio sin concesiones y otro un cambio con límites. La gente
decidirá".
Mientras tanto, y como en una suerte de juego de espejos con
Cristina, el ex
mandatario mantiene la ambigüedad respecto del futuro. Al menos en
las palabras, porque sus gestos cotidianos lo muestran activo y para nada
prescindente. La mayor dureza conceptual de parte suya y de la ex ministra
Patricia Bullrich señala que ambos han interpretado que la presencia en el
plano público de Javier Milei los obliga a ser más asertivos. No
quieren quedar del lado de "la casta". Y en eso el dirigente
libertario los ayuda pues nunca dirige sus invectivas hacia ellos sino hacia
los radicales y el "socialista" Rodríguez Larreta.
De a poco se van configurando los grupos de WhatsApp y con ellos también
las afinidades. Jorge Macri competirá por la Jefatura de Gobierno con
el apoyo de su primo y Martín Lousteau apunta a disputarle el cargo
con la anuencia de Horacio. Todo está en juego como confirmara Facundo Manes hace
algunas semanas al señalar las pretensiones de la UCR y las suyas propias.
Por el momento la economía parece indiferente a todos estos movimientos.
Y también Sergio Massa, concentrado en su actividad al frente del palacio
de hacienda, tarea a la que equiparó con la "del plomero del
Titanic", una metáfora lejana a las imágenes optimistas que intenta
instalar el presidente cuando se libera de las desagradables disputas con
"Alfa" del Gran Hermano.
¿Alcanzaran los dólares del Banco Central para otorgar
tranquilidad durante los próximos meses? ¿Podrá el Tesoro seguir renovando la
deuda en pesos? La suma de la base monetaria y los pasivos remunerados alcanza
los 13 billones, una magnitud tan difícil de imaginar como de administrar.
Las expectativas respecto de un
programa más ambicioso para la macro y los precios se van
diluyendo entre medidas coyunturales y pases cortos. Si seis décadas atrás, Álvaro
Alsogaray patentó para la posteridad su consigna "hay que pasar el
invierno" todo indica que las urgencias y el cortoplacismo siguen vigentes
y que lo único que ha cambiado es la estación del año en la que hay que zafar.
Ojalá el verano sea piadoso. |