Por Diego Cabot - Era una arremetida verbal con algunas estocadas
regulatorias. Pero finalmente ayer aquellos amagues quedaron plasmados en dos
demandas mediante las que el Estado intenta quedarse ya mismo con el control de
las concesiones que actualmente explotan autopistas del Sol y del Oeste, dos
empresas controladas por la poderosa constructora española Abertis.
Con estrategias de ataque por parte del Gobierno y de defensa, ejercida
por las concesionarias, empezó a escribirse la historia final de los dos
principales accesos que tiene la ciudad de Buenos Aires.
Hace 12 días, Vialidad Nacional se presentó en la Justicia con una
demanda en la que aduce, a grandes rasgos, que el contrato que se firmó en 2018
con Autopistas del Sol y que extiende el plazo de explotación hasta 2030 es
nulo por resultar “lesivo” al Estado. En ese escrito, firmado por el procurador
del Tesoro, Carlos Zannini, se solicita que el contrato se declare nulo, además
de reclamar –mediante una medida cautelar– que el control pase a manos públicas
mientras se define la cuestión de fondo.
Pese a que transcurrieron varios días desde que ingresó en el fuero, el
juez Enrique Lavié Pico no se expidió sobre el pedido de Vialidad. Según lo que
pudo saber la nacion, el expediente está reservado.
Ayer, además, se hizo la segunda presentación contra Caminos del Oeste,
la firma que explota la vía de circulación que une Liniers con Luján. Este
juicio quedó radicado en el Juzgado Contencioso Administrativo 9, a cargo de
Andrea Danas. Por ahora, tampoco hubo movimientos.
Con tanto anuncio previo sobre la estrategia estatal, que desde hace
varios meses se puede anticipar, en las oficinas de las empresas, ambas
controladas por Abertis, no se quedaron quietos.
La ofensiva oficial fue recibida con una fuerte trinchera de los
ejecutivos de las concesionarias. Sucede que el contrato de concesión vigente,
que es el cuestionado por el Estado, tiene una cláusula en el que las partes se
someten voluntariamente a la jurisdicción de la Cámara de Comercio
Internacional (CCI), un organismo con sede en París. Según ese acuerdo, toda
controversia se tiene que cursar en ese ámbito.
Mientras el Estado recurrió a la Justicia, en las concesionarias fueron
a París y lograron que el CCI abra el proceso, nombre un árbitro y haga lugar a
un pedido de no innovar para que el Gobierno se abstenga de ventilar los
diferendos en otro ámbito que no sea ese tribunal.
El viernes pasado llegaron las notificaciones a los correos electrónicosque
estaban en el contrato como válidos para recibir comunicaciones. Uno de los más
altos funcionarios del cuerpo de abogados que maneja Zannini contestó el sábado
que aquellos correos ya no estaban activos y que, por eso, no podían
notificarse. En París gritaron “bingo”. Remitieron todas las cédulas a la
casilla del funcionario y dieron por notificado al Estado. Desde el sábado, en
esos procesos no hay días no laborables, corre el plazo para que la Procuración
se presente o no.
La duda más importante radica en saber si la Justicia hará o no lugar al
pedido del Estado de hacerse del control mientras se defina la cuestión de
fondo. No parece ser una medida fácil de tomar para un juez. Sucede que
semejante decisión es prácticamente entender sobre el centro mismo del planteo
ya que, quien ponga la firma, estará dando la razón al Estado de que el
contrato es “lesivo”. Esa condición no aparece manifiesta sino que debería ser
motivo de pruebas.
En la renegociación de 2018, que a su vez recoge las diferentes revisiones
y acuerdos parciales que se firmaron al menos desde 2006, se estableció una
tarifa –congelada desde 2019– y un método de actualización. Gran parte de la
argumentación oficial fue contra la cláusula de actualización. “Los contratos
firmados en 2018 fueron desventajosos para los usuarios y para el Estado”, dijo
el presidente Alberto Fernández cuando anunció la intención oficial de hacerse
del control.
En medio de semejante incertidumbre sobre el futuro de estas dos vías
troncales, se desató un conflicto gremial. “Es una situación donde el Estado no
nos da respuesta, donde el privado se hace el tonto, que no sabe sise va, que
no puede pagar los aumentos.No entendemos qué quieren hacer, si quieren
estatizar, creo que es un estatismo improvisado”, dijo el líder del Sindicato
de Trabajadores del Peaje, Facundo Moyano.
A nadie le pasó inadvertido que la demanda esté patrocinada por Zannini.
Autopistas del Sol alguna vez estuvo en manos de la familia Macri. Y ese dato,
por más que ahora nada tenga que ver, no se olvida en el núcleo duro del
kirchnerismo.●
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