Domingo 16 - Por Laura
Serra - El desafío más inmediato que se le presenta al ministro de Economía,
Sergio Massa en el Congreso no es tanto que la oposición le apruebe su proyecto
de presupuesto 2023, sino, más bien, que los sectores más reactivos del oficialismo
avalen con su voto el duro ajuste del gasto público allí contenido.
Frente a un año electoral y con una Argentina en la que conviven casi 20
millones de personas bajo la línea de pobreza e indigencia, será para muchos
legisladores oficialistas un trago difícil de digerir.
Los recortes más pronunciados previstos en el presupuesto se concentran,
básicamente, en tres rubros: subsidios a la energía y al transporte (lo que
redundará en mayores subas en las tarifas); algunas prestaciones sociales (como
planes alimentarios y asignaciones familiares); educación (particularmente en
las becas Progresar y universidades), y las transferencias a las provincias.
La reducción del gasto total, según la iniciativa oficial, será de 1,2
puntos del PBI respecto de este año y el objetivo es alcanzar en 2023 una baja
del déficit primario del sector público nacional de 1,9 puntos del PBI, tal
como se acordó con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“No hay dudas de que este es un presupuesto muy restrictivo que sigue
las pautas que se fijaron con el Fondo”, admitió, con cierto tono de
resignación, un importante miembro de la bancada de diputados oficialistas. “De
todas maneras, nuestra tropa va a apoyar el proyecto; tal vez algunos no lo
acompañen, pero serán unos pocos votos”, se esperanza.
La feroz pelea interna dentro del Frente de Todos, que quedará una vez
más al desnudo con la multiplicidad de actos con que cada sector, por separado,
celebrará el Día de la Lealtad, podría reproducirse en la Cámara de Diputados
cuando el miércoles 26 se discuta el proyecto de presupuesto.
Los movimientos sociales más cercanos al Gobierno ya comenzaron a marcar
distancia de la Casa Rosada -y de Massa- ante su demora en efectivizar las
medidas de alivio que se prometieron hace más de un mes a los sectores más
vulnerables. Aunque Massa prometió avanzar con un bono para personas en
situación de indigencia (ver aparte).
El presupuesto 2023 tampoco arroja buenas noticias. Según un informe que
elaboró la Oficina Nacional de Presupuesto del Congreso (OPC), la partida
destinada a políticas alimentarias -a cargo del Ministerio de Desarrollo
Socialtendrá en 2023 una caída del 24,5% en términos reales respecto de este
año (para dicho cálculo se utiliza como parámetro la inflación promedio del 76%
prevista para el año próximo).
Se trata de una partida que financia el otorgamiento de tarjetas
alimentarias para 2,4 millones de titulares y beneficia a 4 millones de
personas.
Menos recursos
El recorte también llega a la Anses, que comanda la kirchnerista
Fernanda Raverta. El proyecto de presupuesto prevé una reducción en la partida
destinada a las asignaciones familiares -que perciben los trabajadores
asalariados- del orden del 15,2% en términos reales respecto de este año.
En tanto, el presupuesto correspondiente a la Asignación Universal por
Hijo (AUH) prevé una caída del 2,6% interanual. En ambos casos, la OPC aclara
que semejantes caídas obedecen a la alta base de comparación, dado que durante
este año el Estado otorgó refuerzos extraordinarios, que no están contemplados
para 2023.
En materia de Educación, el mayor ajuste alcanza a la partida asignada
al programa Progresar, con una poda del 23,6% interanual en términos reales.
Dicho programa, a cargo de la Anses, distribuye poco más de un millón y medio
de becas que apuntan, en su mayoría, a estimular a jóvenes de 16 y 17 años a
que finalicen la escuela secundaria.
Las universidades nacionales también son blanco del ajuste
presupuestario, con una caída del 12,2% en términos reales, advierte la OPC.
Estas reducciones presupuestarias, que impactan nada menos que en las
áreas más sensibles de la administración, pusieron en alerta al kirchnerismo y
a otra media docena de legisladores que representan a los movimientos sociales
en la Cámara de Diputados. Ni que hablar a los diputados de izquierda, que no
se privan de meter cizaña en la discusión.
“Mientras el Gobierno ajusta las partidas que afectan a los sectores más
vulnerables, aumenta el presupuesto para pagar los intereses de la deuda
externa”, acicatea la diputada Romina Del Plá. La OPC precisa que el año
próximo se pagarán intereses por casi tres billones de pesos, lo que representa
un aumento del 7,8% al 9,3% sobre el gasto total de la administración.
Tarifas y provincias
Además de las partidas sociales, el grueso del recorte recaerá sobre los
subsidios energéticos, con lo que los ajustes tarifarios se prolongarán a lo
largo del año próximo. Los subsidios a la energía se contraerán un 16%
interanual (0,3 puntos del PBI, señala la OPC), mientras que los subsidios al
transporte reflejan una caída del 22,2%, en virtud de las menores
compensaciones tarifarias para el transporte automotor de pasajeros en el AMBA.
También se prevé un fuerte recorte en los subsidios a los ferrocarriles
(-11,5%) y a Aerolíneas Argentinas (-29,9%).
Las provincias también verán reducidas las transferencias corrientes que
reciben de la Nación (en casi un 14% en términos reales) de aprobarse el
presupuesto. “Contrariamente a esta dinámica, las transferencias a Buenos Aires
por el Fondo de Financiamiento Fiscal presentan una expansión del 8,6%,
mientras que la Capital recibirá una suba del 7,6%, en virtud de la ley que
determinó la transferencia de determinadas facultades y funciones de seguridad.
Mientras en el oficialismo impera cierto ánimo de resignación -y de
solapado fastidio- ante los recortes previstos, en Juntos por el Cambio no se
escucha ninguna palabra de reproche. Por el contrario, el propio Luciano
Laspina (Pro) elogió que el kirchnerismo haya decidido empezar a podar el gasto
público.
“Es el primer presupuesto kirchnerista en 20 años que presenta un
recorte en el gasto”, destacó. “Celebro que sea el kirchnerismo el que haya
retomado ese camino, que haya un reconocimiento explícito de que este nivel de
gastos es insostenible y que hay que empezar a corregirlo”.
Un elogio que, proviniendo de un economista ortodoxo como
Laspina, pondrá incómodo a más de un oficialista.● |