Por
Laura Serra - Fiel a su estilo disruptivo, Elisa Carrió y su bloque de
diputados de la Coalición Cívica sorprendieron a sus socios en Juntos por el
Cambio y al propio oficialismo con un proyecto, a su juicio, salomónico:
propone que el Congreso se limite a autorizar al Poder Ejecutivo a contraer
nueva deuda con el Fondo Monetario Internacional –que es la base del preacuerdo
de facilidades extendidas anunciado por Martín Guzmán– y se exima a los
legisladores de votar los detalles del acuerdo, esto es, la política económica
que instrumentará el Gobierno para cumplir con las metas pactadas.
Con
esta fórmula, los exégetas de Carrió afirman que se facilitará la sanción del
acuerdo, pues el Congreso evitaría entrar en la discusión sobre sus aspectos
más ríspidos, como la reducción del gasto y de la emisión monetaria. La líder
de la Coalición Cívica apunta a un doble propósito: por un lado, bajar línea en
Juntos por el Cambio, hoy envuelto en una fuerte disputa interna sobre qué
posición tomar en el Congreso cuando arribe el acuerdo con el FMI, previsto
para fines de esta semana o principios de la siguiente. Frente a las voces que
aconsejan la abstención masiva o faltazos en el recinto, la líder de la
Coalición Cívica tiene una postura clara: el Congreso debe darle la herramienta
al Gobierno para que acuerde con el FMI un nuevo financiamiento que evite el
default. Se trata de 44.500 millones de dólares para hacer frente a los
vencimientos de la deuda que contrajo el gobierno de Mauricio Macri en 2018.
Carrió
sostiene que la ley de fortalecimiento y sostenibilidad de la deuda, promovida
por Martín Guzmán y aprobada por el Congreso el año pasado, no obliga a los
legisladores a votar el acuerdo con todos sus anexos, esto es, con el detalle
de las medidas económicas que aplicará el Gobierno para cumplir con las metas
de reducción del déficit y de la emisión monetaria pactadas. El Congreso sólo
tiene la facultad de autorizar nuevo endeudamiento, nada más. Es el mismo
argumento que esgrimió, la semana pasada, el diputado Ricardo López Murphy
(Republicanos Unidos).
“Este
proyecto propone autorizar al Poder Ejecutivo a suscribir los acuerdos y tomar
el endeudamiento que sea necesario, ya que esa negociación es su facultad
exclusiva –argumentaron los diputados de la Coalición Cívica–. La política
económica, en un régimen presidencial como el argentino, es facultad del Poder
Ejecutivo. El acuerdo al que se llegue con el FMI dependerá del rumbo
macroeconómico propuesto por el Presidente y su equipo, así como de las
prerrogativas propias del organismo multilateral y las condiciones que éste
exija”.
A
partir de este razonamiento viene el segundo propósito que persigue este
proyecto de ley: evitar que una discusión (a su juicio inútil) sobre la “letra
fina” del acuerdo –suba de tarifas, modificaciones al régimen previsional, devaluación
de la moneda- enrede el debate y boicotee su aprobación.
“Es
una salida funcional a todos los bloques que facilitaría su aprobación”,
sostienen los exégetas de Carrió, convencidos de que una abstención masiva no
haría otra cosa que debilitar la imagen del acuerdo y, para peor, ofrecer
flancos para una posible judicialización por parte de sus detractores.
“No
acordar con el FMI implicaría una devaluación fuerte y desordenada –advirtieron
en la Coalición Cívica–. Estamos hablando de consecuencias gravísimas para
nuestro país, especialmente para el sector privado”, advierten.
En
las filas de la Coalición Cívica están convencidos que esta fórmula –aprobar
solo el endeudamiento sin la letra chica del acuerdo– evitará una sangría
interna tanto en el oficialismo como en la oposición. En Juntos por el Cambio,
por caso, si bien todos están de acuerdo en dar quorum en el recinto para
facilitar el debate, prima un fuerte debate interno sobre qué postura adoptar a
la hora de votar. Algunos, como en la Coalición Cívica, se inclinan por el voto
a favor; otros, como Pro, por la abstención o un faltazo de legisladores en el
recinto.
El
diputado y economista de Pro Luciano Laspina advirtió por caso que el Gobierno
dejará una deuda de 90.000 millones de dólares más que la que recibió de
Mauricio Macri. Su advertencia exacerbó las posturas críticas en su bloque.
En
Juntos por el Cambio el proyecto de Carrió generó ruido interno. “Es una
posición de la Coalición Cívica que no es la que expresó la mesa nacional de
Juntos por el Cambio ni su mesa federal. Fuimos avisados, no consultados”,
replicó el diputado Cristian Ritondo, jefe de Pro.
Desde
el radicalismo, Mario Negri –amigo personal de Carrió– procuró mostrarse
equidistante. “Es una iniciativa de la Coalición Cívica que busca darle al
Gobierno una herramienta para salir de la crisis política que tiene el
oficialismo”, alegó.
Los
exégetas de la líder de la Coalición afirman que así se facilitará sancionar el
entendimiento
“No
acordar implicaría una devaluación”, dicen.
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