Por
Francisco Jueguen - La discusión por el aumento que deberían tener las tarifas
de luz y gas entorpece el cierre de la renegociación de la deuda entre el
Gobierno y el Fondo Monetario internacional (FMi). la resolución del tema es
clave, dado que de eso dependen la reducción del déficit fiscal y la emisión
monetaria, corazón de un potencial acuerdo. sin embargo, fuentes oficiales
afirmaron que confían en que el Gobierno y el organismo logren sellarlo este
fin de semana.
según
pudo saber la nacion, el FMi pretende que las tarifas de energía tengan un alza
del 60%, por encima de la inflación estimada. el ministro de economía, Martín
Guzmán, rechazó el pedido y quiere que el aumento esté vinculado a la suba de
los salarios. sin embargo, admite que el alza debe ser superior al 20%,
ratificado por la cámpora y el cristinismo duro para este año.
en
medio de la creciente incertidumbre sobre la aprobación del acuerdo en el
congreso, la coalición cívica propuso ayer un proyecto de ley para que solo se
vote el financiamiento y se evite la turbulencia de debatir cada uno de los
puntos del entendimiento.
El
aumento que deberían tener este año las tarifas de energía –y, por ende, la
viabilidad del corazón de un potencial acuerdo, la reducción del déficit fiscal
y de la emisión monetaria– entorpece el cierre de la renegociación de la deuda
entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo,
fuentes oficiales confían en sellarlo durante este fin de semana.
El
ministro de Economía, Martín Guzmán, mantuvo anteayer conversaciones con Julie
Kozack, subdirectora en el Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo en
torno al pedido que está realizando el organismo multilateral de incremento de
luz y gas para este año. En el FMI pretenden que el alza sea de 60%, un número
que vaya por encima de la inflación prevista para este año y que permita además
a la administración de Alberto Fernández reducir o, por lo menos, sostener la
enorme factura de subsidios con relación al producto bruto interno (PBI) que paga
el Estado.
Guzmán
afirma que ese aumento es inviable y busca convencer al staff técnico del FMI
de “un aumento racional” que contenga –como ya se anunció– una segmentación. En
ese sentido, el ministro avanza con la idea de sumar una suba en las tarifas por
encima de lo que estableció La Cámpora y el cristinismo para este año, del 20%.
Para el ministro, el alza debe ser un porcentaje del incremento salarial
previsto. Este año, el Gobierno busca establecer una paritaria en torno al 40%
con la intención de anclar las expectativas inflacionarias en un 40%/42%.
Según
pudo saber la nacion, el Fondo Monetario Internacional exige que en el acuerdo
figure un porcentaje determinado de aumento de tarifas de los servicios
públicos que haga menos críticas y más previsibles las revisiones trimestrales
que deberá hacer el organismo multilateral con cada desembolso previsto para
pagar la deuda.
Las
tratativas de último momento alrededor del aumento de las tarifas vienen
ralentizando el cierre de un acuerdo –la posibilidad de presentar una carta de
intención y un memorándum de entendimiento– que luego tiene que pasar por el
Congreso y finalmente llegar al board del FMI. La Argentina tiene como fecha
límite los últimos días de marzo –según el acuerdo con el Club de París, pero
también por el importante vencimiento de US$2800 millones con el propio Fondo–.
El
principio de entendimiento sellado con el FMI prevé una meta de reducción del
déficit fiscal primario para este año de 2,5% del PBI, que cae a 1,9% en 2023;
y al 0,9% en 2024. En 2025 se llegaría al equilibrio fiscal. Parte de ese
sendero, según el comunicado que publicó cuando se divulgó el preacuerdo, se
logrará con una “reducción gradual” de los subsidios económicos. La emisión
monetaria debería ser de 1% del PBI este año. Pasaría a 0,6% del producto en
2023 y llegaría a cero en 2024. Por otro lado, se establecerán tasas de interés
por arriba de la inflación.
Los
economistas privados trabajan actualmente con una inflación que va entre el 55%
y el 60%. Según el “borrador” que se filtró en los últimos días, si bien no hay
previsto un “salto devaluatorio”, el tipo de cambio se movería a la par de la
inflación. La suba de precios y el movimiento del dólar son determinantes para
el establecimiento de las tarifas (y, por ende, para la definición de la
cantidad de subsidios necesarios para los distintos usuarios). A eso se suma el
aumento de los precios internacionales del gas natural licuado (GNL) y la menor
oferta que llegará de Bolivia este año.
Impacto
en las cuentas
El
año pasado, los subsidios a la energía representaron 2,3% del PBI, con
US$11.003 millones de transferencias del Tesoro nacional. El gasto en subsidios
energéticos tuvo un aumento de 77% con relación a 2020 (1,6% del PBI) y de 131%
en comparación con 2019 (1,1% del PBI), según la consultora Economía &
Energía. Para este año, según el proyecto de presupuesto 2022 que no fue
aprobado por el Congreso, Guzmán proyectó que los subsidios al sector deben
representar 1,7% del PBI.
Ayer,
el Gobierno determinó aumentos para los distribuidores y transportistas de gas
que representan en la factura de los usuarios residenciales un 20% de alza sin
reducir subsidios. Por eso, ya se preveía que debería haber en el año más alzas
para alcanzar la promesa de reducción del déficit primario y la baja de la
emisión monetaria para cumplir con el Fondo.
Entre
los negociadores argentinos con el Fondo reconocen que el aumento del año
pasado, temporada de elecciones, fue solo de 9% en las tarifas de servicios
públicos, mientras que los salarios –punta a punta– le ganaron a la inflación.
Creen entonces que los precios regulados están atrasados y que es necesaria una
recomposición mayor a la estimada por el cristinismo más duro. Sin embargo,
consideran políticamente inviable incrementar lo que está pidiendo el organismo
que conduce Kristalina Georgieva.
A
pesar del tira y afloja entre Economía y el staff técnico del Fondo, en el
Gobierno se esperanzan con poder anunciar estos días un acuerdo sobre el
programa de facilidades extendidas (EFF, según las siglas en inglés) que le
permita a Alberto Fernández renegociar la deuda que tomó Mauricio Macri en 2018
por US$45.000 millones y evitar el arrears (atraso) con el organismo.ß
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