Por Andrés Sanguinetti - La incertidumbre
sobre cuál será la política oficial para este año de subsidios a las tarifas de
los servicios públicos, como la luz y el gas, es otro motivo de disputa interno
entre los socios del gobernante Frente de Todos.
Mientras
desde el Ministerio de Economía se
pretende avanzar con una reducción de las partidas presupuestarias para ambos
rubros como parte del acuerdo firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los sectores kirchneristas
vienen advirtiendo sobre la necesidad de mantener las tarifas congeladas y
sostener los subsidios tal como el Gobierno ha venido haciendo durante la
presidencia de Alberto Fernández y de los años de gestión de Néstor y Cristina
Kirchner.
Las definiciones sobre el tema son inminentes,
teniendo en cuenta que el incremento de las facturas de gas comenzará a regir
desde marzo y se ubicará en torno al 17% para todo el año.
En
tanto, la electricidad podría subir un mes después en torno al 20%, ya que
antes se debe transitar por la audiencia pública convocada para este jueves 17
de febrero convocada por el Ente
Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE).
Las
empresas distribuidoras de ambos servicios como Metrogas; Edesur y Edenor reclaman retoques mayores teniendo
en cuenta el largo período de precios congelados; la constante suba de los
costos y la imparable carrera de la inflación, entre otros motivos.
Pero
más allá de cuál sea el porcentaje de aumento que deberán pagar los millones de
usuarios de la zona del AMBA y parte del Conurbano bonaerense, al Gobierno se
le haría imposible reducir los subsidios a la luz y el gas durante este año.
Al punto que, aún en un
contexto de relativa calma y estabilidad de las variables económicas que tanto
se pregona desde el Gobierno, no serían menores a los u$s14.000 millones para
seguir sosteniendo la diferencia entre el valor real de la luz y el gas con los
nuevos valores que se volcarán a las facturas.
Un
monto mayor, por ejemplo, a los u$s11.000 millones que se destinaron a la
energía en el 2021 (2,3% del PIB); un 77% más que en el 2020 y hasta un 131%
más que en el 2019.
Los
datos surgen de un informe elaborado por la consultora especializada Economía
& Energía en el que también se advierte que la política llevada adelante
por el Gobierno dejó prácticamente inalteradas las tarifas de energía eléctrica
y gas natural, en un contexto de una inflación promedio anual de casi 47% en
los tres últimos años.
La
reducción del precio relativo de los servicios públicos condujo a un incremento
progresivo en los subsidios que para este año y debido a un aumento en los
precios internacionales de los productos energéticos, en particular del gas
natural, implicará un incremento significativo en el nivel de subsidios mucho
mayor que en el 2021.
A
la vez supondrá un deterioro de la balanza comercial energética ya que las
importaciones de gas natural y combustibles líquidos para la generación de
energía eléctrica se incrementarán en más de u$s2.650mill respecto a 2021.
Esta
tendencia hacia un incremento en el nivel de los subsidios será independiente
del nivel de aumentos tarifarios que decidan las autoridades nacionales y se
verá amplificada, o no, por la estrategia que finalmente se adopte.
Es decir, si se mantienen
los incrementos generalizados o si se comienza a aplicar un esquema
de precios segmentados, según la zona o el nivel de ingresos de los clientes de Metrogas;
Edenor y Edesur. Aún en un escenario macroeconómico relativamente optimista,
con una depreciación promedio anual del 31,2% y una variación en el nivel de
precios domésticos del 51,4%, el informe de Economía & Energía anticipa un
sustancial crecimiento de los subsidios.
Por
caso, asegura que con un incremento de las tarifas de energía eléctrica y del
gas natural del 20%, en marzo los subsidios treparían por encima de los
u$s14.000 millones para todo el 2022.
Como
factores que pueden dificultar la reducción de estas partidas se hace
referencia al aumento en el precio internacional del GNL; disminución del gas
natural importado de Bolivia; una mayor depreciación del tipo de cambio;
persistencia de un escenario hídrico ácido y aumento en la demanda doméstica de
energía eléctrica y gas natural, entre otros.
En
el caso del valor internacional del GNL, el documento recuerda que aumentó
sustantivamente a lo largo de los últimos meses y que durante el año pasado
Argentina importó a un precio promedio de u$s/MMBTU 8,4.
Si
el precio de importación aumenta a u$s/MMBTU 20, el costo de importación se
elevaría entonces en u$s1.520 millones.
En
el caso de la necesidad de reemplazar gas natural proveniente de Bolivia, ante
la menor oferta de dicho país, supondría un costo adicional de u$s1.325
milones, valuando el volumen a ser reemplazado a u$s20 por MMBTU.
Con
respecto a la mayor tasa de depreciación del peso, implica la necesidad de
incrementos tarifarios solo para que los subsidios en dólares no aumenten, ya
que modificaría el descalce entre el costo de los productos energéticos y el
valor abonado por los usuarios en el mercado local.
El
informe agrega que la no recuperación de la generación de energía eléctrica de
origen hidráulico "determinará la necesidad de un elevado despacho del
parque térmico y la persistencia de un escenario con elevados niveles de importación
de combustibles líquidos cuyos precios aumentaron en el mercado internacional
en torno al 20% respecto al promedio de 2021".
Para
entender la magnitud del problema, ya en marzo del año pasado, la consultora
había publicado un trabajo llamado "El Trilema Energético" en el cual
se explicaba que, en materia de
política tarifaria el país enfrenta un dilema triple entre el nivel de
subsidios, la recomposición del poder adquisitivo de la población y la
necesidad de alcanzar un acuerdo con el FMI.
Casi
un año después, el escenario es el mismo ya que todos los condicionantes
exógeno presionarán para evitar una reducción de los fondos.
Por
eso, en el nuevo trabajo recientemente publicado, Economía & Energía simula
dos escenarios alternativos para la dinámica de subsidios y tarifas de este
año.
En
ambos escenarios se contempla una reducida expansión de la demanda, que de no
verificarse implicará un mayor nivel de subsidios.
Pero
en la primera simulación se evalúa a cuánto ascenderían los subsidios si los usuarios
residenciales enfrentan un aumento de la factura final de los servicios
públicos del orden del 20%.
En
el segundo se estima cuál es el aumento de la factura si se quiere reducir el
monto global de los subsidios en 0,4% del PBI.
En
este escenario los subsidios a la energía representarían 2,4 puntos
porcentuales del PBI, valor similar al déficit primario total
"acordado" con el FMI.
Pero
una mirada alternativa -consistente con el acuerdo con el FMI- requeriría que
los subsidios a la energía no superen 1,9 puntos del PBI para lo cual se
requiere un incremento de las tarifas de energía eléctrica del 79% y del 81% en
el caso del gas natural.
"Se
trata de un escenario, al menos, complejo en el actual contexto económico y
social", advierte el documento, casi descartando esta alternativa.
Valores atrasados
El trabajo también explica
que más allá de la discusión fiscal, el problema central de la actual política
tarifaria es centralmente distributivo.
El
año pasado el Estado Nacional destinó 1,3 puntos porcentuales del PBI en
programas de asistencia a los sectores de menores recursos, mientras que erogó
2,3 puntos en subsidiar el valor de la energía, destinando una proporción
significativa de los mismos a incentivar el consumo en los sectores de mayor
poder adquisitivo.
De
hecho, el reporte indica que el 67% de los subsidios a la energía se concentró
en el sector donde se verificó un incremento interanual del 59%.
A
esto le suma que los reducidos incrementos tarifarios, la crisis hídrica y el
encarecimiento del precio de los combustibles fueron determinantes en el
incremento del nivel de subsidios a lo largo del 2021, cuando alcanzaron los
u$s11.003 millones (2,3% del PIB), aumentando un 77% respecto al 2020 y 131%
con relación al 2019.
Para
el informe, "el nivel de subsidios en relación al producto volvió a
ubicarse en torno a los valores verificados entre 2013 y 2016. Y el aumento en
los precios internacionales de la energía, la prevalencia de la crisis hídrica
y la recomposición de la demanda doméstica determinan que de no producirse
modificaciones en las tarifas de energía eléctrica y gas natural, los subsidios
a la energía en el 2022 alcanzarían los u$s15.000 millones".
Además
advierte que el sostenimiento de los subsidios, en términos absolutos,
permitiría en un escenario de crecimiento de la economía una disminución de su
incidencia en el PBI.
La
disminución de los precios internacionales de los hidrocarburos y la progresiva
recuperación de la producción de gas natural desde 2014, como consecuencia de
los planes de estímulo instrumentados, permitieron disminuir el valor de las
importaciones del sector energético.
Del
mismo modo, se vería comprometida la balanza comercial energétia que había
verificado una recuperación de las exportaciones gracias a una mayor exportación
de petróleo, lo cual posibilitó alcanzar una balanza comercial relativamente
equilibrada entre el 2019 y el 2021.
Sin
embargo, Economía & Energía estima que el aumento en los precios internacionales y el declino de la
oferta de Bolivia determinarán un incremento de las importaciones de gas
natural y combustibles líquidos para la generación de energía eléctrica de aproximadamente
u$s2.650 millones.
De
todas formas, este proceso podría ser compensado parcialmente por el aumento de
las exportaciones de petróleo, de mantenerse la tendencia expansiva en los
niveles de producción y el valor del crudo en el mercado internacional.
Para
estimar los subsidios que suponen un crecimiento de la demanda de energía
eléctrica del 1,5% y una estabilidad de la de gas natural, se utiizó una
simulación en base a un escenario de baja hidraulicidad en el 2022: 2.564 Mw
medios de generación entre enero y mayo y 2.707 Mw medios el resto del año.
Esto
determina, dados los actuales precios internacionales, un costo monómico de
generación de u$s83 por MWH de promedio para el año.
En
tanto, los escenarios elaborados suponen que los niveles de inversión de las
distribuidoras en la región metropolitana de Buenos Aires no se modifican
respecto a 2021 y por lo tanto, subestiman el nivel de incrementos en las
tarifas requeridos para alcanzar un aumento de esos fondos en los segmentos de
distribución y transporte.
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