Por
Javier Blanco -Las autoridades del Banco Central (BCRA) definirán en las
próximas horas el nuevo ajuste al alza que aplicarán a las tasas de interés
referenciales de la economía, tras quedar oficializado ayer otro preocupante
dato de la inflación (3,9% general en enero), y aparecer día a día señales que
indican que el aumento del costo de vida mantendría este mes un ritmo similar.
La
decisión al respecto, según pudo confirmar la nacion, está tomada y solo resta
establecer la magnitud del segundo reajuste que la entidad dispondrá en 40 días
y se definiría este jueves, en la tradicional reunión semanal de directorio.
La
mayor parte de los analistas estiman que fijará un aumento de dos puntos, tanto
en la tasa de referencia (la que paga por las Leliq, que pasaría del 40% al
42%), como en la mínima regulada para los depósitos en pesos a plazo fijo
minoristas (subiría del 39% al 41% nominal anual).
Esto
disparará otro reacomodamiento de las tasas activas (la que se pagan por
préstamos), que ya vienen de subir del 43% al 49% anual en el caso del
financiamiento de saldos por consumos con tarjetas de crédito.
Con
la medida buscarán ir cerrando algo más la brecha de 6 a 12 puntos (según se
tome la tasa anual nominal o la efectiva) que se había abierto con la inflación
general durante 2021, dado que para el presente año el mercado –según el REM
que mes a mes realiza el propio BCRA– espera un aumento promedio del costo de
vida que vaya del 55% al 57,9% anual.
“Para
quedar en tablas con el costo de vida, la tasa de política monetaria debería
ser de al menos 48% nominal anual”, graficó el economista Nery Persichini, de
GMA Consultora.
La
nueva suba se definirá dado el compromiso asumido ante el FMI. De hecho, fue la
decisión oficial de ir hacia un entendimiento por la deuda con ese organismo la
que terminó con la pasividad que la entidad monetaria había mostrado al
respecto desde el comienzo de la administración Fernández, repitiendo una vieja
y remanida estrategia de las gestiones kirchneristas.
Incluso
dicho compromiso quedó plasmado en los objetivos de política para 2022 que el
BCRA se fijó, un documento difundido a fin de 2021, en el que incluyó “fijar el
sendero de la tasa de interés de política monetaria de manera de ir de retornos
reales negativos a positivos”.
Vale
recordar que la actual conducción del BCRA se había caracterizado por bajar las
tasas: lo hizo siete veces en tiempos de la gestión Pesce, para reducirlas del
63% al 40% anual en procura de marcar una diferencia con la política de tasas
que caracterizó a la gestión Macri.
Claro
que luego ni siquiera las readecuó cuando el IPC llegó a orillar el 5% mensual,
en marzo del año pasado, ni a pesar de proclamar en sus documentos que buscaba
“alentar” el ahorro en pesos.
Varios
frentes a considerar
La
definición de la magnitud de la suba no solo tendrá en consideración el IPC de
enero, sino además el costo cuasifiscal que le agregará presión a un BCRA que
ya carga con una muy pesada deuda remunerada, que orilla los $4,7 billones y lo
obligó a pagar unos $1,34 billones en intereses durante el año pasado.
Además
tendrá impacto sobre la definición del ritmo de ajuste que aplique de aquí en
más la entidad monetaria al tipo de cambio oficial.
“Por
cada 100 puntos básicos que suba la tasa, le crece en más de $40.000 millones
la factura de intereses por año”, explicó el economista Fernando Marull. “Pero
es un costo que bien puede compensar, ya que por cada $1 que sube el dólar
oficial, suma ingresos por unos $100.000 millones por las letras
intransferibles que tiene anotadas en su activo. Es deuda de mala calidad, pero
que para estos fines contables, le sirve, y mucho”, acotó.
El
juego de equilibrio que está obligado a seguir el BCRA, teniendo en cuenta su
muy débil posición de reservas y patrimonial, debe considerar además el impacto
que tiene el acelerado cambio de composición en sus pasivos remunerados.
“Los
pases pasivos, que habían llegado a representar casi 60% de la deuda a fin de
2021 abaratando el costo de esterilización, ahora son alrededor del 20%. Y si
bien el cambio en la duración de la deuda total tuvo un efecto beneficioso en
el corto plazo (los intereses bajaron de $145.000 millones a $116.000 millones
de diciembre a enero), no lo tendrá en el largo”, advirtió Delphos Investment
en un informe en que estima que este año cerrará con un déficit cuasifiscal de
alrededor de $2,4 a 2,7 billones (3,4 a 3,7% del PBI), subiendo desde el 3% del
PBI de 2021, al alcanzar los pasivos no monetarios unos $8 billones.ß
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