Viernes 8 - Por Melisa Reinholdn - Es el cuento de nunca acabar. Por cada nueva
restricción que establece el Gobierno sobre el mercado cambiario, hay menos
argentinos que pueden acceder al dólar. Pero también genera que la demanda se
termine canalizando en otras cotizaciones con menos intervención y la brecha
entre los distintos dólares se dispare. Como consecuencia del supercepo, a los
pocos jugadores que todavía pueden operar en todos los segmentos se les abre la
ventana de oportunidad para “ganarse” esas brechas.
El martes por la
noche, el Banco Central (BCRA) estableció nuevas condiciones para operar
mediante dólares financieros. Entre ellas, un máximo semanal de 50.000
nominales (unos US$17.000) para los bonos AL30 y la imposibilidad de que
quienes adquirieron este activo “subsidiado” por el Estado operen con otros
activos “más libres” (y por ende, más caros) tanto 30 días antes como 30 días
después.
Ese último punto es
clave. Durante el último mes había vuelto el “rulo”, pero en su versión vip.
Con esta maniobra, los inversores compraban bonos intervenidos por el Gobierno
a unos $175. Estos mismos se vendían “contra C”, en dólares, en el exterior del
país. Una vez recibidos en la cuenta, el dinero era utilizado para comprar otro
activo que cotiza tanto en el exterior como a nivel local (tanto acciones como
bonos). Finalmente, ese mismo activo se vendía en la Argentina a un precio que
ronda los $195.
“Ahora lo que
quiere frenar el Gobierno es un arbitraje que ellos mismos generaron al imponer
las recientes restricciones, de que no se podía operar con cierto tipo de
cuentas en el exterior, segmentando el mercado PPT (pantalla) del Senebi
(bilateral). Eso provocó que la brecha entre ambos tipos de cambio se ubique en
torno de los $20 y generó ganancias significativas para quienes podrían
arbitrarlo”, explicó Juan Ignacio Paolicchi, de Empiria Consultores.
Alguien que
apostaba US$1000 en realizar este truco se podía llevar al bolsillo unos
$20.000 de ganancia. “Un negocio legal, sin riesgo, y con rentabilidad
asegurada, que crea el Gobierno y aprovechan los más experimentados en las
operaciones financieras”, definió el analista Christian Buteler. El experto
remarcó que sin cepo no hay brecha ni rulo: no existió con la exvicepresidenta
Cristina Kirchner antes de 2011 ni en gran parte del mandato de Mauricio Macri.
“La brecha va a
seguir, se va a recalentar. El primer efecto del mercado es romperlo, tienen
que acomodar los sistemas, los agentes, terminar de entender la norma para que
el mercado se rearme. Pero va a estar la ‘brecha de la brecha’, que va a ir
creciendo con el correr de las semanas, a medida que siga habiendo emisión”,
sostuvo Gabriel Caamaño, de la consultora Ledesma.
En definitiva: el
Gobierno intenta frenar estos “rulos” que provocan las restricciones a través
de más limitaciones, receta que, claramente, no funciona. Para los economistas,
la solución va por la mano contraria: si se desarman las regulaciones y se
tiende a un mercado único, los arbitrajes desaparecen.
“Generalmente,
cuando se ponen más restricciones, hay más brechas y más ganancias para quienes
todavía pueden arbitrar. La solución definitiva es compleja, porque cuando te
metés en este tipo de regulaciones, y vas complejizando todo, tenés el problema
de que después es muy costoso salir. Probablemente la salida al final sea sincerar
los precios, ya sea desdoblando o que el oficial se ubique en un punto de
equilibrio entre la brecha y el precio actual”, indicó Paolicchi.
Para Buteler, si el
Banco Central deja de intervenir en los dólares financieros el rulo se acaba.
Eso sí: la cotización del CCL “intervenido” seguiría el mismo camino que el CCL
“libre”, por encima de los $190. “Pasa que al Gobierno le molesta ver esos
valores en los portales. Pero con esta escasez de dólares no tiene sentido
seguir interviniendo. Por mantener artificialmente esta cotización, está
perdiendo más de US$200 millones por mes”, agregó.
“Debería
haber un bien, un precio. Un único mercado, que podamos ir todos a comprar y
vender dólares. El problema que tiene el Gobierno es que, como emitió muchos
pesos el año pasado y este, y lo va a seguir haciendo, no tiene cómo unificar
el mercado de cambios sin conducir a un ajuste significativo del tipo de cambio
y una aceleración de la inflación. No tiene un plan para bajarlo ni
credibilidad para ampliar las expectativas y moderar estos efectos. Terminó en
una encerrona, buena parte de la credibilidad la fue liquidando con estas
cosas”, finalizó Caamaño. |