Por Francisco
Jueguen - Una brújula con dos nortes no puede ser confiable. Ni para los
empresarios locales, que deben definir si invierten o emplean, ni para los
trabajadores, que deciden si gastan sus ingresos o los ahorran. Ese factor de
incertidumbre, germinal desde el nacimiento del Frente de Todos, creció tras
las PASO y paraliza al sector privado. La confusión envuelve todo, e incluso
dentro del Gobierno –pese a la tensa simulación de convivencia hasta el 14 de
noviembre– ya admiten una superposición de modelos: uno policíaco y otro
racional. Lo curioso es que los defensores del modelo racional admiten que el
poder político real lo detentan quienes encarnan el policíaco.
Los ejemplos del
embrollo conceptual sobre el rumbo del Gobierno se acumulan públicamente tras
las primarias. un nuevo sainete tuvo lugar en las últimas horas. En modo
campaña, el ministro de Economía, Martín Guzmán, cuestionó a “la derecha” en la
uocra. Para el cristinismo, presente en el lugar en la polémica figura del
ministro del Interior, Eduardo de Pedro, Guzmán pudo haberse criticado a sí
mismo. Sus palabras resonaron entre trabajadores de la construcción luego de
que Cristina Kirchner lo acusó epistolarmente de llevar adelante un ajuste
fiscal en un año electoral. Horas antes de que hablara Guzmán, el propio Máximo
Kirchner había reclamado que “los números macro lleguen a la gente”.
El escenario
compartido con Gerardo Martínez, líder del gremio de la construcción, no le
devolvía al titular del Palacio de Hacienda datos objetivos celebrables para su
cuestionamiento a otras miradas del mundo: en junio de 2019 había 434.175
puestos de trabajo en la construcción. En junio de este año, llegaban a
365.630, según el Indec.
Máximo Kirchner
dijo más. “Cada dólar que se destine al pago de la deuda es un dólar menos para
nuestro pueblo”, aseguró el diputado sobre la negociación que Guzmán encara con
el Fondo Monetario Internacional (FMI). Se marcó la cancha una semana antes de
que el ministro de Economía viaje a Washington para la reunión de primavera que
organiza el Fondo y el encuentro del G-20, donde Guzmán promete elocuentes
apoyos académicos del exterior. Esas tratativas, su ambición personal y el
temor a un mayor ruido con el dólar sostienen al ministro. “Ni la banca de
Alberto Fernández asegura que te quedes ni la bronca de Cristina asegura que te
vayas”, explicó una fuente gubernamental sobre la situación de Guzmán, al que
hace meses se lo “reemplaza” mediáticamente con Martín redrado, Augusto Costa o
Cecilia Todesca. La dureza con el Fondo de Máximo Kirchner también es una
postura para recuperar votos desde una cantera posible: la izquierda, tercera
fuerza nacional. Varios movimientos de esa franja ideológica marchaban anteayer
al Obelisco con el lema “Fuera el FMI”. Convocaban el premio Nobel Adolfo Pérez
Esquivel, grupos piqueteros, el MST y el PTS, de Myriam Bregman, entre otros
espacios a los que aspira a reducir el cristinismo.
“¿Vos viste que
algún gobierno nuestro haya roto alguna negociación? Somos coherentes. El que
defaulteó pesos fue Macri”, ironizaron cerca de La Cámpora para advertir que no
romperán con el Fondo. El kirchnerismo ejerce, según los negociadores, el
chicken game. No cerrar con el Fondo no es una posibilidad hoy para ninguna de
las partes.
Sí existen
diferencias en el timing: Guzmán hubiera preferido cerrar un acuerdo en mayo
pasado, luego de ajustar el gasto y con ingresos extras, tal como mostró
Alfonso Prat-Gay en Twitter. Cristina estiró la negociación hasta después de
las elecciones, probablemente con la creencia de que saldría fortalecida
políticamente. Los resultados de las PASO no la avalan.
Guzmán ahora
llegará a la capital de EE.uu. con una brecha cambiaria superior al 80%, una
inflación 16,1 puntos por encima de lo que preveía, sin el manejo de las
tarifas y los subsidios energéticos, y con un fuerte crecimiento de la emisión
desde mediados de año para apuntalar el gasto electoral. “Cuando el gasto
fiscal ha sido respaldado por el Banco Central imprimiendo dinero en gran
medida es como un avión que entra en el vórtice de rotación en el aire y es
difícil que salga volando sin problemas por sí mismo”, dijo en junio pasado Guo
Shuqing, secretario del Partido Comunista del Banco Popular de China. Esos
“problemas”, describió el funcionario comunista criticando a los EE.uu. y la uE
y a sus políticas para salir de la pandemia, son una inflación más elevada y
persistente en el tiempo. La suba de precios es el principal generador de
pobreza y destructor de derechos de los más pobres.
La semana pasada,
un ministro “racional” comenzó a difundir la teoría de los dos modelos en
tensión en el Gobierno. El viernes, la agencia Télam distribuyó el diagnóstico
del economista Eduardo Crespo, especialista de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (Flacso). “Hay tres modelos en discusión”, dijo el experto.
“uno, que es el que
más conocemos, el neoliberal, que plantea una apertura unilateral en términos
comerciales, financieros y, partir de ahí, por mecanismos que son bastante
confusos habría una lluvia de inversiones, lo que hemos visto sobre todo en el
período Macri”, explicó en declaraciones radiales.
Luego planteó una
segunda línea “nacional y popular”, que coincidiría con el kirchnerismo de
Cristina Kirchner y La Cámpora. “Contrapone un supuesto modelo alternativo que
sería distribución del ingreso nada más, tener todo controlado, una economía
cerrada, pero con una orientación más popular, pero también se encuentra con
muchas restricciones”.
“Hay un diagnóstico
que habla mucho de fuga de capitales, que tiende a darle una visión policíaca a
un conjunto de fenómenos económicos”, explicó.
El tercer modelo,
el albertista y racional, es el que busca “cierta estabilidad macroeconómica”
con la definición de ciertas medidas. “Y junto a esto la necesidad de,
paulatinamente a través de la exportación, a través de lo que se pueda de
sustitución de importaciones, ir ordenando nuestro sector externo, que es el
principal problema que tiene la economía argentina”. Es el modelo de la
“restricción externa” y la “falta de dólares” recurrentes que traban el
crecimiento.
Esta última línea
es probablemente la que le sienta más cómoda a Guzmán, pese a que no todos en
el kirchnerismo lo ubiquen allí. “La derecha en la Argentina siempre quita
derechos y siempre socava libertades”, dijo también el ministro, que a
comienzos de 2021 ajustó jubilaciones e ingresos en una Argentina donde cuatro
de cada 10 personas son pobres.
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