La economía
argentina se encamina a un momento de alto stress. La incertidumbre
electoral volverá a jugar un rol central a partir de mediados de octubre,
cuando falte menos de un mes para la elección, y se espera un importante
impacto en el dólar. Pero a ello se suma un contexto internacional como
mínimo menos favorable para la Argentina que lo sucedido a lo largo del 2021. El
viento de frente empieza a soplar más fuerte y generará costos que aún resulta
difícil dimensionar.
La semana pasada
“avisó” el gigante inmobiliario chino Evergrande, generando un impacto global
en los mercados. Aquel episodio, que por el momento parece relativamente
encapsulado, generó la salida apurada de inversores de mercados considerados
más riesgosos. Las acciones argentinas cayeron el triple que el promedio
mundial y el riesgo país trepó por encima de los 1.600 puntos. Además, el
Central también volvió a intervenir en el mercado para impedir que se escape el
tipo de cambio.
El contexto
internacional venía jugando claramente a favor de países como la Argentina
desde fines del año pasado y mucho más decididamente en la primera parte del
2021. Las tasas de interés en el mundo se mantuvieron en niveles ultra bajos,
como una respuesta para salir de la recesión global generada por el Covid-19.
Si bien el país no
está en condiciones de aprovechar condiciones benignas desde el punto de vista
financiero debido a su aislamiento internacional, sí se benefició de los
elevados precios de las materias primas, algo que está relacionado con bajas
tasas de interés y el debilitamiento del dólar a nivel internacional. La soja
llegó a tocar los USD 600 por tonelada, valores que no se veían hace casi una
década, y que también permitieron un fuerte salto de las exportaciones. El
ingreso de divisas adicional permitió al Banco Central acumular casi USD 7.000
millones en el primer semestre.
Miguel Pesce,
presidente del BCRA
Pero el contexto
presenta ahora un cambio bastante notable. El “viento de frente” empieza a
tener un mayor impacto y cae en el peor momento, coincidiendo con un período
preelectoral. La consecuencia es que el Banco Central se vería obligado a
intervenir con mayor cantidad de reservas para evitar un salto más brusco del
tipo de cambio. O bien si decide cuidar las reservas tendría que aceptar una
suba de la brecha cambiaria, que ya está en niveles del 90 por ciento.
¿Cuáles son los
principales efectos de este contexto internacional como mínimo menos favorable
para la economía argentina? Los principales son los siguientes:
- Aumento de leve
de tasas, que ya le pega a mercados emergentes. Si bien el rendimiento de
los bonos del Tesoro en Estados Unidos permanece por debajo de 1,5% anual, en
las últimas semanas se verificó una tendencia alcista. La reacción de los
inversores fue la de reducir posiciones en mercados emergentes. Brasil fue uno
de los que sintió el impacto. Ayer el tipo de cambio subió hasta 5,45 reales
luego de haber tocado un piso de 4,91 a fines de junio. Esta suba de 11%
en tres meses refleja la presión de capitales financieros por abandonar ese
mercado. En la Argentina esa presión se verifica en el “contado con
liquidación”, que la semana pasada superó los $ 190. El movimiento del
real brasileño le pone presión a la estrategia del Central de aumentar apenas
1% por mes el tipo de cambio oficial, algo que la mayoría de los analistas
entienden se volverá insostenible para fin de año.
- Caída en el
precio de la soja. La suba gradual de tasas fortalece al dólar y le pega a
las materias primas. En el caso de la soja, el principal producto de
exportación de la Argentina, los precios ahora están más cerca de USD 460 que
de los USD 600. Igual son valores relativamente altos, pero ya no es la
“fiesta” de arranque del 2021. De cara a la cosecha del año próximo, se
sentiría un impacto en el volumen de exportaciones y el ingreso de divisas.
Jair Bolsonaro,
presidente de Brasil: el movimiento del real le pone presión a la estrategia
del Central de aumentar apenas 1% por mes el tipo de cambio oficial (EFE/
Joédson Alves)
- Fuerte aumento de
los precios de la energía. Se trata de un factor que ya está pegando en
las cuentas públicas y puede impactar fuertemente el año próximo. El
precio del petróleo se aproxima a los USD 80 el barril y algunos bancos de
inversión como Goldman Sachs vaticinaron que llegará a USD 90 para fin de año,
debido a problemas de oferta, reactivación global y el invierno próximo en el
hemisferio norte. El Gobierno ya tuvo que importar más gas oil y fuel oil
por la bajante histórica del Río Paraná –en el marco de la declarada emergencia
hídrica– y también sufriría por las escasas nevadas del año, lo que provocará
una merma de la energía hidroeléctrica. Con precios tan elevados, el impacto en
los números fiscales y también en la disponibilidad de dólares sería
significativo el año que viene.
- El FMI giró DEG
por “única vez”. La capitalización definida por el organismo que benefició
a todos sus países miembro es un evento excepcional. La Argentina recibió USD
4.350 millones que está utilizando para pagar deuda con el propio organismo.
Pero este verdadero “maná del cielo” no se repetirá en lo sucesivo. Por
eso, el Gobierno no tiene demasiada opción que renegociar el programa con el
Fondo para estirar 10 años los vencimientos de casi USD 44.000 millones que
tiene por delante. Por lo tanto, este desembolso permitió transitar mejor este
año pero no se repetirá el próximo.
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