Por Santiago
Reina - La pobreza se
redujo levemente en el primer semestre del año aunque por tercer período consecutivo se ubicó por
encima del 40% y todavía se encuentra arriba de los niveles prepandemia. En
este marco, los especialistas que dialogaron con Ámbito remarcaron que los
principales desafíos de la política económica para mejorar la situación debería
ser estabilizar la macroeconomía y recomponer el mercado de trabajo creando
más empleo y
de mayor calidad.
Esta semana el
INDEC informó que el 40,6% de los argentinos se ubicó por debajo de la línea
de pobreza en los primeros seis meses del año. Si se trasladan los
resultados de los 31 aglomerados urbanos a toda la población estimada del país
(45,8 millones en 2021), esto implica que cerca de 18,6
millones de personas fueron pobres en Argentina.
Si bien la cifra
cayó 1,6 puntos porcentuales en comparación con el segundo semestre de 2020 y
0,3 puntos respecto del primer semestre del año pasado, aún permaneció lejos
del 35,5% registrado en 2019, cuando la llegada del Covid-19 era casi imposible
de prever.
Juan Graña, economista, docente e investigador del
Conicet, sostuvo que el principal límite para una reducción más
significativa de la pobreza se encuentra en el mercado de trabajo. “Los hogares
más pobres suelen ser más grandes y normalmente tienen inserciones laborales
precarias, por lo cual sus mejoras en el nivel de vida en un primer momento no
tienen que ver con una mejora de ingresos sino con que haya más miembros del
hogar con trabajo o con que las changas se hagan menos eventuales”, profundizó.
En el mismo
sentido, el director de la consultora EPyCA, Martín Kalos, aseguró a este
medio que la baja de la pobreza no se va a dar simplemente con “subir salarios”
sino “creando las condiciones propicias para generar empleo y que
esos empleos paguen cada vez mejores salarios”.
Por su parte, Mara Pedrazzoli, economista del Centro Cultural de la
Cooperación, remarcó que “la falta de empleo tiene su correlato en la baja de
salarios” y que “el nivel de pobreza actual es un problema de tipo estructural,
que no se soluciona con políticas de corto plazo o políticas monetarias que de
la noche a la mañana generen incentivos para algún sector”.
“Tiene que ver con
una dinámica que viene de hace años, vinculada a una economía que está
estancada desde 2011, a lo cual se sumó la crisis desatada durante el macrismo,
con el abandono de políticas productivas, y posteriormente la pandemia”, acotó.
Previo a la llegada
del Covid-19, había cerca de 12,1 millones de trabajadores registrados en
Argentina. Esa cantidad llegó a bajar a 11,7 millones en mayo de 2020, lo cual
implicó una pérdida en torno a los 400.000 puestos de trabajo. Los datos de
junio de este año mostraron que la merma respecto de la prepandemia se contrajo
a 113.400 personas, por lo cual hasta ahora se pudo recuperar
un poco más del 70% del empleo formal perdido por el Covid-19.
Sin embargo, los trabajadores informales no contaron con la misma red de
contención. Según los últimos datos disponibles del INDEC sobre el
mercado de trabajo, la tasa de empleo asalariado no registrado se redujo en 1,4
puntos porcentuales entre el segundo trimestre de 2019 y el mismo período de
2021, mientras que la proporción de asalariados formales sobre el total de población
se mantuvo prácticamente estable.
“La política
económica pudo contener el impacto de la pandemia en el empleo privado
registrado, que es el más difícil de generar. Creo que ahora las medidas deberían estar focalizadas en el segmento
informal. De alguna manera el Gobierno lo está haciendo a partir de
medidas como el aumento en el salario mínimo, que impacta por ejemplo en el
programa Potenciar Trabajo”, señaló Pedrazzoli.
Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política
Argentina (CEPA), también resaltó en conversaciones con Ámbito dos políticas
del Gobierno que tienden a proteger a los sectores más precarizados, como el
programa Jóvenes, orientado a que los jóvenes puedan finalizar sus estudios e
insertarse en el mercado laboral, y la iniciativa Registradas, que busca
reducir la informalidad en el servicio doméstico.
Letcher remarcó además la necesidad de que la recuperación de la actividad
que se ya está percibiendo en sectores como el comercio y la construcción
sectores se refleje en más puestos de trabajo, y que rubros como gastronomía y
turismo cambien la dinámica observada desde que comenzó la
pandemia.
Mientras tanto,
Kalos expresó que las políticas de empleo tienen que estar orientadas en dos
sentidos. “Por un lado en atender las urgencias de
la crisis a través de, por ejemplo, el empleo de la obra pública, que tiene un
carácter muy federal. Además, se debe trabajar en mejorar
la productividad de las empresas para garantizar la sustentabilidad
del proceso de crecimiento del empleo. En paralelo, todos estos procesos deben
ser inclusivos en materia de género y ambientalmente sustentables”,
detalló.
En paralelo a los
problemas de empleo, la recomposición de los ingresos de los ciudadanos
argentinos encuentra un profundo escollo en los elevados niveles de
inflación que vienen registrándose desde fines del año pasado.
Particularmente resaltaron grandes aumentos en alimentos, lo cual impactó en
los niveles de indigencia, que en el primer semestre mostraron una peor
performance que los índices de pobreza.
En base a los
números arrojados por el INDEC, Pedrazzoli destacó que la suba en alimentos impactó fundamentalmente en los adolescentes,
en donde la incidencia de la pobreza afectó a casi el 58% ya que ni siquiera
tuvieron la protección de la Tarjeta Alimentar. Además, recalcó que "los
alimentos en los barrios populares son más caros que los que compra la clase
media porque el almacenero se cubre más que un supermercado, que gana a través
de otras actividades".
Luego de tres años
consecutivos con caídas, el Gobierno buscará que el salario real cierre 2021
con signo positivo, más teniendo en cuenta el malestar general expresado en las
urnas el pasado 12 de septiembre.
En esa
búsqueda, el atraso en el tipo de cambio y las tarifas vienen contribuyendo
a la desaceleración de la inflación. A la par, los últimos datos del INDEC
mostraron que los ingresos de los trabajadores registrados aumentaron en
términos reales impulsados por paritarias en sectores como
bancarios, camioneros, carne, construcción, encargados de edificios, gráficos,
indumentaria, metalúrgicos, plásticos, químicos, sanidad y transporte. En el
caso de los trabajadores informales las estadísticas vienen con rezago y son
más difíciles de contabilizar.
En este
marco, Letcher proyecta una mayor baja de la pobreza en el segundo
semestre por “una inflación en alimentos más moderada, una
actualización más importante de jubilaciones y AUH, sumado al incremento del
salario mínimo (que sirve como aproximación de los salarios del sector
informal) y los planes sociales”.
No obstante, Graña advierte que las mejoras en el mercado laboral y la
desaceleración de la inflación dependen de que no haya una devaluación luego
de las elecciones de noviembre.
“Si no hay grandes
quilombos, entiendo que con la flexibilización de las restricciones sanitarias
más la recomposición de ingresos de los sectores formales por paritarias y suba
del salario mínimo, se van a ir recuperando los niveles de pobreza pre
pandemia. La velocidad de esa recuperación dependerá de la velocidad de la
recuperación macro, del perfil sectorial en el repunte del empleo y, después,
de cuán robusto sea ese crecimiento de manera de que los mecanismos de mejora
de ingresos del sector formal se reproduzcan en el informal”, pronosticó.
“La crisis actual solo
es comparable con la que tuvimos entre 1998 y 2002. La lógica indica que, si
Argentina empieza un camino aunque sea de rebote y recuperación, los niveles de
pobreza tendrían que bajar. Sin embargo, no hay garantía de que bajen al ritmo
que el país necesita ni que el camino de reducción de la pobreza vaya a durar
en el tiempo. Necesitamos que haya expectativas de
estabilidad macroeconómica, algo que todavía no está garantizado para nada”,
alertó Kalos.
Con este escenario,
hay cierto consenso en que la estabilidad del dólar y de la inflación
favorecerá la generación de empleo de calidad, y que esto es condición
necesaria para que la pobreza baje de los niveles actuales. A la par, en el
corto plazo urge la protección a sectores informales y la oferta de oportunidades
laborales para aquellos sectores apartados del sistema durante los últimos
años.
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