Por Carlos Arbía - En los últimos
días en el mundo de las finanzas de Wall Street y en los pasillos del FMI se ha
comenzado a mencionar la posibilidad de un probable relevamiento de la
directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, por el llamado escándalo
"Doing Business".
Hay muchas dudas sobre su futuro porque todavía no se ha
disipado el peligro de la pandemia, donde Georgieva ha jugado un rol clave.
También comenzó a correr el rumor que la secretaria del Tesoro de los
EE.UU., Janet
Jelen, no tiene más contacto directo con Georgieva. Solo se
comunican a través del asesor del Tesoro, David Lipton.
Este funcionario fue hasta la designación de Georgieva en el
FMI en el 2019 el Nro 2 del organismo. Luego, sorpresivamente decidió renunciar
a su cargo. Lipton fue el funcionario que designó Donald Trump para cerrar el
préstamo de u$s57.000 millones con el Gobierno de Mauricio Macri en el mandato
de la anterior directora gerente del FMI, la francesa Chrisitne Lagarde.
Lipton ha comenzado a sonar como uno de los probables
reemplazantes si Georgieva es obligada a dejar su cargo en el futuro.
Lo que puso en evidencia el problema fue el pedido de
renuncia a Georgieva por modificar estadísticas, en un
duro editorial de hace dos semanas en el prestigioso semanario The Economist.
Este articulo comenzó a preocupar en el mundo de empresas y de las finanzas
internacionales. "
"Por qué la cabeza del FMI debe renunciar" se
titula el editorial que explica en detalles los hechos que involucrarían a
Georgieva cuanto fue la número 2 del Banco Mundial en 2018. La semana pasada,
la empresa estadounidense Bloomberg lanzó otra alerta y por último el diario
inglés Financial Time también.
El editorial de The Economist salió luego que trascendiera
parte de un informe realizado por el estudio WilmerHale, un buffete de abogados
de Washington, contratado por el propio Banco Mundial para investigar
denuncias de manipulación en la confección del informe "Doing
Business".
El mismo, es una especie de ranking de competitividad
explica lo sencillo o complicado, favorable o desfavorable que se le hace a una
empresa operar en cada uno de 190 países relevados, en base a una serie de
datos e indicadores. El informe de WimerHale responsabiliza a Georgieva y al
autor del informe, el economista búlgaro Simeon Djankov, por modificar
información para mejorar las calificaciones y
posición de China en ese ranking de
competitividad.
La investigación explica que del puesto 85 del ranking de
competitividad o facilidad para hacer negocios que tenía China en la primera
versión del informe, ese país saltó sorpresivamente al puesto 78 en la revisión
que se hizo después.
"Esto fue debido a instancias de presiones y
recomendaciones metodológicas que hicieron Georgieva y Djankov", dice el
informe de WimerHale. "En un primer momento, buscaron mezclar los datos de
China con los de Hong Kong y Macao, dos zonas económicas especiales, y
finalmente cambiaron la metodología de modo que China
mostrara mejores resultados en cuanto a la facilidad de
pago de tributos y otras cuestiones impositivas.
El editorial de The Economist, argumenta que la actual
directora gerente del FMI, no puede seguir al frente del organismo
multilateral, por estar sospechada de adulterar las estadísticas del informe
'Doing Business' publicado en 2018. En esa época Georgieva era la segunda del
entonces presidente de la institución, Jim Yong Kim un surcoreano de
nacionalidad estadounidense. Una de las principales consecuencias de esta
investigación de WimerHale es que las autoridades del Banco Mundial decidieron
hace dos semanas discontinuar el Doing
Business que se empezó a publicar en 2003.
La investigación de WilmerHale explica que "los
funcionarios del Banco Mundial alteraron impropiamente los resultados de China
y otros tres países, para evitar una caída de las posiciones de la potencia
asiática, justo cuando sus reformas estaban acelerando. Según la investigación,
los retoques a los indicadores fueron hechos a pedido del entonces presidente
del Banco, Jim Yong Kim, y Georgieva, que se encargó de implementar esas
cuestiones con la ayuda de Djankov, un economista búlgaro de la misma
nacionalidad de Georgieva.
Uno de los datos condenatorios más impactantes del informe
de WilmerHale es una nota que Georgieva le escribió a uno de los empleados del
Banco Mundial que participó en la reelaboración del Doing Business, agradeciéndole por
"haber
hecho su parte a favor del multilateralismo". Por eso es
que el artículo de The Economist concluye pidiéndole a Georgieva que ahora haga
la suya, y renuncie, para salvar la reputación y la credibilidad del FMI, una
de las instituciones clave del sistema multilateral diseñado por los ganadores
de la segunda Guerra mundial hace ya más de 75 años.
Extraoficialmente, Georgieva manifiesta que ella "está
fundamentalmente" en desacuerdo con las conclusiones del informe. Según
Georgieva, esos cambios fueron para "mejorar" el informe, pero un
estudio posterior del propio Banco dice que los cambios metodológicos
implementados indujeron a más errores de los que removieron.
Preocupación en la Argentina
De agravarse la situación, la misma podría impactar en la
Argentina en la negociación que lleva adelante el ministro Martín Guzmán con
las autoridades del FMI. Al respecto Héctor Torres, ex representante de la
Argentina en el directorio del FMI, manifiesta que "la posición de
Georgieva, aunque sobreviva los cuestionamientos, es ahora incómoda,
porque se le redujo el espacio para hacer consideraciones políticas ante
eventuales observaciones u objeciones a un trato con un país que pueda
hacer el ortodoxo staff del Fondo Monetario".
Esta ortodoxia fue reforzada con la reciente designación del
brasileño Ilan Goldfjan como director del Departamento Hemisferio Occidental,
del que depende la relación con la Argentina. Guzmán, que tiene muy buena
relación con Georgieva, a partir de un primer encuentro que tuvieron en el
Vaticano, auspiciado por el Papa Francisco.
El escándalo en el Fondo podría generar un
retraso de la renegociación de un nuevo programa de
Facilidades Extendidas. En ese contexto, el premio Nobel de Economia Joshep
Stiglitz, quien fue mentor de Guzmán en la Universidad de Columbia y es uno de
los economistas internacionales más cercanos al Gobierno, salió en defensa
de Georgieva y denunció un intento de golpe en el FMI.
Stiglitz consideró que "Georgieva generó molestias en
algunos sectores por permitir un FMI menos enfocado en la
austeridad y que busca generar cambios graduales para
tener en cuenta pobreza y desarrollo. También aseguró que el rol del Fondo en
la reestructuración de deuda pública argentina con los acreedores privados de
la Argentina marcó un límite a los mercados, lo que inquietó al
sector".
Stiglitz señala que "los esfuerzos que se están
realizando para eliminarla no solo son injustos, sino que podrían
paralizar la gestión del Fondo en los próximos años". Lo hizo desde donde
habitualmente publica sus reflexiones el espacio Project Syndicate.
El economista además advierte que "se están tomando
medidas para reemplazar o al menos debilitar a Georgieva",
sobre quien recuerda que "defendió con éxito una emisión de u$s650 mil
millones de 'dinero' del FMI (derechos especiales de giro, o DEG), tan esencial
para la recuperación de los países de ingresos bajos y medianos".
Stiglitz redobla la apuesta y sostiene que el verdadero
escándalo es el informe de WilmerHale, que deja ileso al actual presidente del
Banco Mundial David Malpas por su íntima relación con Arabia Saudita y un
intento de Malpass de cambiar la metodología de Doing Business para hacer descender
a China en el ranking de competitividad.
El ruido en torno al caso y la presión sobre Georgieva fue
ganando intensidad día a día. El economista Paul Romer, premio Nobel de
Economía 2018, que había sido economista jefe del Banco Mundial, aprovechó
la oportunidad para recordar a través de un tuit por qué se había alejado del
organismo aquel año, con tal de no tener que reportar más a Georgieva, cuya
integridad puso en duda.
También una vocera del Tesoro de EEUU, Alexandra Lamanna,
señaló que la institución, que encabeza Janet Yellen, revisaría la cuestión, ya
que estaba en juego la credibilidad e integridad de los organismos
internacionales.
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