Domingo 3 - Por Santiago Dapelo - De las turbulencias políticas a los sacudones
económicos. La crisis del Gobierno se posó esta semana sobre los endebles
números del país, con una fuerte presión sobre el dólar, que llevó la
cotización del blue a $187, y con un dato preocupante sobre las reservas del
Banco Central, que cedió en septiembre US$952 millones para calmar el mercado.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, volvió a quedar en el ojo de la
tormenta, en un momento en el que al mismo tiempo enfrenta una fuerte presión
interna del kirchnerismo, que aún cuestiona su gestión.
Frente a este
cuadro, Guzmán se ha recostado en los últimos días en el ascendente jefe de
Gabinete, Juan Manzur, con quien habla frecuentemente en busca de
acompañamiento frente al debate que se dará en el Congreso por el presupuesto
2022. Al mismo tiempo, prepara un viaje para mediados de este mes a Estados
Unidos. Allí tiene entre sus previsiones dialogar con los funcionarios del
Fondo Monetario Internacional.
“Martincito… ¡Aflojá
la billetera!” Con su estilo pícaro, esa fue la primera orden que recibió
“Martincito” Guzmán de su nuevo jefe, Juan Manzur. Bajo fuego y tras una semana
caliente por la volatilidad del dólar y la preocupación por la pérdida de
reservas, el ministro de Economía busca mantenerse imperturbable y asegura que
su cargo no está en riesgo después de las elecciones. “No trabaja pensando en
el 14 de noviembre como fecha límite”, aseguraron fuentes oficiales, aunque en
Economía saben que antes de una elección no hay margen para sobresaltos
cambiarios. Y esta semana se acumularon datos que fueron seguidos con especial
atención: la presión que llevó el dólar blue hasta los $187 y la cifra mensual
de pérdida de reservas del Banco Central: US$952 millones.
Mientras tanto,
Guzmán intenta seguir adelante con sus objetivos: defender el presupuesto –que
prevé para 2022 un crecimiento del PBI de 4%, una inflación de 33%, y un rojo
fiscal primario menor al de 2021, pero aún financiado en parte con emisión
monetaria–, que Máximo Kirchner y Sergio Massa ya le anticiparon que será
modificado.
No la tiene fácil
tampoco con el sector privado, los antecedentes juegan en su contra: la meta de
la inflación para este año está 16 puntos por debajo de lo que proyectó y
también se anota la incertidumbre sobre su poder de fuego para definir las
tarifas; ambas cuestiones potenciaron la desconfianza. Ese escenario de
incertidumbre provocó dudas sobre su futuro y habilitó la danza de nombres para
reemplazarlo. Ahí se anotan una albertista, como Cecilia Todesca; un
kirchnerista duro, como Augusto Costa, y un massista, como Martín Redrado.
Guzmán también
prepara un viaje a Washington para la segunda semana de octubre para participar
de la reunión de ministros de economía en la reunión anual del FMI. Ahí también
se encontraría con la directora gerente del Fondo, Kristalina Georgieva, aunque
las expectativas sobre el resultado de esta misión son moderadas. La búlgara
también se encuentra bajo presión.
En medio de un mar
de dudas del mercado y la probable derrota electoral, Guzmán cumplió con el
pedido del jefe de Gabinete: septiembre fue el mes de mayor emisión monetaria
para asistir al fisco, lo que generó mayor presión sobre la divisa
norteamericana.
El Banco Central
cerró el mes con una pérdida de US$952 millones en sus reservas, solo por
intervenciones en el mercado de contado. Mantener el precio del dólar pisado es
central de cara a las legislativas, el 14 de noviembre. En Economía admiten que
siguen de cerca el movimiento, pero por ahora no quieren avanzar con más
restricciones.
Pese a los números,
Guzmán sostiene en privado lo mismo que en público. La emisión significa mayor
inflación y eso se traslada también al dólar. Esa es la única diferencia que se
anima a hacer en público con la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien en el
medio del terremoto institucional le mandó a decir que su cabeza no rodaría.
“Una cosa es
reducir el déficit fiscal, otra es hacer un ajuste de gasto público. Nosotros
reducimos el déficit fiscal sobre la base de la reducción de pagos de deuda y
con aumento de recaudación”, explicó en varias oportunidades Guzmán, que
decidió volcarse a la economía tras ver el impacto que tuvo la crisis de 2001
en Barrio Jardín, donde nació en La Plata –donde vuelve todos los fines de semana
para jugar al fútbol–, entre sus amigos y familiares. Todos los días, desde
temprano, el jefe de Gabinete llama al titular del Palacio de Hacienda cada vez
que lo necesita. La relación entre el ministro coordinador y el economista no
es nueva. Se conocieron en 2018, en Estados Unidos, antes de que Guzmán
aparezca en el radar de la política y cuando era número dos del premio Nobel
Joseph Stiglitz. En ese viaje el entonces mandatario tucumano lo invitó a su
provincia para brindar una charla. También lo visitó hace un mes junto al
ministro del Interior, Wado de Pedro. “Manzur lo escucha y le pregunta mucho”,
cuentan testigos de esa relación.
Tras el cimbronazo
de las PASO y las dudas sobre su futuro, Guzmán se focalizó en la
implementación de varias medidas que se anunciaron en los últimos días. Fue
quien motorizó la decisión de que el salario mínimo tenga un incremento por
encima de la inflación. También trabajó codo a codo con Matías Lammens para
lanzar el Previaje y decidió sumar al gabinete económico al ministro de
Desarrollo Social, Juan Zabaleta, con quien define los últimos retoques de lo
que será el primer paso para convertir planes sociales en trabajo formal.
En los últimos días
también avanzó con otras medidas con Julián Domínguez (Agricultura) –por el
proyecto de ley para el agro–, Matías Kulfas (Desarrollo Productivo), Gabriel
Katopodis (Obras Públicas) y el canciller Santiago Cafiero, con el Mercosur
como principal preocupación. Y ya dio el visto bueno para que se anuncie,
cuando el Presidente lo disponga, el bono para jubilados y beneficiarios de la
Asignación Universal por Hijo (AUH).
Parte de la
financiación de todas las medidas que se están implementando saldrán de los
ministerios que están subejecutando sus presupuestos. Ahí el ojo está puesto en
cuatro carteras: Transporte, a cargo de Alexis Guerrera; Interior, de De Pedro;
Mujeres, de Elizabeth Gómez Alcorta, y Agricultura, donde recién se asentó
Julián Domínguez.
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