Se fue setiembre
haciendo gala de su pésimo historial. Mientras Goldman le puso un
número a la deuda fuera de balance de la china Evergrande: u$s170.000 millones.
Un tema que para nada ha terminado. A nivel local, mientras el Banco Central no
para de vender reservas de dólares (nada que sorprenda a esta altura del
campeonato), y decanta la crisis política, la atención apenas se distrae con
los tibios anuncios y se potencian las especulaciones sobre el día después del
14-N.
Cada día está más
claro que con este stock de reservas netas será muy complicada transitar el fin
de año. Es más, hoy los analistas están más preocupados por lo que haga el
Gobierno en este trimestre que en una radicalización de la política económica a
partir de 2022. Al respecto ya empezaron a “imaginar” artilugios para el
próximo año que van desde la “generación” de utilidades del Banco Central, lo
que implicaría una devaluación antes del brindis de fin de año o bien
desdoblando tipos de cambio; la “creatividad” con los límites de la Carta
Orgánica; hasta un swap masivo de Pases y Leliq por bonos soberanos y/o
reducción del déficit primario por debajo del 3% PBI.
Detrás de las
bambalinas de las mesas neoyorkinas ya comenzaron las apuestas sobre el futuro
de JePo, cuyo mandato al frente de la Fed vence el próximo 5 de febrero. Por el momento, el
mercado parece apostar a la reelección, aunque la presión para que esto no
ocurra aumenta desde algunos sectores.
Un claro ejemplo es
la senadora demócrata por Massachusetts, Elizabeth Warren, que
arremetió duramente contra el jefe de la Fed, Jerome Powell, refiriéndose
a él como un “hombre peligroso”, al alegar que su regulación laxa de los
mercados financieros aumenta el riesgo de que se desencadene una nueva crisis y
de provocar futuros rescates. Sin embargo, pareciera que el mercado no lo ve
así y Joe Biden tampoco. Pero si bien las probabilidades
favorecen a JePo, nada está definido, dada la oposición de algunos demócratas
más progresistas.
Aun así, en Wall Street descuentan que su reelección contará probablemente
con un amplio apoyo bipartidista, de parte de Janet Yellen (Secretaria
del Tesoro), de un demócrata moderado clave, el senador Jon Tester, y de varios
senadores republicanos, como Rob Portan (Ohio), Thom Tillis (Carolina del
Norte), Mike Rounds (Dakota del Sur), Jerry Moran (Kansas) y Stevef Daines
(Montana).
La salida de Robert
Kaplan (Fed de Dallas) y Eric Rosengren (Fed de Boston) no parece que vaya a
obstaculizar la reelección de Powell, quien parece desvalorizar el impacto del
escándalo (ambos renunciaron al descubrirse que habían hecho operaciones
millonarias con acciones). Por las dudas ya hay un second best: la gobernadora
de la Fed, Lael Brainard. Es la alternativa favorita a Powell entre los
demócratas más progresistas.
De no ser así,
suena para sustituir a Randal Quarles, vicepresidente de supervisión bancaria
de la Fed, para reestablecer una supervisión más estrictas de las instituciones
financieras. Por su parte Quarles planteó la idea de permanecer como gobernador
de la Fed (su mandato termina en enero de 2023) incluso si es degradado, lo que
sería muy inusual.
Aunque Quarles siga
como gobernador, se especula con que Biden tendría la oportunidad de cubrir
otros dos puestos de gobernador en la junta. Uno de los puestos está
actualmente vacante y el otro lo ocupa el vicepresidente Richard Clarida, que
se incorporó a la Fed en septiembre de 2018, cubriendo un mandato no expirado
que finaliza el 31 de enero de 2022. Se apuesta a que Clarida no será reelegido
para un mandato completo, ya que fue nombrado por Trump. Pese a todo este
aquelarre, en Wall Street esperan que Biden aproveche para remodelar la Junta
de Gobernadores de la Fed, nombrando funcionarios que se inclinen por una
postura más “dovish” (paloma o partidarios de una política monetaria
acomodaticia), ya que priorizan un aumento del empleo amplio e inclusivo.
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