Por Melisa Reinhold
- “Qué bien que estábamos cuando creíamos que estábamos mal”, repiten los
dueños de las casas y agencias de cambio autorizadas por el Banco Central
(BCRA), rememorando las épocas de la segunda presidencia de Cristina Kirchner.
No poder abrir sus puertas durante nueve meses por la pandemia de coronavirus
dejó a pocas en pie. Pero que en diciembre las autoricen a abrir con la expresa
condición de que no vendan dólares ahorro, aún en línea con las restricciones
vigentes, las terminó por sentenciar: hoy tienen la menor participación
histórica del mercado cambiario.
“Los locales solo
podemos abrir para comprar y vender monedas de países limítrofes [reales, pesos
uruguayos, chilenos y guaraníes], una decisión que no responde a ningún
criterio racional. Por un lado, porque en 2020 el sector representó el 0,09% de
los volúmenes operados, no existimos, no podemos significar ningún riesgo para
las reservas. Por el otro, porque está tan restringido el movimiento de dólares
que por más que abramos no hay mucho que vender”, se quejó un cambista de la
ciudad de Buenos Aires que pidió mantener su nombre en reserva.
Según pudo saber la
nacion, la Cámara Argentina de Casas y Agencias de Cambio (Cadecac) presentó el
reclamo ante el Banco Central para señalar la crítica situación. Entre los
planteos, pidió que se habilitara la posibilidad de realizar actividades
complementarias, como la prestación de servicios de pagos y cobros (como
Rapipago, Pagofácil y Cobro Express, entre otras).
“Uno de nuestros
pedidos, que no tuvo recepción, fue un poco de comprensión para que nos dejen
hacer otras actividades comerciales. No que no tuvieran vinculación alguna con
el sistema financiero, sino líneas de negocio que tuvieran alguna congruencia”,
expresó Mario Mochetti, presidente de la Cadecac.
La única actividad
complementaria accesoria admitida durante este año y medio fue la de turismo y
la venta de pasajes, en un país que tiene las fronteras cerradas (recién en
octubre comenzará su reapertura paulatina) y que no permitía el turismo interno
en las peores épocas de la crisis epidemiológica.
“Como agencias
estamos autorizadas a realizar cualquier actividad que tenga que ver con
turismo. Nosotros
estamos con un
proyecto de inversión para enfocarnos en estos servicios, aunque bien sabemos
que el turismo también fue muy castigado. Pero ahora que se empieza a liberar y
tranquilizar la circulación de gente, intentaremos mantener la firma con la
parte de turismo, a la espera de que la parte cambiaria se regularice en un
futuro”, contó Diego Fernando Zapaya, de la agencia de cambios misionera
Konfianza Cambios.
Estas normativas
las posicionaron en desventaja con respecto a otros jugadores del mercado, como
los bancos. En ambos casos pueden vender dólares a través de sus plataformas
electrónicas. Sin embargo, los bancos ya tenían sus sistemas preparados para
operar remotamente, mientras que las agencias tuvieron que correr contra reloj
para adaptarse. Aun así, el volumen de negocio no lo hace rentable. “Hoy
tenemos una competencia desleal imposible de igualar; si no podemos vender
dólares oficiales para el ahorro, no tiene sentido tener una casa de cambio”,
expresó un operador.
La otra cara del
asunto es la cantidad de sumarios que las casas de cambio aseguran estar
recibiendo del Banco Central. “Es por chiquitaje. Muchos cayeron porque
inspeccionaron las plataformas online y decían que no se cumplían los
requisitos de tecnología informática. En principio, rige un sistema de mejora
permanente, te observo y mejorás, pero acá están suspendiendo directamente. No
te dejan trabajar, nos están desapareciendo”, bramaron en otra agencia.
El Banco Central
admite la crisis de las agencias. Según números oficiales, el volumen operado
en julio –último dato disponible– entre las entidades autorizadas “evidenció
una elevada concentración”: las primeras diez entidades centralizaron casi el
79% del volumen. Los bancos públicos acumularon el 21% y las casas de cambio,
menos del 0,1%.
“En la continuidad
del contexto de la pandemia y las medidas adoptadas por el Gobierno para
mitigar la propagación del Covid-19, sumado a que las operaciones efectuadas en
el mercado de cambios se canalizaron casi en su totalidad a través de los
canales virtuales, en julio operaron 97 entidades (cuando antes de la pandemia
se registraban habitualmente operaciones por más de 245 entidades financieras y
cambiarias) y se cursaron operaciones con 24 monedas diferentes, cuando
habitualmente se operaban unas 45 monedas distintas”, resaltó el BCRA en su
último informe mensual de Evolución del Mercado Cambiario.
Otro dato: en
julio, el 94,1% de las operaciones se realizaron con dólares y el 5,2%, en
euros. Solo un 0,7% del volumen fue hecho en otras 22 monedas. En otras
palabras, a las casas de cambio oficiales no las dejan operar en las divisas
que más interés generan en los compradores.
De acuerdo con
números aproximados del sector, en el último año y medio cerraron 400 puntos de
venta. Como consecuencia, unas 2500 personas se quedaron sin trabajo, tanto
directa como indirectamente. De los que quedan en pie y todavía tienen la
patente activa, algunas deciden no operar hasta que el panorama se aclare en un
futuro.
La apertura de
fronteras tampoco es la solución de los problemas para las agencias. Con los
tipos de cambio desdoblados, las “cuevas” o los “arbolitos” dejan fuera del
mercado a las entidades autorizadas. “Es bastante difícil que el turismo se
vuelque a operar en entidadesreguladasyhayuntemorde que exista un derrame
importante al mercado marginal, porque va en contra de nuestros intereses y la
posibilidad de mantener las entidades abiertas y activas”, agregó Mochetti.
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