El periódico
británico Financial Times dedicó una de sus editoriales del día a analizar la
situación en la que se encuentra el gobierno de Alberto
Fernández luego de casi dos años en el poder y una dura derrota en las
primarias abiertas, simultáneas y obligatorias de este mes. El consejo de
redacción de la publicación especializada en economía y finanzas advirtió
que la Argentina corre el riesgo de repetir sus “penurias económicas” si
el mandatario se inclina por aumentar el gasto adicional financiado con emisión
monetaria, sin acordar con el FMI ni restaurar la confianza de las empresas
para impulsar la inversión.
El texto, que lleva
por título “Argentina se arriesga a repetir sus problemas económicos” (Argentina
could repeat its economic woes) toma la forma de una advertencia respecto
del rumbo económico que el Gobierno argentino está profundizando. Y predice que
el país sufrirá una nueva crisis económica seguida de una derrota electoral del
oficialismo en 2023, si el presidente no tuerce el rumbo.
“La historia tiene la desagradable costumbre
de repetirse en Argentina”, sostiene el texto antes de asegurar que la
situación actual tiene soluciones conocidas: “La inversión del sector privado
es esencial para sacar a la economía de la recesión. Hay que frenar el
gasto público para reducir una de las tasas de inflación más altas del mundo.
Es necesario un acuerdo con el FMI para reprogramar la deuda y restablecer el
acceso a los mercados internacionales”.
“Sin embargo, la respuesta del gobierno
peronista a la reciente derrota en las elecciones primarias no implicó ninguna
de estas cosas”, lamentó el Financial Times.
Respecto de la
disputa de poder dentro del Gabinete nacional, la publicación especializada
sostuvo que tras la derrota en las PASO el gobierno fue rediseñado para sumar
poder a Cristina Kirchner e intentar mejorar la suerte del oficialismo en
noviembre. Pero que tales conflictos eran predecibles.
“Este dúo nunca iba
a ser una pirueta política fácil de ejecutar”, dijo en referencia a Alberto
Fernández y la vicepresidenta. “La pareja se unió antes de las últimas
elecciones, pero se mantuvieron importantes diferencias. Los instintos de
Fernández son más pragmáticos, mientras que ella es partidaria de una mayor
intervención, un generoso gasto en bienestar y medidas poco ortodoxas para
pagarlo. Su diagnóstico de la derrota de los peronistas en las primarias fue
que Fernández había aplicado políticas de austeridad equivocadas”, sostuvo.
La editorial en la web del Financial Times
“Otros problemas a
los que se enfrentan los peronistas son en gran medida de su propia
cosecha. El presidente impuso uno de los cierres más largos y estrictos
del mundo, que paralizó la economía pero no logró controlar el virus. Como
resultado, Argentina tiene una de las tasas de mortalidad más altas del mundo
por Covid-19. La vacunación se vio comprometida por una temprana decisión de
apostar fuertemente por la vacuna rusa Sputnik”, agregó el periódico británico,
sin olvidarse de los escándalos del vacunatorio VIP y el cumpleaños de la
primera dama en plena cuarentena.
La receta aplicada,
sostiene la editorial, sigue siendo la equivocada.
“La confianza de
las empresas sigue siendo baja, perjudicada por las numerosas intervenciones
del gobierno en la economía para controlar los precios, gestionar el tipo de
cambio y gravar las exportaciones agrícolas. Argentina sigue aislada de los
mercados internacionales de deuda a falta de un acuerdo con el FMI, lo que
obliga al gobierno a imprimir dinero para financiar el gasto”, sentenció.
“Aunque la pandemia ha agravado las tensiones
sociales y las necesidades de los más desfavorecidos son acuciantes, el gasto
adicional ahora sólo empeorará la inflación, que perjudica principalmente a los
pobres. Sin una reactivación del sector privado en Argentina, no habrá dinero
para que el gobierno gaste”, dijo.
“El gobierno
debería actuar rápidamente para restaurar la confianza de las empresas, reducir
la intervención en la economía, recortar el gasto público y alcanzar un acuerdo
con el FMI. Si no lo hace, se avecina una crisis económica, seguida de una
victoria de la oposición en las próximas elecciones presidenciales. Esta es una
parte de la historia argentina que Kirchner no querrá repetir”, concluye el
texto.
Editorial completo:
La historia
tiene la desagradable costumbre de repetirse en Argentina. El país ha
incumplido nueve veces su deuda soberana en medio de crisis económicas tan
frecuentes que se han convertido en una forma de vida. El puesto de ministro de
economía es especialmente peligroso: 17 personas han ocupado el cargo en este
siglo, junto con 13 gobernadores del banco central.
Los inversores
también tienen una lista de deseos conocida. La inversión del sector privado es
esencial para sacar a la economía de la recesión. Hay que frenar el gasto
público para reducir una de las tasas de inflación más altas del mundo. Es
necesario un acuerdo con el FMI para reprogramar la deuda y restablecer el
acceso a los mercados internacionales.
Sin embargo, la
respuesta del gobierno peronista a la reciente derrota en las elecciones
primarias no implicó ninguna de estas cosas. En su lugar, una disputa entre sus
principales figuras, el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta
Cristina Fernández de Kirchner, fue seguida de una remodelación del gabinete
para aumentar el poder de Kirchner y de medidas de gasto a corto plazo para
impulsar la suerte peronista en las elecciones legislativas de noviembre.
Este dúo nunca
iba a ser una pirueta política fácil de ejecutar. Kirchner es la figura más
destacada del peronismo, ya que fue presidente entre 2007 y 2015. Fernández,
que no es pariente, trabajó brevemente como jefe de gabinete de Kirchner, pero
dimitió abruptamente en 2008 en una disputa sobre el alcance de la intervención
del gobierno en la economía.
La pareja se
unió antes de las últimas elecciones, pero se mantuvieron importantes
diferencias. Los instintos de Fernández son más pragmáticos, mientras que ella
es partidaria de una mayor intervención, un generoso gasto en bienestar y medidas
poco ortodoxas para pagarlo. Su diagnóstico de la derrota de los peronistas en
las primarias fue que Fernández había aplicado políticas de austeridad
equivocadas.
Otros problemas
a los que se enfrentan los peronistas son en gran medida de su propia cosecha.
El presidente impuso uno de los cierres más largos y estrictos del mundo, que
paralizó la economía pero no logró controlar el virus. Como resultado,
Argentina tiene una de las tasas de mortalidad más altas del mundo por
Covid-19. La vacunación se vio comprometida por una temprana decisión de
apostar fuertemente por la vacuna rusa Sputnik.
A un escándalo
por el acceso privilegiado a la vacunación de peronistas con buenos contactos
le siguió otro por una fiesta de cumpleaños ilegal celebrada por el presidente
para su novia en su residencia oficial en pleno cierre.
La confianza de
las empresas sigue siendo baja, perjudicada por las numerosas intervenciones
del gobierno en la economía para controlar los precios, gestionar el tipo de
cambio y gravar las exportaciones agrícolas. Argentina sigue aislada de los
mercados internacionales de deuda a falta de un acuerdo con el FMI, lo que
obliga al gobierno a imprimir dinero para financiar el gasto.
El diagnóstico
de Kirchner sobre la situación es erróneo. Aunque la pandemia ha agravado las
tensiones sociales y las necesidades de los más desfavorecidos son acuciantes,
el gasto adicional ahora sólo empeorará la inflación, que perjudica
principalmente a los pobres. Sin una reactivación del sector privado en Argentina,
no habrá dinero para que el gobierno gaste.
Probablemente
sea demasiado esperar que se adopten políticas económicas sensatas antes de las
elecciones legislativas de noviembre, en las que está en riesgo la mayoría
peronista en el Senado. Pero después de eso, el gobierno debería actuar
rápidamente para restaurar la confianza de las empresas, reducir la
intervención en la economía, recortar el gasto público y alcanzar un acuerdo
con el FMI.
Si no lo hace,
se avecina una crisis económica, seguida de una victoria de la oposición en las
próximas elecciones presidenciales. Esta es una parte de la historia argentina
que Kirchner no querrá repetir.
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