Por Javier Blanco -
Las señales de desconfianza hacia el futuro de la política cambiaria del
Gobierno no dejan de crecer. Nadie duda de que la administración Fernández hará
todo lo que esté a su alcance para evitar una devaluación brusca del peso,
sabiendo que afectaría la gobernabilidad. Pero, a la vez, nadie duda de que la
estrategia actual, de actualizar al dólar sostenidamente por debajo de la
inflación, es insostenible y deberá ser revisada. Hay datos que ya lo muestran
a las claras:
* El nivel del tipo
de cambio real multilateral (un indicador sobre la competitividad del peso que
elabora el BCRA tomando en cuenta la canasta de monedas de los países con los
que más comercia la Argentina) alcanzó en los últimos días los 110 puntos
(había arrancado el año en torno a 125), el mismo nivel que tenía a fines de
julio de 2019, es decir, los días previos a las PASO de la elección presidencial
que precisamente desembocaría en otra fuerte devaluación del peso.
* La tenencia de
reservas propias del BCRA vuelve a estar en franco retroceso (perforó los
US$5800 millones y las líquidas estarían en torno a los US$2100 millones),
mientras no dejan de inyectarse pesos a la economía en momentos en que la deuda
remunerada de ese organismo alcanzó un nivel tal ($4,2 billones) que limita
fuertemente sus esfuerzos de esterilización monetaria, ya que para pagarla debe
emitir a su vez $67 por cada $100 que absorbe.
* El dólar a nivel
mundial, que se mantuvo fuertemente devaluado en medio de la pandemia (ayudando
a la Argentina a devaluar el peso sin devaluar), comienza a dar señales de
buscar un nuevo piso por encima de los 93 puntos, según el Dollar Index (93,32
el viernes), que lo mide frente a otras seis divisas semejantes. Eso pone
presión sobre las monedas emergentes menos reguladas, como el real brasileño,
que se devaluó otro 0,7% el viernes.
Los datos explican
la inquietud creciente que muestra el mercado. No en vano en el último mes se
disparó la demanda de dólar futuro y crece la fuga de divisas, como muestra la
escalada en la cotización del dólar CCL, que lo lleva a rozar los $200 (95% de
brecha con el oficial), en medio de una generalizada búsqueda de coberturas
cambiarias.
Los analistas creen
que la actual dinámica del mercado obligará al Gobierno a tomar definiciones
para tratar de modificar expectativas o abandonar súbitamente su actual
estrategia cambiaria, como sucediera en circunstancias similares en enero de
2014, previo a la devaluación de entonces.
“El dato más poderoso
es que no hay nadie en el mercado que desconozca que al BCRA se le están
volviendo a agotar las reservas líquidas. Y encima el tipo de cambio real
volvió a niveles de junio de 2019, en momentos en que tenés menos credibilidad
e incluso menos reservas que en aquel entonces. Ergo: necesitás otro nivel de
dólar”, sostiene Andrés Borenstein, economista asociado en la consultora
Econviews.
“El BCRA lleva
vendidos US$1000 millones de sus reservas en el mercado desde el 26 de agosto.
Es lo que llevó al mercado a rehacer cuentas y concluir que algo tendrá que
cambiar tras las elecciones: nuestro escenario es que el BCRA deberá acelerar
el crawling peg, porque seguir devaluando al 1% se le hará insostenible. O
tendrá que ampliar más el cepo, aunque no hay mucho espacio ya para eso”,
sostiene Fernando Marull, economista de FYMA.
Para Jorge Neyro,
de la consultora ACM, la inquietud se acelera por las crecientes dificultades
que mostró el BCRA para “retener los dólares que había logrado recomprar desde
comienzos de año”, algo que probablemente se le haga más complicado de
persistir esta “brecha altísima”. “Una brecha que no para de subir pese a los
esfuerzos oficiales y la expectativa cada vez más generalizada sobre un ajuste
del tipo de cambio oficial después de las elecciones ayudan a que el dólar
oficial luzca atrasado”.
Para el economista
Jorge Vasconcelos, vicepresidente e investigador del Ieral de Fundación
Mediterránea, el mejor indicador sobre el nivel cambiario en una economía bajo
estas condiciones es la evolución del gasto público medido en dólares al tipo
de cambio oficial. “En 2019, por ejemplo, el gasto primario del sector público
nacional fue equivalente a US$80.0000 millones al tipo de cambio oficial. Este
año ya se aproxima a los US$100.000 millones y el presupuesto 2022 lo estima
(al dólar de $116,5 promedio planteado en el proyecto) en US$112.500 millones,
es decir, 40% más que en 2019. Para estabilizarlo en US$80.000 millones
necesitarías el cambio a $160”, explica.
Según Vasconcelos,
“la medición tradicional de tipo de cambio real, al usar IPC para deflactar,
tiene desventajas en situaciones de inflación reprimida”. Por eso prefiere
medirlo en función de la evolución del gasto primario en dólares, un cálculo
que le empieza a dar “señales de atraso cambiario, que se harán insostenibles
de cara a 2022”.
A la misma
conclusión llegan quienes miran los números del BCRA, y advierten que
necesitará alinear la tasa de crecimiento de su monumental deuda (46% en el
año) con la de devaluación del peso para recuperar el margen de maniobra que le
permita, al menos, contener la inflación con su política monetaria, dado que se
descuenta que será reacio a subir las tasas.
En la consultora
LCG tampoco están tan seguros de que la competitividad del peso no haya entrado
en zona problemática. “El tipo de cambio real bilateral (peso versus dólar)
ajustado por presión tributaria retomó un valor similar al de la
convertibilidad”, apuntan.
El cuadro de
situación, apenas aliviado porque en las últimas tres jornadas el BCRA dejó de
vender dólares en el mercado de contado, explica la carrera alcista que ensaya
el precio del dólar CCL “libre”, es decir, operado con acciones y otros papeles
que no esté al alcance de la intervención oficial. “Que el nerviosismo sigue
creciendo lo muestra el dólar y castigo que sufren las acciones o paridades de los
bonos en dólares, atentos a cada medida que anuncia el Gobierno y que pueda
deteriorar aún más la delicada situación macroeconómica. Lo concreto es que
nada cierra en el mercado local. Las divergencias y contradicciones se
multiplican por todos lados, y lo único claro es que, luego de las elecciones,
algo deberá cambiar”, alertó la consultora Delphos Investment.
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