Domingo 26 - Por Pablo Wende - El plan de imprimir dinero para poner “platita” en los bolsillos,
como expresó el candidato a diputado Daniel Gollán, no es una idea
original. Ya en 1969 el economista y premio Nobel Milton Friedman inventó
la descripción de “helicopter money”, es decir el dinero que cae del cielo (de
un helicóptero en este caso) para reactivar regalándole dinero a la gente.
Básicamente en aquel momento se usó para describir los efectos de la emisión
monetaria en distintas variables, particularmente la inflación.
Con el paso de los
años, la academia económica concluyó que este tipo de política, de grandes
expansiones monetarias, deben usarse en casos muy puntuales de deflación, o sea
un contexto que es exactamente el contrario en el caso de Argentina. Este
año la inflación superará el 45% y podría incluso acercarse al 50%. Tirar más
plata desde el cielo (o en concreto, desde el Banco Central) es echarle más
nafta al fuego.
La renovada
escalada de la divisa es un llamado de atención en medio de la desesperación
oficial por reactivar el consumo, cueste lo que cueste. El motivo
principal que explica la escalada del dólar libre en los últimos días es que el
Central decidió cuidar sus dólares, tras haber perdido cerca de USD 1.200
millones desde fines de agosto. El economista Gabriel
Rubinstein advirtió esta semana que a este ritmo la entidad se quedaría sin
reservas líquidas exactamente un día antes de las elecciones legislativas.
Cuidar las reservas
Ante una dinámica
insostenible, la decisión que se tomó en la semana que pasó fue la de
cuidar las reservas y aflojar con las intervenciones en el mercado. La
consecuencia es que el ritmo de venta de divisas vía mercado de bonos, que es
el mecanismo utilizado para que no se dispare la brecha cambiaria, pasó de USD
20 millones diarios a solo USD 5 millones. Pero con menos oferta del
Central, el dólar “contado con liquidación”, que es el que utilizan las
empresas para dolarizarse, saltó hasta $ 194 al cierre de la última semana. La
brecha cambiaria crece peligrosamente y se acerca al 90%.
Pero también fue
necesario tomar decisiones fuertes para no seguir perdiendo reservas en el mercado
oficial. Tal como adelantó Infobae esta semana, se dispusieron fuertes medidas
para reducir el volumen de importaciones, sobre todo en un momento de menos
oferta de divisas por motivos estacionales.
No les dan pelotita
Los locales
deportivos se quedaron sin pelotitas de tenis. Están cerradas las importaciones
y el fabricante local no puede comprar la materia prima para fabricarlas. No es
el único caso. Es muy difícil conseguir un par de zapatillas deportivas y
crece la escasez de indumentaria, también faltan cápsulas de café, neumáticos
para autos de alta gama y es difícil conseguir repuestos de
vehículos. Otros sectores también tienen dificultades como mueblerías y
bazares. La AFIP se puso mucho más restrictiva a la hora de firmar las SIMI (permisos
de importación) y crece la preocupación en los locales, porque ya prácticamente
se quedaron sin reposición de muchos artículos.
Un verdadero lujo
en estos días EFE/EPA/KOEN SUYK
“Dentro de los
próximos 60 dias comenzará un cierre masivo de locales deportivos, tanto de
cadenas nacionales como de cadenas regionales, ante la falta de mercadería para
vender”, advirtió uno de los principales jugadores de este segmento. Por otra
parte, la mayoría de los productos son imposibles de reemplazar por nacionales.
En muchos casos porque directamente no se fabrican y en otros porque es
inviable reemplazar marcas de primer nivel internacional. La preocupación va
creciendo y se temen cierres masivos como en las cadenas de electrodomésticos,
junto a la pérdida de empleos formales.
De esta
forma, el peligro que corre la política de impulsar artificialmente el
consumo para dar vuelta las elecciones es no conseguir el efecto deseado ante
los problemas de oferta que presenta la economía y, peor aún, exacerbar los
desequilibrios. Es decir, impulsar más la inflación y el tipo de cambio, pero
sin generar un verdadero impulso en la actividad económica.
Las trabas a la
importación han sido recurrentes en la historia argentina, pero sobre todo
durante la vigencia de cepos cambiarios. Esto sucede porque el Gobierno se
termina quedando sin dólares y para mantener una cotización artificial termina
afectando la demanda de productos importados.
Certificada con
aviso de retorno
El impulso a la
demanda vía emisión monetaria que Cristina Kirchner demandó en su vehemente
carta hace diez días agravó todo, alertando a los inversores sobre lo que se
viene. La reacción lógica es adelantarse a esta montaña de pesos que se
avecina y no esperar a que suba el dólar luego de las elecciones o a fin de
año.
En el Banco Central
esperaban que una vez superadas las PASO volviera cierta calma a los mercados,
al menos hasta que se acercaran las elecciones legislativas. Pero las
peleas dentro del oficialismo y la presión para salir a poner plata en los bolsillos
alteraron todo y esa calma nunca llegó.
La manta para el
Central es más corta que nunca. El colchón muy finito de dólares que pudo
acumular en el primer semestre del año se está evaporando mucho más rápido que
lo esperado. Ahora hay pocas opciones. Se pierden las escasas reservas que
quedan para que los tipos de cambio se mantengan inalterados. O se cuidan las
reservas, pero a costa de una mayor presión cambiaria.
El Banco Central de
Reserva del Perú aumentó la proyección de crecimiento del PIB para este año a
11,9 % por el alza del sector de construcción, pero redujo la del 2022 a 3,4 %
por una menor expectativa de inversión privada. Fotografía de archivo.
EFE/Sebastiao Moreira
Memorias de octubre
El último susto
grande que tuvo el Gobierno, y la sociedad argentina, fue en octubre del año
pasado cuando el dólar trepó a un récord de $ 190. Allí se impuso una política
fiscal más austera por parte de Martín Guzmán y el tipo de cambio
retrocedió hasta $ 140 para recién ahora volver a aquellos niveles casi un año
después.
El peligro de otra
espiral cambiaria e inflacionaria vuelve a estar latente. “Al igual que a esta
altura del año pasado, se está produciendo un fuerte deterioro de las reservas
del Banco Central, mientras el equipo económico parece estar viendo otra
realidad”, indicó la consultora Invecq en su último informe para
clientes, rematando que “para los próximos meses vemos poco probable otro boom
de soja que permita zafar de una nueva corrección cambiaria”. De este modo, “el
desequilibrio fiscal-monetario pone en riesgo la estrategia cambiaria del
Gobierno y no hay elementos en el horizonte que no haga prever una corrección
no traumática”.
Los próximos 50
días, hasta las elecciones legislativas, estarán marcados por la presión del
Gobierno por volcar dinero en la calle y reactivar el consumo, pero al mismo
tiempo mayores presiones sobre el tipo de cambio y las reservas. La incógnita
es si hay espaldas para “aguantar” hasta el 14 de noviembre. Después de las
elecciones empieza otra historia, que inevitablemente tendrá al acuerdo con el
FMI como protagonista.
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