Por Salvador Di Stéfano - El Gobierno busca maquillar
las cuentas públicas con atraso cambiario, sin embargo, lo que está gestando es una mayor
crisis a futuro. Con este tipo de cambio no somos competitivos. Si seguimos emitiendo nos vamos a empachar de
pesos.
El PBI anualizado
al segundo trimestre del año 2021 nos da una serie de valores que aportan a la
confusión general:
El PBI en términos
constantes se ubica en $656.338 millones y sube el 1,1% en un año
El PBI a precios
corrientes se ubica en $36.087.898 millones y aumenta el 48,2% en un año
El dólar se ubica
en $95,70 y en un año sube el 35,8%
El PBI en dólares
se ubica en u$s377.094 millones y sube interanualmente el 9,1%.
La pregunta
obligada es por qué sube tanto el PBI en dólares. La respuesta es sencilla,
aquí opera la magia del atraso cambiario, ya que la tasa de cambio sube muchos
menos que la tasa de inflación. Esto nos genera
profundas distorsiones a la hora de analizar las cuentas públicas.
Si el Gobierno
sigue con la política de atrasar el tipo de cambio, como lo hace durante este
año y manifiesta que lo va a realizar en el presupuesto del año 2022, no
tardaremos demasiado en tener restricciones del sector externo que
nos generen un faltante de dólares en el Banco Central.
Es cierto que el
tipo de cambio multilateral del Banco Central no refleja este atraso cambiario,
pero no es menos cierto que los impuestos distorsivos, como
retenciones, impuesto a las Ganancias sin que pueda aplicarse el ajuste por
inflación pleno y los altos costos de logística, no se incorporan en el análisis
de dicho tipo de cambio, generando distorsiones en las conclusiones.
Argentina muestra
un severo atraso cambiario, que lo debe resolver en términos
nominales (ajustando el tipo de cambio) o bien en términos reales disminuyendo
costos, lo que implicaría una reducción de impuestos. Dada la falta de
idoneidad de la clase política argentina para administrar el presupuesto
público, todo parece indicar que terminaremos con una suba de tipo de
cambio, más inflación
y aumento de la pobreza.
Cuentas fiscales
Las cuentas
fiscales, al mes de agosto de 2021, muestran resultados preocupantes.
El déficit del mes
de agosto se ubica en $193.393 millones, esto fue financiado íntegramente con
emisión monetaria, ya que los envíos de fondos del Banco Central a Tesorería sumaron
$200.000 millones durante el mismo mes.
El déficit de los
primeros 8 meses del año sumó $867.524 millones, esto fue financiado en un
81,8% por la emisión monetaria del Banco Central que ascendió a $710.000
millones.
El déficit acumulado de los últimos 12 meses ascendió a
$1.641.209 millones, el 73,9% de dicho déficit fue financiado por la emisión
monetaria del Banco Central que ascendió a $1.212.702 millones.
Estos datos revelan
que la llave para cubrir las partidas presupuestarias pasa por la emisión y
posterior absorción de pesos que pasan a forma parte de los pasivos monetarios
del Banco Central y cuyos intereses generan el déficit cuasi fiscal de la
institución. En los últimos 12 meses el Banco Central pagó intereses por
$1.114.336 millones, cifra que es un 87,0% superior a los intereses que paga la
Tesorería por los bonos emitidos.
Lo que viene, lo que
viene
El resultado fiscal
de los primeros 8 meses se ubica en los $ 867.524 millones. El propio ministro
de economía, Martín Guzmán, en el proyecto de presupuesto 2022 nos indica
que el déficit esperado para el año 2021 se ubicaría
en $2.311.729 millones.
De esto se
desprende que el déficit esperado para los próximos 4 meses ascendería a $
.444.205 millones. Este déficit sería financiado mayoritariamente
con emisión monetaria.
Según nuestro
cálculo, el Banco Central podría emitir hasta $ 1.000.000 millones. Una emisión
de esta magnitud sería más elevada en términos nominales que la realizada en el
segundo trimestre del año 2020 en plena pandemia cuando el Banco Central emitió
$ 940.000 millones.
Conclusiones
En los meses que restan es muy probable que el Banco Central
siga perdiendo reservas, y el mejor pronóstico es que se ubiquen en torno de
los u$s38.000 a u$s40.000 millones hacia fin de año.
Los pasivos
monetarios del Banco Central, que hoy se ubican en torno de los $7,1 millón de
millones, podrían crecer a niveles de $9,0 millón de millones, dada la mayor
emisión, los intereses devengados de la deuda del Banco Central y la necesidad
de pesos en el mercado.
Con este escenario
por delante, no sería extraño que los dólares alternativos alcancen
niveles muy elevados en función de los precios actuales, aumente el
riesgo país y compliquen el normal funcionamiento de nuestra economía.
Políticas públicas que nos empujen a mayor emisión, atraso
cambiario, endeudamiento del Banco Central y déficit fiscal más elevado, no
hace más que contribuir a la confusión general y nos llevan a que se dificulte el proceso de toma de
decisiones, con una menor inversión en la economía.
En los primeros
meses del año, el Gobierno bajó el déficit fiscal primario en un 59,7%, pero el
déficit fiscal total, incluido el pago de intereses del Banco Central, solo
disminuyó el 11,1% anual. El mal endémico son los intereses que se pagan al
Banco Central por financiar a la Tesorería. Sin resolver el problema del
déficit y su financiamiento, los problemas estructurales de Argentina se irán
profundizando.
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