Por Sofía Diamante
- El domingo, a las 21, el Ministerio de Economía necesitó hacer una aclaración
acerca de la planificación tarifaria para 2022. Dijo que la reducción en el
gasto en subsidios de las tarifas, que pasará del 2,2% del PBI que se prevé
para este año al 1,5% del PBI que estima el presupuesto para 2022, se logrará
mediante tres “acciones concretas”. El comunicado de prensa llamó la atención
por el horario y la urgencia, pero la aclaración pareció tener como
destinatario al propio oficialismo.
En primer lugar,
Economía destacó que el programa de estímulo a la producción que lanzó en 2017
el entonces ministro de Energía macrista Juan José Aranguren finaliza este año
y que, por lo tanto, se ahorrarán US$600 millones. En segundo lugar, aclaró que
se harán obras de infraestructura que costarán $100.000 millones, pero que
permitirán generar casi de forma inmediata un “mayor ahorro fiscal producto de
la sustitución de importaciones y el menor costo del gas”. Por último, sin
aclarar cómo, esa cartera dijo que habrá una “segmentación en el subsidio de
las tarifas, que permita construir un esquema tarifario más progresivo y seguir
acompañando a los sectores que lo requieren a través de un uso eficiente de los
recursos del Estado”.
Dentro de los
subsidios a la energía, el sector eléctrico se lleva la mayor parte de las
transferencias. Esto sucede por dos causas. Primero, porque los usuarios
residenciales de todo el país pagan en promedio solo un 27% de lo que cuesta la
generación eléctrica. Segundo, porque los clientes situados en el área
metropolitana de Buenos Aires (AMBA), además, pagan muy poco por el servicio de
distribución eléctrica (donde operan Edenor y Edesur), y como a estas empresas
no les alcanzan los ingresos se financian también con las transferencias del
Tesoro. Esto genera a su vez una inequidad con los usuarios del interior.
Según el proyecto
de presupuesto que envió Martín Guzmán al Congreso la semana pasada, el
objetivo para el año próximo es que los usuarios del
servicioeléctricopaguenunpocomás por el costo de generación y lleguen a cubrir
el 43% del total. En números: hoy mantener el sistema eléctrico cuesta
alrededor de US$9000 millones, de los cuales el Estado financia US$6000
millones con subsidios.
Si bien el costo de
la generación eléctrica podría reducirse el año próximo si hay un alivio en la
sequía y mejora la generación hidráulica (que es la más económica de todas las
formas de generar electricidad), aun así el costo del precio estacional que
pagarían los usuarios debería aumentar 50% en dólares para que se cubra el 43%
que quiere el Ministerio de Economía.
Como el costo de
generación implica alrededor de la mitad de la tarifa eléctrica (la otra parte
es distribución e impuestos), el precio final del servicio debería subir 30%.
Este incremento no tiene en cuenta los costos que implicaría una devaluación de
la moneda (ya que es un sector dolarizado) ni el aumento adicional que habría
si además se actualiza el segmento de distribución.
La consultora
Econviews, además, resalta que en el proyecto de presupuesto solo hay un
aumento de menos del 10% interanual nominal en las erogaciones destinadas a
Cammesa, la compañía con control estatal que aporta la diferencia entre lo que
pagan los usuarios y el costo de generación eléctrica. En el mismo texto se
espera una inflación del 33%, por lo cual, en la práctica, hay una caída real
de las transferencias al sector eléctrico. Es cierto también que para este año
se habían presupuestado $445.000 millones para Cammesa y finalmente se le
destinarán al menos $700.000 millones, casi el doble.
“La realidad es que
si no suben el precio estacional que pagan los usuarios y si las distribuidoras
no le pagan a Cammesa la totalidad que corresponde, el Tesoro tiene que aportar
el dinero para mantener el sistema y que no estalle todo en el aire”, admiten
en el oficialismo.
Con el gas sucede
algo similar. El Gobierno lanzó el año pasado el Plan Gas.ar para evitar que la
producción siga cayendo y que no aumenten las importaciones. El retraso en la
implementación del programa hará que los resultados se vean con más claridad el
año próximo. Pero el plan que diseñó la Secretaría de Energía junto con
Economía quedó rengo, porque nunca se logró trasladar a tarifas el precio en
dólares que el Gobierno les prometió pagar a las productoras por cuatro años.
Hoy los usuarios
siguen pagando por el gas el precio que quedó fijado a comienzo de 2019 durante
el gobierno de Mauricio Macri: US$4,5 a un tipo de cambio de $45. En la
práctica son $202 el millón de BTU (medida inglesa que se utiliza en el sector)
o US$2 al tipo de cambio mayorista actual ($100). Por lo tanto, si el Gobierno
acordó pagar un precio promedio de US$3,5 a las productoras por el Plan Gas.ar,
aporta con transferencias casi la mitad de la tarifa: US$1,5 por millón de BTU.
Para que los subsidios no sigan creciendo, Economía debería aumentar las
tarifas en torno al alza que espera del tipo de cambio, de 28%, según el
proyecto de presupuesto 2022.
Si bien todavía el
proyecto de presupuesto no se trató en el Congreso, en el sector no creen que a
Guzmán le permitan aumentar ni cerca del 30% que planificó para que los
subsidios dejen de crecer. “Es imposible pensar que le autorizarán un aumento
después de perder las elecciones. Cristina ya está pensando en 2023”, dice un
empresario que conoce muy bien al oficialismo.
Un adelanto de este
pensamiento lo hizo público el mismo Máximo Kirchner este fin de semana en una
entrevista con Horacio Verbitsky en Radio Del Plata. “Nosotros siempre tratamos
y entendimos en aquella discusión por tarifas que se tenía que tomar en cuenta
cómo estaba la realidad de muchos argentinos y argentinas, incluso de aquellos
trabajadores formales que se encuentran por debajo de la línea de pobreza o en
sus límites. Eso se expresó y uno lo puede ver porque cuando uno estudia el
proceso electoral ve que la sociedad ha dado un mensaje y hay que
interpretarlo”, dijo el diputado.
Verbitsky le
preguntó luego sobre el aumento implícito de alrededor de 30% que se prevé para
el año próximo en tarifas, según reconstruyó el portal Econojournal. Kirchner
respondió: “Uno puede prever matemáticamente cuál debería ser el aumento, pero
también tiene que ver cómo está la sociedad. Uno no puede actuar en base
simplemente a cuentas matemáticas”. Guzmán, por ahora, pareciera enfrentarse a
la misma piedra que socavó su credibilidad durante este año.
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