Por Ruben
Ramallo - "El que apuesta al dólar, pierde" fue una frase que
lejos de ser una advertencia pronunciada por un Ministro de Economía, quedó
registrada en forma burlona por la memoria colectiva a lo largo de los años.
Aunque parezca
insólito, la advertencia de aquel funcionario tenía mucho de cierto, pues más
allá de la potencial "ganancia en pesos" que genera la
tenencia de dólares, que es de carácter local, el valor real de la moneda
estadounidense depende de la evolución de la inflación en su país de origen.
Entonces, si al
billete verde se le ajusta su valor por el IPC de los EE.UU. se puede
establecer cuál es la pérdida en términos reales del mismo y los resultados son
llamativos.
Si se considera un lapso de diez años, quien
compró u$s100 en 2010 y no realizó ninguna inversión con los mismos, pues los dejó en el
colchón, hoy verá que su poder de compra se habrá reducido en un 20%. Es decir
que en vez de ese monto inicial, su poder de compra se reducirá a solo 80
dólares.
Avanzando en el tiempo, los billetes adquiridos entre
2015 y 2017 muestran mermas del orden del 10/11% debido a que en esos años la
inflación en EE.UU. se ubicó por debajo del 1 por ciento anual.
Pero a partir de
2018 los índices de precios comenzaron a trepar en forma sostenida, pues
pasaron del 1,5% en 2018 y llegaron al 3% el año pasado, mientras que en lo que
va del año ya acumulan un avance del 4,7%, con picos entre abril y junio,
cuando se acercó peligrosamente al 1% mensual.
Con estos porcentajes, quien compró dólares a fines del
año pasado ya debe asumir una pérdida levemente por debajo del 5 por ciento.
Es decir que en
apenas los meses que van del año se acumula una baja en términos reales que es
nada menos que la cuarta parte de la serie iniciada en 2010.
La pasión por el dólar
A nadie le escapa
que en Argentina "se vive en pesos y se ahorra en dólares", más allá de los intentos de
diferentes gobiernos de alterar esta ecuación y los motivos son obvios.
La pasión por el
dólar a nivel global comenzó en los años 30 a partir de la consolidación de los
EE.UU. como potencia mundial y si bien esta tendencia fue evolucionando
a lo largo del tiempo, en el caso de nuestro país el punto culminante fue
el "Rodrigazo" de junio de 1975, que en cuestión de horas licuó los
ahorros en pesos de millones de personas.
Tan alto fue el
impacto que varios analistas consideran que "en ese momento comenzó la
desconfianza absoluta hacia el peso argentino, cualquiera fuera su
denominación".
Dos años después el
Banco Central autorizó a los bancos abrir cuentas en dólares y prácticamente en
paralelo se publicó el primer aviso de venta de un departamento con un precio
fijado en billetes verdes.
Según estimaciones
de consultoras privadas, la tenencia de dólares físicos en nuestro país sería cercana
a los u$s200.000 millones, es decir poco más del 60% del PBI
A partir de esa estimación se puede concluir que la
"foto" de hoy muestra que la cantidad de dólares per cápita
ascendería a u$s4.400, es decir un 50% más que en Estados Unidos, en donde el
monto sería
levemente superior a los 3.000 dólares.
Una explicación
para este fenómeno es que la moneda estadounidense es un instrumento de
protección frente a los colapsos de la economía argentina, la inestabilidad y
la alta inflación.
Si bien ese dato
sorprende, la "película" es mucho más elocuente sobre el deterioro de
la confianza respecto a la moneda nacional, pues hace cinco años la Reserva
Federal de los EE.UU. calculaba que la tenencia local era de unos u$s2.000 por
persona.
De la comparación de ambas cifras, que obviamente deben
tomarse como estimativas, puede concluirse que más allá de las
restricciones que se intenten imponer, no sólo creció la tenencia de quienes ya los
poseían, sino que también se expandió notablemente el número de personas que
accedieron a este mercado.
En cuanto a su
impacto en la vida cotidiana, se estima que salvo en momentos de altísima
incertidumbre, las personas que compran dólares siguen siendo una proporción
relativamente menor de aquellas a las que les importa su cotización, por lo que
"la centralidad de la moneda estadounidense tiene un gran componente
cultural".
En este contexto,
se presenta la rara paradoja de que los particulares atesoran dólares por fuera
del sistema financiero, de ahí la definición de "fuga de capitales",
por encima de sus necesidades, en tanto que el país no puede crecer de manera
sostenida pues no genera las divisas necesarias para ello, con el consiguiente
desequilibrio en el sector externo que suele desembocar en las clásicas crisis
argentinas, que se intentan resolver con devaluaciones que en definitiva
provocan más inflación.
Y es precisamente
en estas circunstancias, cuando se supone que la mejor cobertura suelen ser los
billetes verdes.
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