Por Javier Blanco -
El Gobierno pidió –y obtuvo– del Banco Central (BCRA) una nueva asistencia
financiera, la tercera del mes, al cumplirse el pasado miércoles la primera
quincena. Esta vez, fue por otros $60.000 millones que la administración de
Alberto Fernández usará para seguir expandiendo el gasto en procura de mejorar
su chances electorales, con lo que ya recibió $200.000 millones por ese
concepto en apenas 15 días (nueve jornadas hábiles en realidad), contabilizando
los $60.000 millones que le habían girado el viernes 3 y los $80.000 millones
remitidos el miércoles 8.
El giro del día 15
(blanqueado en la estadística oficial anteanoche) fue nuevamente justificado
como una “transferencia de utilidades”, sin que se especifique el ejercicio a
que se refiere, pese a que se tratarían de remanentes que quedaron de balances
gananciosos anteriores.
Esto es porque los
montos girados por el Central al Tesoro Nacional con esa excusa llegan ya a los
$720.000 millones, es decir, exceden largamente los $523.000 millones que
arrojó su ejercicio 2020 y fueron obtenidos –básicamente– por la devaluación
del 40% que ese año volvió a padecer el peso argentino.
La transferencia
confirma que el Gobierno está dispuesto a recurrir a la emisión monetaria
espuria para sostener los programas de alivio o ayuda con que buscará mejorar
su performance electoral de cara a noviembre, tras haber subestimado el impacto
que su gestión tendría en las primarias.
Los $200.000
millones que recibió la administración Fernández como auxilio en apenas nueve
ruedas implican un nuevo récord en lo que va del año de $22.200 millones de
asistencia promedio por día, incluso por encima de los $17.000 millones diarios
que había solicitado en apenas 13 ruedas durante julio.
Con este último
envío, el BCRA ya hizo 14 transferencias al Tesoro en lo que va del año y por
un total de $910.000 millones, cifra que supera incluso los $900.700 millones
que lleva pagados a los bancos en concepto de intereses por la deuda asumida
con ellos mediante las Leliq y los pases pasivos, y además se acerca a los 2,2
puntos del PBI.
El 80% de este
total ($720.000 millones) fue remitido como ganancias que, vale recordar, son
meramente contables, ya que derivan de las fuertes devaluaciones que tuvo el
peso en los últimos años. Los $190.000 millones restantes figuran como
“adelantos transitorios”, que no son otra cosa que préstamos por hasta un año y
medio que puede darle, aunque con límites relacionados con el nivel de la
oferta monetaria y los ingresos impositivos.
Una marcada aceleración
Claro que los envíos
se aceleraron desde mitad de año en adelante, al punto de que casi el 63% de
los giros (por unos $670.000 millones) fueron realizados entre el 25 de junio y
el 15 de septiembre.
El nuevo giro se
conoció luego del decreto (622/2001) por el que el Gobierno blanqueó que repite
una ingeniería contable a la que acudía Cristina Kirchner cuando presidía el
país para maximizar el uso de los US$4300 millones recibidos del FMI. “Con el
decreto libera financiamiento del BCRA al Tesoro, reduce contablemente su déficit
fiscal primario, se presenta neutralidad monetaria inicial, aunque será
efímera, y se pagarán los vencimientos de deudas con el FMI”, describió la
consultora Quantum Finanzas.
“Todo se inicia con
el Tesoro vendiendo los DEG al BCRA contra pesos que emite, el Tesoro los
contabiliza como ingresos corrientes y los usa para cancelar adelantos
transitorios (AT) que había recibido previamente del BCRA y que se encontraban
pendientes de pago. Por otro lado, el BCRA entregará los DEG al Tesoro para
cancelar los vencimientos con el FMI, contra una letra intransferible que emite
el Tesoro a favor del Central. Así se sortean los límites actualmente vigentes
que impone la Carta Orgánica del BCRA, logrando dar lugar a la posibilidad de
aportar financiamiento monetario a la expansión fiscal si fuese necesario”,
apuntó.
Así, el Gobierno
podrá cancelar AT por $422.000 millones y recuperar límites para tener a
disposición seguidamente la misma suma para hacer frente a gastos y/o
vencimientos de deuda por esa cifra.
Ni más ni menos que
el mismo recurso contable que utilizó con los DEG arribados en agosto de 2009,
Pero la emisión
espuria pasa por alto que la economía ni siquiera terminó de absorber la
megaemisión de 2020 y se encuentra además inmersa en una inercia inflacionaria
ya más elevada que en aquellos años, y con un BCRA más debilitado. Esto explica
que la baja demanda de pesos se mantenga retraída y las expectativas
inflacionarias vuelvan a mostrar una marcada tendencia alcista.
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