Por Pablo Wende - La mejora de
los bonos argentinos posterior a las PASO duró un suspiro y lo mismo pasó con
la mayoría de las acciones locales que cotizan en Wall Street. La crisis del
gigante inmobiliario chino Evergrande afectó a todos los activos, pero en el
caso argentino existe un componente adicional: el temor de los inversores
por el deterioro de las variables financieras y cambiarias de cara a las
elecciones de noviembre y el impacto que generará en la economía en 2022.
El fuerte rebote
del riesgo país, que ayer nuevamente quedó al borde de los 1.600 puntos básicos
es el principal reflejo de esta renovada onda negativa de los mercados.
Inmediatamente después de las PASO, este indicador había quedado en su mejor
nivel del año, cayendo hasta los 1.450 puntos y algunos títulos llegaron a
superar los USD 43 de paridad. También las acciones llegaron a nuevos máximos
anuales. Pero no se trató del inicio de un rally alcista como muchos esperaban.
La mayoría de las
acciones locales y de los bonos volvieron a cotizar por debajo del nivel que
tenían el viernes previo a las PASO. Se evaporó demasiado rápido la
euforia generada por el revés electoral del kirchnerismo.
Hay algunas
explicaciones que se pueden ensayar para justificar este deterioro:
- La crisis
generada por el posible default de Evergrande no se puede soslayar. Los
inversores salieron más rápido de los activos riesgosos en un contexto de alta
incertidumbre y allí sufre más la Argentina que el resto.
- Pero los aspectos
locales influyen y mucho. El recambio de gabinete definido por el Gobierno
no cayó bien entre los inversores. Los primeros movimientos demuestran que las
decisiones económicas más pesadas quedaron a cargo del flamante Jefe de
Gabinete, Juan Manzur, el elegido para intentar dar vuelta el pobre resultado
que obtuvo el Gobierno en las primarias. Guzmán parece haber quedado en un
segundo plano. Pero además nadie tiene muy claro a esta altura si el Gobierno
logrará dar vuelta al menos parcialmente el flojo resultado electoral. Las
miradas nuevamente se posan en la provincia de Buenos Aires, donde irán apuntadas
las principales medidas económicas, atiendo a la situación de pobreza del
conurbano.
- Ya desde una mirada
más financiera, los pasos que está dando el ministro de Economía, Martín
Guzmán, en materia de gasto público también encendieron alertas rojas. En
el proyecto de Presupuesto 2022 reconoce que el déficit fiscal primario con el
que terminará el año es de 4%, producto del aumento del gasto que tendrá lugar
en los próximos meses. Economistas privados esperaban que en realidad
finalizara más cerca del 3%. En forma paralela, se anunció la aplicación de los
Derechos Especiales de Giro (FMI) que recibió el Banco Central por parte del
FMI para expandir el gasto público sin violar la Carta Orgánica de la entidad.
Este rojo fiscal se financiará con más emisión monetaria.
- Sobre todo,
crecen las dudas respecto a cómo será el 2022. Guzmán también anticipó que
el déficit primario para el año que viene será de 3,3% del PBI, pero
sumando los intereses de la deuda se acercará al 5%. Esta proyección desalentó
a los inversores que esperaban una mayor consolidación de las cuentas públicas.
Sin embargo, el ministro le “hizo caso” a la vicepresidenta, que
públicamente le pidió a través de una carta dirigida a Alberto Fernández que
“gaste más”. Se trata de un enfoque peligroso, en un contexto de falta de
acceso a los mercados internacional y una elevada inflación. El rojo de las
cuentas públicas es en buena medida financiado por emisión monetaria.
- Pasa el tiempo y
hay más dudas respecto a la situación de la deuda argentina hacia el 2025, que
es cuando empiezan a vencer los bonos reestructurados el año pasado. Moody´s
aclaró que mantiene a los bonos argentinos con calificación cercana al
“default” y considera “altamente probable” que el país vuelva a incumplir con
la deuda aún cuando fue refinanciada recientemente. Sin posibilidad de
refinanciar vencimientos la deuda es impagable y se está haciendo poco y nada
para reconciliar al país con los inversores.
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