Por Juan Strasnoy
Peyre - En medio de las pujas políticas y los anuncios de medidas
económicas, el Gobierno definió sostener su
estrategia de administración del dólar.
El Banco Central extenderá su política de ancla cambiaria en busca de ayudar a
consolidar la lenta desaceleración de la inflación y la intervención en los
mercados financieros para contener la brecha.
Luego de jornadas
tensas, en las que se recalentó la presión en los distintos frentes que atiende
la autoridad monetaria, los operadores advierten que el drenaje de reservas
actual es insostenible y algunos auguran nuevas restricciones. Los
funcionarios, en cambio, valoran que se haya capeado el temporal pre y pos-PASO
sin grandes sobresaltos y esperan una normalización de la demanda de divisas.
En lo que va de
este septiembre electoral, las previsibles tensiones redundaron en una ola de
ventas de activos en pesos, protagonizada por los bancos y otros inversores que
buscaron dolarizarse. Esto forzó al Central a intervenir con fuerza en el
mercado oficial y también en el financiero.
Esta dinámica cortó la seguidilla de nueve meses con saldo
comprador de divisas en la plaza oficial. Era algo esperable: por la
estacionalidad (ya finalizada la cosecha gruesa), septiembre siempre es un mes
de ventas netas. Por eso, los funcionarios no monitorean el signo sino la
magnitud de lo que se vende. De hecho, ya había sido bastante atípico el saldo
neutro de agosto, que también suele ser un mes de salida de reservas por esta
vía.
El mes comenzó con
elevadas ventas en la antesala de las PASO, aunque luego el BCRA hilvanó cuatro jornadas
consecutivas de compras. El miércoles, cuando se desató la ola de renuncias y
la crisis en el Gabinete, se aceleró la demanda de divisas y se trasladó
también a la búsqueda de cobertura en los futuros del dólar. El viernes, el Central
llegó a vender u$s150 millones en un día con récord de operaciones desde 2019.
Y, según estimaciones de BAVSA, también intervino “fuertemente” en futuros para
contener las expectativas de devaluación. La entidad había logrado reducir a
cero su posición vendida en esta plaza de cobertura en mayo, junio y julio; y,
como adelantó Ámbito, terminó agosto con contratos abiertos por poco más de
u$s300 millones, lo que le dejó un amplio poder de fuego.
Ayer, según fuentes
privadas, la entidad que preside Miguel Pesce vendió u$s40 millones
para abastecer la demanda en el mercado, un volumen menor al de las ruedas
previas. Así, en los primeros 15 días hábiles de septiembre acumula ventas por
u$s700 millones, un número importante pero lejano a los u$s1.116 millones que
se habían ido en el mismo lapso de 2020.
En paralelo,
continuó elevada la demanda de MEP y CCL. En consecuencia, se sostuvo el
accionar oficial. En el mercado estiman intervenciones diarias por entre u$s10
y u$s20 millones del BCRA para contener la brecha.
Esto presiona sobre
las reservas netas, que rondan los u$s6.000 millones, según cálculos privados
que no incluyen los DEG ya que casi en su totalidad se irán en los pagos al FMI
de acá a fin de año, como el que hoy hará el Gobierno por unos u$s1.880
millones.
Lecturas
En ese marco, BAVSA
advirtió: “Creemos que el BCRA tiene capacidad para intervenir en estos
frentes en el corto plazo, pero que el ritmo de intervención actual es
insostenible en el tiempo. Nuestro escenario base es que la entidad continuará
realizando intervenciones en el MEP y el CCL para mantener la brecha, en el
oficial spot para mantener su política cambiaria de crawling peg y en el
mercado de futuros para contener las expectativas de devaluación. De continuar
con fuerte presión en los tres mercados, creemos que recurrirá a regulaciones
para disminuir el volumen requerido en sus intervenciones”.
Esa lectura es la
que llevó a incrementar la búsqueda de cobertura también en los instrumentos
atados al tipo de cambio oficial. La creciente demanda de bonos dólar linked
con vencimiento en 2022 por parte de quienes especulan con una devaluación
poselectoral, que los funcionarios descartan, profundizó la contracción de los
rendimientos: el TV22 llegó a rendir -5%, aunque ayer operó fuertemente
ofrecido y cerró con una tasa negativa del 2,4%.
En el Gobierno, si
bien evitan hablar de restricciones, tienen una evaluación distinta. Consideran
que era lógica una presión cambiaria alrededor de las PASO pero que fue mucho
menor de la que se podía esperar tanto en la plaza oficial como en la financiera. Lo cierto es que se dieron los habituales
adelantos de compras por parte de los importadores y muchos bancos decidieron
esperar los comicios y transitar los días de puja dentro del oficialismo
dolarizados. Pero las entidades financieras necesitarán volver a hacerse de los
pesos y esto aportará algo de oferta de divisas, según esperan en los despachos
oficiales. Además, las cerealeras aflojaron la liquidación de exportaciones
pero se mantienen en un buen nivel para tratarse de septiembre. Todo eso en un
contexto de estricto cepo.
Por eso, según supo
Ámbito, la decisión es mantener la estrategia cambiaria. Muestra de ello fue
también el hecho de que las autoridades del BCRA prácticamente estuvieron al
margen de los pedidos de recambios en el funcionariado. Es algo que no ocurrió
con otras piezas del gabinete económico, como Martín Guzmán, Matías Kulfas y
Claudio Moroni (ante los cuestionamientos por la política fiscal, de precios y
de ingresos), quienes igualmente mantuvieron sus puestos al frente de Economía,
Desarrollo Productivo y Trabajo.
Así, seguirá el
ancla cambiaria, que consiste en deslizar el dólar oficial en torno al 1%
mensual, es decir, bien por debajo de los precios. El objetivo: que
la aún muy elevada inflación, que en agosto cedió al 2,5%, continúe su lenta
desaceleración mensual. Ayer el mayorista subió apenas un centavo a $98,47.
También continuarán los controles y las intervenciones sobre las cotizaciones
financieras para contener la brecha entorno al 75%. Ayer el MEP y el CCL
“regulados” (los que se operan con bonos) cerraron estables algo por encima de
los $172. Las variantes en las que no opera el BCRA ya rondan los $186.
El impacto de los anuncios
Uno de los temores
agitados por el mercado es el impacto sobre la brecha cambiaria de un eventual
shock de emisión monetaria ante el paquete de medidas del Gobierno para
recuperar los golpeados ingresos tras la derrota en las PASO y luego de que el
mecanismo de contabilización de los DEG del FMI ampliara el margen de
asistencia del BCRA al Tesoro con adelantos transitorios. En el
gabinete económico, aseguran que eso no será así. Señalan que se cumplirá la
pauta fiscal (que el Presupuesto 2022 más el ingreso de los DEG recortaron al
3% del PBI) y que, en todo caso, lo que se acelerará es la ejecución. Incluso
algunas fuentes plantean que si el gasto social resultara mayor se podrían
subejecutar otras partidas.
El elenco económico
por ahora ratificado coincide en que una mayor impresión de pesos recalentaría
las tensiones cambiarias. Y considera que la clave pasará porque la Secretaría
de Finanzas incremente el ritmo de financiamiento neto en sus colocaciones de
deuda en pesos para que la emisión monetaria baje del actual 70% y se acerque
al 60% de las fuentes financieras anuales, que puso Guzmán como meta. En ese
marco, el BCRA no planea mover la tasa de política monetaria. Serán
eventualmente las tasas del Tesoro las que se muevan para garantizar el
rollover, como ocurrió en las últimas licitaciones.
Con todo, el
Presupuesto y la política fiscal están aún sujetos a disputas internas, como
mostró la carta de Cristina Fernández. Desde su ala, cuestionan el “ajuste” e
impulsan una mayor inyección de recursos para mejorar los ingresos.
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