Por Agustín Maza -
La crisis política que vivió el Gobierno luego de las PASO dejó expuesta dos
visiones disímiles dentro del Frente de Todos respecto a la dinámica del gasto
público.
La propia
vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner apuntó a que en lo que va del año se
gastó menos de lo presupuestado y reclamó un cambio sustancial para los
próximos meses. Mientras
tanto, el ministro de Economía, Martín Guzmán, hace equilibrio entre los pedidos de un
sector de la coalición y el límite que representa la restricción fiscal y
externa.
Para la
vicepresidenta, tal como consignó en su carta pública del jueves, el resultado
electoral respondió al “ajuste fiscal” que llevó a cabo el Gobierno durante
2021. No obstante, ella reclama que se haga efectiva la meta del déficit fiscal
del Presupuesto de 4,5% del PIB mediante una aceleración sustancial del gasto.
“Como está
sucediendo a lo largo y a lo ancho del mundo, desde Estado Unidos, pasando por
Europa y en nuestra región también: el Estado atemperando las
consecuencias trágicas de la pandemia”, escribió.
Por su parte, la
visión de Guzmán contrasta en los hechos con la de la principal socia de la
coalición, ya que hasta julio el déficit fiscal había marcado “sólo” 0,7% del
PIB. De todas formas, el ministro fue ratificado en su cargo por la propia
Cristina, llamado privado mediante, y por el presidente Alberto Fernández, en
un contexto que derivó en cambios en el Gabinete.
El Presupuesto 2022
enviado al Congreso por el titular de Hacienda recortó el déficit esperado para
2021 a 4% PIB mientras se esperan anuncios de medidas económicas para los
sectores más castigados, y los no tanto, durante esta semana.
¿Hubo ajuste?
El Presidente
justificó públicamente su postura, o sea la de Guzmán, a través de un informe
del viceministro de Economía de Axel Kicillof durante el segundo mandato de
Cristina Kirchner y actual director de la consultora PxQ, Emmanuel Alvares
Agis.
En el trabajo se
deja en claro que el Estado puede jugar un importante rol contracíclico en
tiempos de crisis, pero que en el caso de Argentina esa respuesta está
supeditada a la cantidad de reservas internacionales con las que el BCRA pueda
financiar el crecimiento de las importaciones que viene asociado con la
expansión del nivel de actividad.
Existe un conocido
cálculo de elasticidad que asegura que por cada punto de crecimiento del
PIB, las importaciones aumentan 3 puntos. Este no es un dato menor para un país
que tiene por reestructurar una deuda de US$ 45.000 millones con el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y que además tiene cerrada la posibilidad de
endeudarse.
El trabajo de PxQ
se pregunta entonces cuál es la cantidad de reservas “utilizables” con las que
cuenta el BCRA para hacer frente a un posible aumento del crecimiento y por
consiguiente de demanda de divisas. “Como resulta evidente, la posición
de reservas del Banco Central de cara al año electoral 2021 era la peor que le
tocó enfrentar al Frente de Todos en la historia (US$ 8.356 millones) y esto
fue un obvio condicionante a la hora de poder expandir el gasto”, señalaron.
Cierto es que en un
contexto de 42% de pobreza, pandemia, altos niveles de desempleo, inflación, y
la lista podría seguir, la sociedad espera respuestas por parte de quienes
tienen el control del Estado. También es real que hay sectores de la sociedad a
los que la recuperación no les está llegando y crece la brecha entre los
asalariados formales, por un lado, y quienes se mueven en la informalidad o
cobran una asistencia del Estado o una jubilación.
Sin
embargo, la vicepresidenta catalogó de “ajuste” la política llevada
adelante por Guzmán. Ahí hay una diferencia conceptual importante, porque desde
Economía explican que no debería contabilizarse el “gasto Covid” de 2020, ya
que el virus no pegó igual durante este año. Cristina no está de acuerdo con
esa visión, por lo que el rumbo del Gobierno parece ser el mismo, pero la
discusión es de velocidades.
“En principio,
parece razonable que el gasto público sea hoy más bajo que el segundo trimestre
del 2020, cuando la movilidad se había reducido al 20% de lo normal y la mitad
del aparato productivo del país funcionaba bajo algún tipo de restricción”,
consideró el reporte de PxQ.
Y añadieron que el
nivel de actividad de 2021 se encuentra en todos los meses por encima del
promedio de 2020, año de la pandemia. Por tanto, “tendría sentido que el gasto
público de un año sin pandemia fuera menor que en el año de la pandemia, máxime
si el país sufre de un faltante de divisas”.
“Es imposible
caracterizar la situación del gasto público de 2021 como un ‘ajuste’. El gasto
público -neto de inflación- se incrementó 12% en 2021 cuando se excluye el
gasto extraordinario por el Covid-19 de la base de comparación de 2020″,
concluyó el informe de Alvares Agis.
¿Se puede aumentar el gasto?
El Instituto
para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) repasó algunos datos del Ministerio de
Economía de los primeros siete meses de 2021 y los comparó con el mismo periodo
de 2020.
Allí observaron que
el gasto público primario (excluyendo el pago de intereses) aumentó 34% que,
ajustando por inflación, implicó una caída del 8% en términos reales. Por su
parte, el gasto en prestaciones sociales (jubilaciones, asignaciones familiares
y ayudas asistenciales) aumentó 21% que, ajustado por inflación, mostró una
baja del -17%. Finalmente, el gasto en subsidios a la luz, gas y transporte
subió 80% por lo que, ajustando por inflación, mostró un aumento de 29% en
términos reales.
En concreto, estos
datos muestran que el gasto público creció de manera nominal, pero que la
inflación terminó licuándolo en términos reales. “No es que el Gobierno no
aumentó el gasto, como plantea la vicepresidenta, sino que la inflación lo
licuó”, consideró Idesa.
Para el instituto,
esta manera espontánea de hacer el “ajuste” en las cuentas públicas es muy
“ineficiente y regresiva”. Las prestaciones sociales (que en general benefician
a sectores más vulnerables) cayeron en términos reales, mientras que los
subsidios a la luz, gas y transporte (que en su mayor parte benefician a
segmentos medios y de altos ingresos) crecieron por encima de la inflación.
Respecto a este
último punto, el estudio de PxQ coincidió en que el mayor incremento del gasto
se explica por el incremento de los subsidios a la energía. “Si el Gobierno
hubiese optado por incrementar las tarifas de los servicios públicos en línea
con lo contemplado en el Presupuesto 2021 y ese ahorro lo hubiese destinado al
gasto en seguridad social, este gasto se podría haber incrementado 4% por
encima de la inflación”, sostuvieron.
Impacto de las medidas
Luego de una semana
de alta tensión, el Gobierno buscará salir del pantano y “relanzarse” con
algunas caras nuevas, sin tocar las figuras centrales de la economía (Matías
Kulfas y Guzmán), y con una batería de medidas para inyectar ingresos “por
abajo”.
Un informe de FMyA
estimó que hasta agosto el déficit primario fue “sólo” 1% del PIB, mientras que
el Presupuesto marca que el año cerrará en 4%. Es decir, puede gastar hasta 3
puntos del PIB hasta fin de año y aun así cumplir la meta fiscal planteada a
finales de 2020 (de 4,2% PBI).
El trabajo comentó
que los próximos anuncios del Gobierno “están dentro de lo esperado” y calculó
el impacto fiscal de cada una de las posibilidades. Suponiendo un nuevo IFE de
$15.000 para 3 millones de personas, esto representaría 0,1% PIB, y un bono
extraordinario a todos los beneficiarios de AUH (4,3 millones) y un bono al 80%
de jubilados (7 millones) de $6.000, representaría 0,16% PIB. “Ya asumimos más
gasto entre las PASO y las generales. El mayor gasto igualmente estará
concentrado en diciembre, por la estacionalidad de fin de año (aguinaldos)”,
apuntó FMyA.
La pregunta qué
debe hacerse, como siempre, es cómo se financiarán estas medidas. Hasta ahora
el Gobierno viene utilizando la estrategia de financiarse en el mercado de
deuda local, al que durante 2022 se le dará todavía mayor importancia, y con
emisión monetaria.
“Una
fuerte emisión hasta fin de año tendrá impacto en el verano de 2022, ya que la
estacionalidad de la demanda de pesos juega a favor en el mes de diciembre. En
enero, cuando esos pesos se devuelvan, el BCRA tendrá que retirarlos”, advirtió
el informe de la consultora. |