Por Sergio Serrichio - Kristalina
Georgieva, la directora del Fondo Monetario Internacional, la persona de mayor
margen de decisión política de la institución, y el ministro de Economía
argentino, Martín Guzmán, llegan debilitados a lo que parece ser la etapa
final de las tratativas para renegociar los vencimientos que a partir del año
próximo debe afrontar la Argentina ante el organismo internacional,
consecuencia del crédito stand-by concedido en 2018 a la administración
de Mauricio Macri.
Ambas partes ya
acordaron refinanciar esos vencimientos a partir de un “Acuerdo de Facilidades
Extendidas”, a un plazo de diez años, de modo que la Argentina no deba afrontar
ningún vencimiento por cuatro o cinco años y cancele la deuda en los 6 o 5 años
finales del decenio (en principio, 2022-2031) que abarque el nuevo acuerdo.
Lo que falta
definir, sin embargo, es el programa macroeconómico, con sus metas fiscales y
monetarias, y las “reformas estructurales” a incluir en el nuevo acuerdo.
Guzmán llega
debilitado por la reciente crisis del oficialismo tras la derrota en las PASO:
si bien retuvo su cargo en el gabinete, su manejo de la economía fue
severamente criticado por la vicepresidente Cristina Kirchner, la
indisputada líder política de la coalición de Gobierno, lo que sin duda recorta
sus espacios de maniobra y somete cada una de sus palabras y acciones a un
estrecho monitoreo por parte del ala kirchnerista que, entre otras cosas, no
está de acuerdo con el plazo de diez años para el repago (pretende que se
estire a 20 años, algo no contemplado en el menú de programas del FMI) ni con
la crítica del ministro a los subsidios energéticos, que considera “pro-ricos”
y fiscalmente muy costosos.
Problemas para Georgieva
Georgieva, en
tanto, afronta un serio cuestionamiento por su rol anterior, como funcionaria
del Banco Mundial, y fue acusada recientemente de presionar e influenciar a
funcionarios bajo su mando para manipular la elaboración de un reporte del
Banco, el muy difundido “Doing Business”, suerte de libro emblema del
ambiente de negocios, calidad regulatoria y competitividad de los países, para
mejorar la posición de China en el ranking resultante.
“Permítanme
decírselo de forma muy sencilla: no es cierto. Ni en este caso, ni antes ni
después, he presionado al personal para que manipule datos”, dijo Georgieva al
personal del FMI, una vez conocidas las acusaciones, según consignó la agencia
Reuters. Pero los cargos son serios. Según el informe del estudio WilmerHale
–contratado por el propio Banco Mundial– Georgieva y otros altos funcionarios
de la entidad ejercieron una “presión indebida” para mejorar la clasificación
de China.
Cuestión de ranking
El reporte de los
investigadores del caso dice concretamente que durante la preparación del “Doing
Business 2018” altos funcionarios chinos se quejaron a Jim Yong Kim de
que las calificaciones asignadas a China no eran correctas y que, a raíz de
esos comentarios, Georgieva y Simeon Djankov, el principal autor del
informe, presionaron al personal para alterar 3 de los indicadores en que se
basa, logrando que China pasara del lugar 85 al 78 del ranking.
La acusación no es
liviana y está sometida ahora al Comité de Ética del FMI, que estudiará las
acusaciones del informe de WilmerHale.
Paul Romer, un
prestigioso economista, premio Nobel de Economía 2018, aprovechó la ocasión
para manifestar a través de Twitter, de que había obrado bien cuando prefirió
hacerse echar de su altísimo cargo en el Banco –del que era el economista jefe–
que seguir reportando a Georgieva. Además, la semana pasada el Banco Mundial
decidió discontinuar la publicación del “Doing Business”, cuya edición
2020 también fue acusada de favorecer a Arabia Saudita, a costa de Jordania.
Un tuit de Paul
Romer, premio Nobel de Economía 2018, sobre su experiencia de trabajar bajo el
ala de Georgieva
¿Hasta qué punto
puede esta situación de Georgieva afectar la negociación del FMI con la
Argentina?
“Esto debilita su
capacidad de hacer consideraciones políticas para mitigar las evaluaciones
técnicas que pueda hacer el staff del FMI, porque eso es justamente de lo que
se la acusa de haber hecho en el Banco Mundial”, dijo Héctor Torres,
exrepresentante de la Argentina en el directorio del Fondo. Torres no cree que
el caso llegue al extremo de que Georgieva termine perdiendo su cargo, “pero
está clarísimo que está siendo cuestionado”.
“Es una mala
noticia: Georgieva está acusada de usar consideraciones políticas para torcer
evaluaciones técnicas. Ahora si el staff del FMI hace una evaluación técnica de
que el programa con la Argentina requiere ciertas reformas que el Gobierno no
quiere hacer o quiere postergar, le va a costar mucho usar argumentos
políticos, va a hacer mucho más dependiente del staff”, explicó Torres,
quien recordó que las “consideraciones políticas” son una de las cartas que
esgrime el gobierno de Alberto Fernández para lograr un acuerdo más blando y un
trato más benevolente del Fondo.
Cabe notar, además,
que al staff del organismo con incumbencia en la negociación con la Argentina
se acaba de sumar Ilan Goldfjan, flamante director del Departamento de
Hemisferio Occidental, del que dependen Julie Kozack y Luis
Cubeddu, los funcionarios de trato más habitual con Guzmán. Economista
ortodoxo, Goldfjan fue presidente del Banco Central de Brasil y es amigo de
varios economistas argentinos de línea crítica con la política económica del
gobierno de Alberto Fernández.
Guzmán, entre Luis
Cubeddu y Julie Kozack, los dos funcionarios del Fondo más involucrados en el
caso argentino. Junto a ellos, Sergio Chodo, actual representante de la
Argentina en el directorio del FMI
Torres recordó, por
caso, que Christine Lagarde, la exdirectora del FMI, usó sus márgenes
políticos para superar dudas y objeciones técnicas del staff del Fondo sobre la
marcha del acuerdo alcanzado en 2018 con la Argentina. El staff, recordó,
sostenía que la deuda argentina era “sustentable, pero no con alta
probabilidad” y dependía fundamentalmente de que el país recuperase el acceso
al crédito externo privado o al menos lograra el rollover completo del mismo,
algo que se perdió del todo en agosto de 2019, tras la derrota del gobierno de
Macri en las PASO de ese año.
Otro ex funcionario
del Fondo dijo que las acusaciones contra Georgieva están casi probadas, pero
debe también tenerse en cuenta que la hoy titular del FMI trabajaba bajo el ala
del norteamericano Jim Yon Kim, y desde el Tesoro de EEUU ambos estaban
supervisados por David Malpass, un ex funcionario del gobierno de Trump y
actual presidente del Banco Mundial. Esa implícita protección podría
perderse, dijo el observador, si los republicanos en el Congreso le apuntan a
Georgieva por “la cuestión China” y presionan al Tesoro para que le retire su
apoyo.
Lo cierto, en todo
caso, es que dos protagonistas clave llegan debilitados a la etapa final de la
ya larga saga de la negociación entre el gobierno de Alberto Fernández y
el Fondo Monetario Internacional.
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