Argentina tuvo, en 2020, la menor apertura económica de la región. Aunque
esta es una característica estructural de nuestra economía (por caso, todos los
años desde 1960 tuvimos un flujo comercial menor que el promedio de
Latinoamérica y que los países de ingreso medio-alto), se profundizó a lo largo
de los últimos años. Uno de los principales motivos fue el declive de
nuestras exportaciones en
la última década: las ventas al exterior de 2011 fueron 27% superiores a las de
2019 (y 51% mayores a las del 2020 de pandemia), develó un informe de la
consultora Ecolatina.
Para la consultora, la dificultad para aumentar los
volúmenes enviados al exterior y la reducción de precios de nuestras ventas
afectaron el flujo de ingreso de divisas al país. Esta falta de divisas afectó
en cada salto cambiario, al poder adquisitivo y la demanda doméstica,
impactando en el nivel de producción. Además, fue el disparador de los
controles a las importaciones, que buscaron frenar la sangría de reservas.
A un estancamiento que marcan desde 2011 y 2013 le siguió
una importante recuperación en 2017 (cuando el tipo de cambio real se
encontraba en valores bajos y no existían restricciones a las compras externas)
y un derrumbe con la crisis cambiaria de 2018. Este avance fue algo más marcado
en bienes de consumo y vehículos livianos, que pasaron de representar 18% del
total en 2012-15 a 23% en 2017, pero también fue importante en bienes
intermedios y de capital. Este proceso terminó cuando la incapacidad de generar
dólares genuinos le puso un techo, una vez más, a las compras externas y al
nivel de actividad.
Hoy en día, el repunte en algunos sectores y la tracción de
la industria brasileña están ayudando a las cantidades exportadas. Así, el
volumen de las ventas fue un 6% mayor en los primeros siete meses del año al de
2020 (y 2% inferior al de 2019). Sin embargo, los principales motores del saldo
comercial favorable actual son los términos de intercambio y una actividad en niveles todavía
bajos.
De acuerdo con los cálculos de INDEC, casi el 60% del superávit acumulado
del 2021 se debió a una mejoría de los precios respecto al mismo lapso del
2020. En el primer semestre del año, los términos del
intercambio se ubicaron apenas 4% por debajo de su mejor dato histórico (el
último trimestre del 2012). Por otra parte, con la mejora de la actividad (que
fue palpable en junio y julio, a pesar de que sólo hay datos del primero de
estos meses) las importaciones crecieron 72% en el bimestre y 28% respecto a
igual lapso de 2019.
Esto implica que el saldo comercial favorable (que fue de
u$s12.500 millones en 2020 y sería de un monto similar en 2021) podría empezar
a erosionarse con la continuidad de la recuperación económica.
Por otra parte, señalan que "si los commodities se
abarataran (por ejemplo, producto de una suba de tasas de la FED que mejore el
rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense), el flujo de divisas se
contraería más rápidamente".
En el último punto, Ecolatina marca cuál sería la solución:
para evitar la restricción externa hay que exportar más. "Las reservas
internacionales netas no abundan, pero sí los pagos de deuda en moneda dura:
generar dólares genuinos es la única salida no contractiva".
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