Por Carlos
Burgueño - Cuando termine de contarse la historia del acuerdo que
Argentina está cerrando con el Fondo Monetario
Internacional (FMI);
habrá que reconocer que dos potenciales escollos terminaron siendo claves para destrabar la aprobación de un capítulo
fundamental para definirlo. David Lipton, el
principal asesor de la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet
Yellen, y del gobierno de Joe Biden para organismos financieros internacionales
y ex número dos del organismo, y su sucesor en el Fondo, William Seiji Okamoto, avalaron la posibilidad de que
Argentina acceda a una reducción sustancial de la tasa de interés que
le tendría que aplicar el organismo que maneja Kristalina Georgieva para los
estados no cumplidores. Como Argentina.
Haber reducido esos
intereses del 4,05 al 1,05 que se le aplicaría al país, fue el principal logro
de la negociación que encararon Martín Guzmán y Sergio Chodos. El ministro de Economía y el delegado
del país en el organismo concentraron todos los esfuerzos en este capítulo,
sabiendo desde el primer momento que la posibilidad de un acuerdo a más de 10
años era una utopía. El gran avance de las últimas semanas, tal como adelantó
este diario, fue la aceptación de parte del ala política legislativa del
oficialismo del plazo máximo para el acuerdo de Facilidades Extendidas; con la
salvedad de la inclusión de una cláusula que garantice que si en el futuro
estos plazos se extienden dentro del FMI, Argentina se verá automáticamente
beneficiada.
La ayuda de Lipton
y Okamoto fue (y será clave) para poder avanzar en ambos capítulos de la
negociación con el FMI. Los
dos hicieron todo lo posible porque se le aceptara al país la inclusión de las
tasas preferenciales; pero fueron firmes en la imposibilidad de extender
plazos.
Lo importante de la posición favorable de Lipton
y Okamoto, es que llega de parte de dos economistas que, a priori, tenían todo
para mantener una posición dura contra Argentina. Okamoto puede se
considerado como un “halcón” republicano, y de la línea de los 100% trumpistas.
Llegó al cargo de número dos del FMI por “recomendación” directa del ex presidente
de los Estados Unidos en mayo de 2020, como reemplazo del demócrata Lipton. Con
el tiempo logró adaptarse a los nuevos tiempos del FMI traídos por Georgieva, y estabilizarse en su cargo. Argentina tomó
nota de la situación durante la última Asamblea Anual del FMI de abril pasado,
que se instrumentó de manera virtual, pero tuvo a Okamoto como
el principal anfitrión del evento. No sólo en cuestiones administrativas, sino
también de contenido temático. Y, lo más importante, también ideológico. Notaron
los argentinos que Okamoto cuenta con todo el apoyo de Georgieva; al punto de
haber sido el delegado de EE.UU., la persona que instrumentó la administración
y distribución de los DEG por u$s630.000 millones, de los cuales la parte
argentina llegó el lunes.
El hoy vicedirector
ejecutivo del FMI proviene de las líneas duras del trumpismo y ocupaba el cargo
estratégico de asistente interino del Tesoro para Finanzas y Desarrollo
Internacional, bajo la supervisión de Steven Mnuchin. Desde ese cargo oficiaba
de organizador e interventor con línea directa con el expresidente
norteamericano, en las reuniones del G7 y el G20 y la participación de los
Estados Unidos en los organismos financieros internacionales como el FMI, el
Banco Mundial, el BID, Club de París, etc. Intervino directamente en
las negociaciones entre el Fondo y Argentina; y, a pedido de Trump y Mnuchin,
fue quién presionó para que se firme el stand by en su segunda versión de
agosto-septiembre de 2018.
Más tarde, y por
mandato de Mnuchin, quién a su vez obedecía una orden de Trump, fue quién
presionó directamente a su antecesor en el FMI, David Lipton, para que acceda a
la flexibilización del uso de los dineros del préstamo del organismo para
ejecutar política cambiaria. Esto sucedió entre mayo y agosto de 2019 y, tal
como afirma con razón el Gobierno de Alberto Fernández, se aplicaron entre
u$s3.000 y 5.000 millones para contener el precio local del dólar hasta las
elecciones PASO de ese año. En consecuencia, es difícil que sea
Okamoto quién avance en la investigación interna sobre lo que sucedió en esos
años, y que desde el Ejecutivo y el kirchnerismo se busca que sea la
base de la justificación para que el FMI acepte un Facilidades Extendidas a más
de 10 años.
Quiso el destino
que Lipton se mantenga hoy como un hombre fuerte, y con poder de fuego sobre
Argentina. Demócrata de origen político, es hoy asesor particular y
plenipotenciario de Janet Yellen en el Tesoro, en casos vinculados con los
organismos financieros internacionales; y aparentemente ya dio su opinión
favorable para el país en el caso de las tasas preferenciales.
Siguiendo la lógica
política albertista que llevó a la coalición actual al Gobierno, saben en Buenos Aires que “sólo con Estados Unidos no alcanza y
sin los Estados unidos no se puede”. En este caso, lograr un acuerdo con
el FMI. Por eso hacia delante Okamoto y Lipton serán fundamentales. Deberán dar
su voto positivo, aparentemente antes de fin de año, en el “board” del FMI.
Y como este país detenta el 17% de los votos en el directorio, sólo
con el apoyo de la administración de Joe Biden (expresada a través de lo que
opine Lipton) y del staff administrativo del Fondo (comandado por Okamoto), se
podrá aprobar el Facilidades Extendidas reloaded que busca el país. Para
esto, desde el oficialismo local también habrá que enviar a Washington una
señal: que el juicio penal que el gobierno hace avanzar contra funcionarios
argentinos por haber tomado el stand by en 2018 y, eventualmente, haber
utilizado parte de los u$s 44.700 millones prestados para contener
electoralmente el precio del dólar; no alcance a los hombres y mujeres que
intervinieron en la aprobación y aplicación del crédito.
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