Por Juan Strasnoy
Peyre - En meses marcados por las elecciones legislativas, el
Banco Central adelantó que sostendrá su doble
estrategia para intentar consolidar la desaceleración del ritmo de suba de los
precios. Extenderá su política
de ancla cambiaria, que implica deslizar el tipo de cambio oficial bien por
debajo del alza del costo de vida, y mantendrá a tope la aspiradora de los
fondos emitidos para financiar al Tesoro mediante la esterilización de pesos
que realiza a través de la colocación de Pases y Leliq a los bancos. De esta
forma, augura que el lento proceso de reducción de la tasa mensual
de inflación continuará
en lo que resta del año.
Así lo planteó la
entidad que preside Miguel Pesce en su Informe de
Política Monetaria (IPOM), que publica trimestralmente y cuya edición de agosto
se difundió ayer. Allí, también enfatizó que las reservas acumuladas en lo que
va del año y los sucesivos ajustes del cepo cambiario lo dejan hoy en una
“posición robusta para enfrentar eventuales episodios de mayor volatilidad
financiera” preelectorales, como los que ya se reflejaron durante las últimas
semanas en las presiones sobre los dólares financieros.
Luego del pico de
4,8% de marzo, la inflación mensual comenzó a desacelerarse de a poco y alcanzó un todavía muy
elevado piso de 3% en julio. En paralelo, la medición interanual del índice de
precios al consumidor (IPC) siguió en alza hasta tocar el 51,8% el mes pasado,
al comparar con los meses de ASPO que tuvieron un menor ritmo inflacionario
producto del parate de la economía. “La desaceleración mensual de los precios
respecto al trimestre previo continuará en los próximos meses, lo cual
contribuirá a un descenso en las tasas de crecimiento interanual hacia fin de
año”, auguró el IPOM.
Para ello, el
Central adelantó que mantendrá su doble pinza: la ralentización
del avance del dólar oficial, el que incide de forma directa en los
precios internos, y la esterilización de los pesos
inyectados en la economía para evitar que presionen sobre la brecha
cambiaria y, a través de ella, sobre las expectativas de devaluación.
“El BCRA continuará
con su política de administración del tipo de cambio, propiciando que la dinámica cambiaria siga contribuyendo a
consolidar la baja en la inflación. Complementariamente, la política monetaria
seguirá enfocada en absorber los esfuerzos anticíclicos de manera de preservar
los equilibrios monetario y financiero, asegurando las condiciones necesarias
para que el proceso gradual de reducción de la tasa de inflación continúe”,
expresó el informe.
Ancla cambiaria
Luego de que en
sólo siete meses se consumiera la totalidad de la pauta del 29% fijada en el
Presupuesto, el ancla cambiaria (junto a la tarifaria) es la principal apuesta
oficial para hacer que la inflación perfore el 3% por primera vez en diez meses
y permita iniciar la demorada recuperación del salario real en los meses
previos a las legislativas.
Se trata de una
política que el Gabinete económico definió a comienzos de año, como comunicó en
su momento el ministro de Economía, Martín Guzmán. El dólar
mayorista avanzó en enero 3,74%; en febrero, 2,89%; en marzo, 2,4%; en abril,
1,71%; en mayo, 1,21%; en junio, 1,1%; y en julio 1%. Así, mantuvo
una tendencia decreciente y se evolucionó sistemáticamente por debajo de la
inflación. En lo que va de agosto, acumula un alza del 0,7% y se encamina a
cerrar el mes de nuevo en torno al 1%.
Para sostener esa
estrategia y descartar un salto abrupto del dólar oficial después de los
comicios, el Central resalta que el país no atraviesa un atraso cambiario en
términos de competitividad internacional. El IPOM señala que el
índice de tipo de cambio real multilateral (el indicador utilizado para
medirla) cayó en el segundo trimestre 3,7% respecto al trimestre previo, a raíz
de la devaluación de las monedas de los principales socios comerciales, pero
que este se sostuvo “en torno al promedio de los últimos 24 años”. Aunque
aclaró que “en julio y lo que va de agosto, las monedas de las economías
emergentes se depreciaron respecto al dólar, lo cual aceleró la apreciación
real multilateral del peso”.
Pese a ello, en el mercado especulan con una devaluación poselectoral.
Eso se evidencia en la búsqueda de cobertura en el mercado de futuros del dólar
y la disociación de las tasas implícitas de los contratos más largos. También
en los bonos dólar linked a 2022, cuya demanda los llevó a rendir a tasas
negativas del 1,5%. Lo propio se ve en las presiones sobre los dólares
financieros, que llevaron a la autoridad monetaria a endurecer las
restricciones sobre el MEP y el CCL hace diez días para poder intervenir sobre
su cotización a un menor costo en materia de reservas.
El BCRA destacó, en
ese sentido, que ahora cuenta con un mayor poder de fuego para intentar
contener esas expectativas y enfrentar la volatilidad preelectoral. Remarcó que
desde diciembre logró comprar u$s8.000 millones netos a los exportadores (boom
de precios de los commodities mediante), lo que le permitió acumular reservas
por u$s3.400 millones a los que se sumaron ayer u$s4.326 millones
correspondientes a los derechos especiales de giro (DEG) que envió el FMI.
Además, resaltó el “amplio margen de intervención en el mercado de futuros de
dólar” con el que cuenta: como adelantó Ámbito, el Central cerró julio sin
contratos vendidos en el Rofex por tercer mes consecutivo.
Aspiradora de pesos
La otra pata de la
estrategia antiinflacionaria del Central es la continuidad del elevado ritmo de absorción de pesos para evitar que el
dinero emitido para fondear al Tesoro y pagar intereses a los bancos no vaya a
presionar sobre el dólar.
Desde la corrida de
octubre pasado, el Economía y el BCRA aplicaron una política que denominaron de
“prudencia fiscal y monetaria”. Con disciplina en el gasto y previsional, más
una mejora de los ingresos, Guzmán moderó el déficit. Si bien el gasto comenzó
a acelerarse en la previa de las elecciones, a agosto el déficit primario
acumula apenas 0,7% del PBI, menos que en los primeros tres años de gobierno de
Cambiemos.
En la misma línea,
la asistencia financiera del Central al Tesoro se redujo considerablemente
respecto del shock de 2020, aunque en los últimos meses comenzó a
incrementarse. “La expansión monetaria primaria vinculada al sector público en
los primeros siete meses del año se ubicó en niveles similares a los de años
previos, excluido el 2020”, afirmó el IPOM y mostró que
los envíos al fisco acumularon a julio 0,57% del PBI, también por
debajo de los niveles de 2016, 2017 y 2018. Aunque en los últimos meses
comenzaron a acelerarse y sumaron $380.000 millones de pesos, al compás de un
menor ritmo de endeudamiento neto del Tesoro.
En busca de
apuntalar las colocaciones de la Secretaría de Finanzas y acotar la asistencia
monetaria, se lanzaron recientemente una serie de iniciativas adelantadas por
este diario: el comienzo de la operatoria del BCRA en futuros de títulos
públicos y el lanzamiento del programa de Creadores de Mercado, ambas con el
objetivo de llevar mayor liquidez a los instrumentos del Tesoro, reducir su
volatilidad y tentar a los fondos comunes de inversión a aumentar su
participación en las licitaciones de deuda. En junio, el Central había habilitado
a los bancos a migrar sus tenencias de Leliq integradas como encajes a títulos
públicos, quienes trasladaron el 20% de los alrededor de $750.000 millones que
tenían disponible al momento de la entrada en vigencia de la medida, según el
IPOM.
Con todo, la entidad sostendrá su política de esterilización, que ya llevó a
incrementar la deuda que le coloca a los bancos para absorber liquidez en más
de $1 billón en 2021 hasta alcanzar los $3,99 billones en la actualidad. Este
stock representa un problema ya que sus intereses son uno de los principales
factores de emisión: en el año, ya sumaron $755.168 millones.
Al respecto, el
BCRA dio su visión de mediano plazo: “Es esperable que tanto las necesidades de
financiamiento extraordinarias del Tesoro Nacional como el consecuente esfuerzo
de esterilización vayan cediendo. Esto favorecería que la demanda de base
monetaria sea provista por los intereses asociados a los pasivos remunerados
del BCRA y, potencialmente, por un desarme en el saldo de los mismos. Este proceso,
junto con el crecimiento económico, contribuirían a reducir el peso relativo de
las Letras y Pases del BCRA en su balance y también respecto al tamaño de la
economía, tendencia que se apuntalaría por una dinámica creciente del crédito”.
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