Domingo
22 - Por Pablo
Wende - El Banco Central
tuvo que pagar, y lo seguirá haciendo, un alto costo para frenar la sangría de
dólares. El objetivo de estos meses preelectorales de fuerte dolarización pasa
por perder reservas de la forma más lenta posible y llegar a fin de año con
algo de resto. Pero las consecuencias del súper cepo ya se empiezan a
sufrir: fuerte caída del volumen de transacciones en el mercado local, nuevo
aumento de la brecha cambiaria y más aperturas de cuentas en el exterior por parte
de los inversores.
El
economista Gabriel Rubinstein estimó que las nuevas trabas reducirán
la pérdida de reservas a unos USD 350 a USD 400 millones por mes, contra USD
600 millones del anterior escenario. “Las regulaciones del BCRA han
provocado un daño desproporcionado respecto a los beneficios que pretendía
lograr”, asegura. El aumento de la brecha cambiaria también provocará más
demanda de “dólar solidario”, ya que la ventana abierta de los 200 dólares
mensuales permite ganar una diferencia arbitrando con el dólar informal a libre
($ 169 versus $ 180, una diferencia de algo más del 6%).
La
consultora Equilibra estimó que con las últimas restricciones el
Central administrará un poco mejor sus escasos dólares. Luego de las compras
del primer semestre, las reservas líquidas terminarán el año en USD 5.300
millones, lo que representa una pérdida de USD 1.000 millones respecto al nivel
actual. Se trata de un monto exiguo, pero suficiente como para evitar un salto
brusco del tipo de cambio luego de las elecciones.
Todo indica que
pasada la etapa electoral el dólar volverá a subir como mínimo al ritmo de la
inflación. Según el consenso de los economistas, el dólar oficial aumentará 40%
el año que viene hasta los $ 155, aunque algunas consultoras como Econviews cree
que puede saltar hasta 60%.
Proteger las
reservas y evitar sorpresas con el tipo de cambio es parte de la estrategia
desplegada por el equipo económico para “aguantar” hasta las elecciones, sobre
todo en estos meses de fuerte demanda dolarizadora. La otra pata es incentivar
el consumo para reactivar la economía para llegar lo mejor posible hasta
noviembre.
Repunte
Los datos de
actividad muestran que en junio se recuperó toda la pérdida de mayo y
lentamente el salario va recuperando terreno, en un contexto de inflación que
sigue alta pero que muestra leves descensos mes a mes. Todo a fuerza de
congelar tarifas, combustibles y planchar el tipo de cambio.
El esfuerzo para el
Gobierno es doble. No sólo precisa una mejora de la “sensación térmica” y del
humor social luego del derrumbe económico y social generado por la pandemia.
Ahora también necesita que esas variables económicas jueguen decididamente a
favor para dejar atrás el escándalo desatado por las fotos y videos del festejo
de Olivos.
En junio, el nivel
de actividad recuperó la pérdida de mayo, pero los sondeos siguen dándole mal
al gobierno EFE/Juan Ignacio Roncoroni/Archivo
Se conocieron dos
sondeos de opinión elocuentes, cuyas conclusiones preocupan fuertemente al
Gobierno. Una encuesta de la consultora “Fuente primaria” arrojó que
en la provincia de Buenos Aires el 75% de los votantes independientes
consideran como “mala” la situación económica personal y sólo 25% considera que
es buena. Según el mismo trabajo, esa franja representa casi un tercio del
electorado difícilmente se vuelque al oficialismo en las elecciones si siente
en carne propia los efectos de la crisis. Aunque el Gobierno tiene un voto
cautivo amplio en el distrito bonaerense, también precisa el voto
“independientes” como sucedió en 2019 para ganar la elección.
A esta encuesta se
le suma otra, realizada por Eduardo D´Alessio en conjunto con Sergio
Berenstein. El 37% de los que participaron en el sondeo aseguran que las
fotos y videos de la fiesta de Olivos influirá “de alguna manera en su voto”.
Haciendo foco en los votantes del Frente de Todos, el 24% considera que
impactará en su voto en las próximas elecciones y no repetirá su apoyo al
oficialismo: el 79% se inclinará ahora por candidatos de Juntos, un 5%
cambiaría su voto a Liberales, en igual proporción optaría por otros partidos,
un 5% votaría en blanco o no iría a votar.
El problema ahora
es que ambos aspectos van de la mano. Cuanto más le cueste al Gobierno que se
sienta la recuperación económica en los bolsillos, más difícil será dejar atrás
el escándalo.
Sólo quedan tres
semanas para las PASO. Un tiempo demasiado corto como para que la reactivación
tenga un impacto decidido, pero además un plazo exiguo como para que los
votantes se olviden mágicamente de la foto de una fiesta en plena pandemia con
la participación del propio Alberto Fernández.
Tres meses
El panorama podría
ser diferente para las elecciones legislativas, ya que para noviembre quedan
aún tres meses. Allí sí es más probable que el impacto haya quedado atrás
y con suerte el consumo tendrá un repunte algo más visible, de la mano de una
inflación que se mantendría levemente abajo del 3%. Por eso, no es exagerado
proyectar que el resultado de las PASO podrían ser un piso para el Gobierno,
que tiene luego tiempo para remontar hasta el 14 de noviembre.
El “Olivos Gate” es
por supuesto un tema seguido de cerca en Wall Street, donde todo lo que tiene
que ver con la Argentina es observado con desconfianza extrema.
La inquietud pasa
por la relación de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que sin disimuló
buscó separarse del episodio y lo mandó al Presidente a “hacer orden” y además
a “no ponerse nervioso”.
El reciente acto
del Frente de Todos en la Isla Maciel. Cristina Kirchner, en el medio
Los inversores en
general optaron por una actitud de gran cautela y les cuesta determinar cómo
podría impactar el resultado de la PASO y luego de la elección general. No
sólo hoy es difícil proyectar qué puede suceder, sino cuales serían las
consecuencias del resultado para los activos argentinos.
Urnas y después
Por ejemplo, un
resultado flojo del Gobierno debería a priori impactar positivamente en
acciones y bonos. Pero también despierta dudas, en particular sobre cómo
seguiría la relación entre el Presidente y su vice en los dos años que quedan
por delante. Todo indica, y la campaña así lo demuestra, que Cristina
adquirirá aún más protagonismo y no se descarta que se termine quedando con
ministerios claves que hoy domina Alberto, como el caso de Economia y la
jefatura de Gabinete.
Se trata de un dato
sumamente importante para entender cómo será el eventual acuerdo con el FMI. El
peligro es que se avance con un arreglo con el solo objetivo de patear para
adelante los vencimientos, pero sin mayores compromisos en materia fiscal,
cambiaria o impositiva. Sin embargo, teniendo en cuenta fallidas experiencias
pasadas, también es razonable que tanto el staff como el directorio del
organismo se pongan firmes para no avanzar con una suerte de arreglo “light”.
Si se va hacia un
acuerdo vacío de contenido o que el Gobierno no está dispuesto a cumplir,
podría suceder lo mismo que con la renegociación de la deuda con privados del
año pasado. La Argentina postergó los pagos de capital por tres años pero no
mucho más que eso. Sin la consolidación de un rumbo económico y en medio de la
desconfianza generalizada, el riesgo país sigue en la zona de 1.600 puntos.
Por eso resulta
difícil adelantarse o tratar de proyectar qué puede suceder con las PASO en
clave económica o financiera. Aún son demasiadas las incógnitas respecto al
resultado. Y luego tampoco es fácil entender cuál será la lógica del manejo del
poder para lo que resta del mandato. La historia de un gobierno que tiene a su
autoridad máxima y líder de vicepresidente es algo que aún se está escribiendo y
no resulta fácil predecir cómo terminará.
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