Por Pablo Wende - El Tesoro consiguió una buena colocación de títulos en la jornada de ayer y
va despejando a duras penas el horizonte de vencimientos. Pero lo hace a
un fuerte costo. Más de la mitad de lo que logró colocar fue a un plazo de
70 días, a través de letras a tasa fija del 38 por ciento. La señal del mercado
no deja mayor margen para las dudas: para invertir en pesos a tasas negativas
(por debajo de la inflación) se tiene que tratar de deuda que venza antes de
las elecciones legislativas.
Ya en las últimas
licitaciones el Gobierno había tenido algunos problemas para conseguir la
refinanciación de sus vencimientos, especialmente en la primera licitación de
principios de agosto. Para la operación de ayer había dos alternativas: una
suba de tasas para seducir a los inversores o un acortamiento de los plazos. Y
sucedió esto último, todo con el objetivo de evitar mostrar una suba de rendimientos
cuando faltan pocas semanas para las PASO.
Sobre un total de
$94.700 millones colocados por el Tesoro, los inversores compraron $49.300
millones en letras con vencimiento a octubre, es decir un 52% del total. El
resultado muestra la extrema cautela de quienes participan en estas
colocaciones primarias que realiza el Gobierno, básicamente bancos e inversores
institucionales como compañías de seguros, además de algunas empresas.
Gabriel Caamaño, director
de la consultora Ledesma, explicó que “esta colocación es pan para hoy y hambre
mañana porque se irá acumulando mucha deuda que vence justo antes de las
legislativas. La gran pregunta es cómo hará el Gobierno para refinanciar o si
esos inversores van a querer llevarse los pesos y buscar alguna alternativa
para dolarizarse”.
Según el último REM
que divulgó el Banco Central proyecta un dólar oficial de $155 para fines del
año que viene (EFE/ Fabián Mattiazzi/Archivo)
Además, la
licitación contó con la “ayuda” del desarme de encajes de los bancos por
$20.000 millones. Se trata del desarme de Leliq que fue a comprar títulos del
Tesoro, lo que al mismo tiempo es expansivo desde el punto de vista monetario.
Así se agrega todavía más presión sobre la cantidad de dinero, la inflación y
eventualmente el tipo de cambio.
La inquietud de los
inversores sobre lo que podría ocurrir luego de las elecciones es justificada.
El temor es que el Gobierno decida salir del actual ritmo de devaluación en
dosis homeopáticas, que hace que el dólar oficial suba el 1% mensual, contra
una inflación de 3 por ciento. La consecuencia es que la brecha cambiaria se
agrandó a más del 80% y alienta expectativas de devaluación del tipo de cambio
oficial luego de los comicios.
Desde el ministerio
de Economía que comanda Martín Guzmán aseguran que no avalarán un
salto abrupto del tipo de cambio. Pero en la práctica son pocos los que dudan
que el Gobierno acelerará notablemente el ritmo de aumento del dólar oficial
luego de las elecciones. Según el último Relevamiento de Expectativas de
Mercado (REM) que divulgó el Banco Central, se proyecta un dólar oficial de
$155 para fines del año que viene, lo que representaría un salto de 40% en
2022. Y muchos piensan que ese cálculo se quedó corto.
En un escenario de
suba más rápida de tipo de cambio oficial, resulta peligroso quedarse con
títulos en pesos a mediano plazo y tasa fija. Por eso, la otra pregunta es
cuánto conseguirá refinanciar el Gobierno a medida que se acerque fin de año y
si podrá mantener tasas que siguen muy por debajo de la inflación anual, en un
contexto de suba del dólar.
Las últimas medidas
del Central, que puso más trabas para operar en el dólar MEP y el contado con
liquidación resultaron un golpe duro especialmente para las empresas, que están
cada vez más complicadas para dolarizar sus excedentes. De esta forma, el
Gobierno también procura que parte de esos fondos que antes iban a activos
dolarizados se queden obligatoriamente en pesos, favoreciendo las necesidades
de refinanciación del propio Tesoro.
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