Por Pablo
Wende - Las devaluaciones
en Argentina son sumamente predecibles. Y esta vez no será la excepción,
aunque el Gobierno lo niegue una y mil veces. Las nuevas medidas adoptadas por
el Banco Central, que endurecen al extremo el cepo cambiario, no hacen más que
revelar las grandes dificultades para mantener la estabilidad cambiaria en este
período preelectoral.
Las sorpresivas
trabas impuestas complicarán mucho más aún la operatoria de “dólar MEP” y
“contado con liquidación”, que son los vehículos que utilizan los inversores
(tanto empresas como individuos) para dolarizarse a través de la compra venta
de bonos y acciones. Recién el martes las autoridades bursátiles aclararán cómo
deberá ser la operatoria de ahora en más, ante las distintas restricciones
anunciadas por el Central.
El objetivo es
reducir todo lo posible el volumen operado en estos segmentos, que venían
obligando al BCRA a llevar adelante una intervención permanente para impedir la
suba del dólar financiero, que a duras penas se venía manteniendo en la zona de
los $ 170. Sin embargo, el promedio de U$S 25 millones diarios de venta en
este segmento era insuficiente para sostener la estabilidad hasta las PASO y mucho
menos hasta las elecciones. El Gobierno se enfrentó así a una encrucijada:
aumentar la intervención diaria, que impacta directamente en las reservas, o
bien restringir aún más la operatoria y restarle liquidez al mercado. Eligió la
segunda opción.
Esto significa que
existen en realidad dos cepos, uno arriba del otro. El primero es para mantener
estable el dólar oficial. Pero para eso es necesario que sólo tengan acceso a
él los importadores, algunas empresas que a cuentagotas pagan deudas en moneda
extranjera y un selecto porcentaje de la población autorizado a comprar dólar
“solidario”. Las otras restricciones cambiarias actúan sobre el mercado
bursátil, lo que obligará a los inversores a operar en mercados cada vez más
informales. Claro que no todos lo pueden hacer: las grandes empresas, muchas de
ellas multinacionales, no pueden “sacar los pies del plato”, es decir retirar
pesos y comprar dólares en una “cueva”.
Menos trabajo para el Central
Con menos volumen
en el “contado con liquidación”, el Central tendrá menos trabajo para mantener
la cotización a raya, claro que a fuerza de más controles. Esto significa
que tendrá que vender bastante menos de los U$S 25 millones diarios que venía
aplicando para estabilizar el mercado cambiario. Claro que las operaciones que
no puedan cerrarse en ese mercado derivarán al informal. Por eso habrá más
presión en el dólar libre, que el viernes subió un escalón hasta los $ 182.
El precio récord de
la soja y la buena cosecha le permitieron al Central comprar más de USD 6.000
millones en el primer semestre, aunque las reservas líquidas subieron bastante
menos, alrededor de U$S 3.500 millones. Una buena porción de estas divisas
terminaría siendo utilizada para intervenir en el mercado cambiario en este
segundo semestre. Lo peor es que difícilmente se repita un escenario tan
favorable para la Argentina desde el punto de vista climático y de precios como
sucedió en este 2021.
Achicar pérdidas
El objetivo
primordial en esta instancia es, por lo tanto, minimizar la pérdida de reservas
o directamente anularla en medio de la presión dolarizadora, como sucede en
cada elección. Pero el otro desafío complicado que enfrenta el BCRA es la
evolución del dólar oficial. La suba a un ritmo del 1% mensual se vuelve
insostenible en una economía que no baja del 3% de inflación mensual y que
además agrega cada vez más desequilibrios.
Si en algo están de
acuerdo los economistas es que luego de las elecciones se viene la
devaluación. No tiene que ser un salto brusco del tipo de cambio (que
aumente 20% ó 30% en un día), pero sí un proceso de aceleración notoria. Según
el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que hace el BCRA, la
estimación es que en 2022 el dólar oficial aumentará 40% hasta ubicarse en $
155. De esa forma, se aspira a que la brecha cambiaria se achique en
relación a los valores actuales, cercanos al 75%.
Pero algunas
consultoras piensan que el salto será incluso mucho
mayor. Econviews, por caso, piensa que el año que viene el dólar
oficial subirá cerca del 60%. De esta forma no le perdería pisada a la
inflación del 2022 y además recuperaría parte del terreno perdido este año.
Incluso considera que parte de este ajuste cambiario sucederá antes del acuerdo
con el FMI.
Por supuesto nada
de esto ocurrirá hasta las elecciones legislativas. El “mini plan”
económico ya está desplegado y su objetivo primordial es evitar un salto fuerte
del dólar, tanto en el oficial como en el libre en medio del proceso. Al
mismo tiempo, una serie de medidas buscan aumentar el consumo interno para que el
Gobierno llegue mejor parado a las elecciones, desde las 30 cuotas hasta el
crédito a tasa cero para monotributistas, pasando por el bono a jubilados y
beneficiarios de la AUH.
“Solidarios” otra vez
La fiesta del gasto
ya está generando fuerte presión sobre el Central, que en lo que va de agosto
ya transfirió $ 160.000 millones vía emisión monetaria pura. Y queda mucho más
por emitir en los próximos meses. Esos pesos que se vuelcan a la calle
procuran aumentar el consumo y posiblemente lo logren, al menos marginalmente.
Pero el costo podría ser muy alto, porque se trata de dinero que nadie demanda
y por lo tanto presionará sobre el tipo de cambio y la inflación a fin de año.
En el medio siguen
apareciendo temas que meten ruido electoral. El episodio de la foto en la
Quinta de Olivos impacta en la política pero también en la evolución de la
economía, si es que tiene algún impacto en el resultado de las elecciones.
Esta semana
resurgió otro debate que no puede sorprender a nadie: la posibilidad de volver
a cobrar el aporte solidario, más conocido como “impuesto a la
riqueza”. Distintas manifestaciones del oficialismo dejan en claro que
existe una posibilidad cierta de abrir la discusión, aunque el proyecto
establecía que sería por única vez. Otra posibilidad es fijar algún tipo de
sobre-alícuota en Bienes Personales. En un caso o el otro es lo mismo: se sigue
atacando el patrimonio familiar.
Sólo que se
mencione esta posibilidad muestra que es imposible tener un esquema tributario
creíble y estable. Además, aquella ley generó una fuerte salida de
empresarios que se fueron a vivir a Uruguay para no quedar sujetos al
millonario impuesto. Este éxodo se acentuaría si insisten con la idea de volver
a cobrar el discutido tributo.
Desconcesión
Quitarle la
concesión de las autopistas del Sol y del Oeste al grupo español Abertis hará
casi imposible evitar otro millonario juicio contra la Argentina, como ocurrió
con la reestatización de YPF
Al mismo tiempo, el
Gobierno avanza con los pasos administrativos para sacarle la concesión de las
autopistas del Sol y del Oeste al grupo español Abertis. Según sostienen en el
ministerio de Obras Públicas, ya estaría probado administrativamente que el
gobierno de Mauricio Macri extendió injustificadamente la concesión
por 10 años y avanzará una presentación judicial al respecto, que a su vez
facilitaría el cese de la concesión. Será casi imposible evitar otro millonario
juicio de parte de la empresa contra la Argentina si avanza esta ofensiva, tal
como en su momento ocurrió con YPF.
En definitiva,
empezó una carrera contra el tiempo: el Gobierno precisa imperiosamente que la
economía levante y tiene tres meses para lograrlo. Marginalmente conseguirá
resultados, que difícilmente sean leídos como una consolidación de la
recuperación, sino más bien como un rebote de corto plazo sostenido en bases
muy débiles.
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