Por Carlos
Burgueño - Para el Gobierno, la evolución de los dólares financieros
es un problema. Pero no de fondo. Lo importante, a los
ojos del oficialismo en materia económica, es que las reservas del Banco
Central no muestren debilidad; y que, en consecuencia, no haya atisbos de
embestidas del mercado contra la política cambiaria que se fijó (y acordó toda
la coalición gobernante) y que deberá mantenerse.
No sólo para las
elecciones legislativas de noviembre, sino hasta más allá de comienzos del
2022, cuando el Presupuesto para el próximo ejercicio esté en ejecución, el
eventual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) esté aplicándose y
el crecimiento de la economía real sea más que un promesa, incluyendo los datos
de este año (que deberían dar más que 6%) y las primeras proyecciones para el
que viene.
Para el primer
trimestre del año próximo, además, ya deberían comenzar a ingresar las
liquidaciones sojeras del ejercicio 2022; y, entonces, la entidad que maneja
Miguel Pesce podría mostrar dos años consecutivos en azul. Y con más fortaleza.
Sería ese el momento de rediscutir la política cambiaria. Hasta entonces, y
mientras tanto, la doctrina será bilardista y definida como aguantar.
¿De qué manera? Lo
que no puede mostrar debilidad es la posición del BCRA ante
la defensa de la política cambiaria oficial, y que sea el Gobierno a través de
la entidad coordinando con el gabinete económico el que defina el precio del
dólar que le conviene a la economía argentina. Si esto implica una brecha
importante de más del 80% en el tiempo, será el precio que habrá que pagar.
Afirman, que, de otra manera, sería el mercado el que presionaría; y manejar
una política económica integral pensando en las embestidas contra el oficial,
sería un escenario peor que el actual. Hasta que se pueda mostrar fortaleza
ante los mercados, los cepos crecientes seguirán vigentes. Y constantes. Esto
es, podría haber más restricciones. No menos.
El BCRA muestra un comienzo de agosto positivo, con
compras de dólares por encima de los u$s150 millones; y se
proyecta para el mes un número algo inferior a los u$s1.000 millones. Afirman
en el Central que se trata de un numero nada despreciable e inesperado, ya que
para esta altura del 2021 lo que se proyectaba era la culminación de las
liquidaciones de divisas por parte de los exportadores. Y un segundo semestre
de expectativa de empate, más que triunfos austeros. Aseguran en la entidad que
estos datos son lo suficientemente sólidos como para aventar corridas en
tiempos políticos duros, donde las malas noticias para los candidatos del
oficialismo pasan por la política más que en la economía. Salvo la inflación.
El Gobierno espera
también, tal como adelantó este diario, un buen clima en cuanto a la evolución
de los títulos públicos; ante
lo que se percibe es una mejora en la demanda de parte de los fondos de
inversión. Al menos los locales. Como se explicó, el oficialismo económico
habla de una posible “revancha” para los bonos locales en moneda extranjera,
percepción que se cree también comparte al menos una parte del mercado
financiero.
Se cree que motivos
locales y extranjeros podrían motivar el interés. Por un lado, la mejora en la
economía real y un muy posible acuerdo con el FMI luego de las
elecciones de noviembre, se cree que cambiarían el panorama local. Desde el
exterior, un efecto financiero provocado por
las autoridades monetarias de los Estados Unidos podría potenciar el interés en
títulos locales; a partir de una posible mejora en las condiciones económicas
mundiales. Más allá de las tormentas electorales, se percibe entre los
operadores que la recuperación de la economía para este 2021 será un factor
real. Y que incluso las previsiones primarias de un 6% de incremento del PBI
podrían quedarse cortas; y que la especulación de un potencial 8% final no son
descabelladas. Sería un porcentaje mayor aún al de la región, esperable por el
nivel de retraso y caída con que quedó la economía argentina luego de la baja
de 10% del año pasado.
En cuanto al
acuerdo con el organismo que conduce Kristalina Georgieva, lo
que el mercado espera es que el Gobierno tome internamente conciencia del
problema y que luego de las turbulencias políticas del fin de semana, no haya
margen para especular con un milagro en las negociaciones con el FMI. Esto se traduce en el reclamo para que luego de
las elecciones, todo el Gobierno se encolumne para que haya acuerdo con el FMI.
Y en los términos que dicte el organismo financiero.
|