Domingo 15 - Por Martín Kanenguiser - Una mayor demanda de dólares, más cepo y una inflación agazapada,
lista para saltar después de las elecciones legislativas, es el complejo
panorama que le espera a la economía argentina en los próximos meses.
Como producto de un
programa económico que, una vez más, se caracteriza por llenar el cuadro de
situación de laberintos cambiarios, las empresas intentan eludir las
contradictorias decisiones oficiales con un comportamiento defensivo.
La trampa de estos
encierros es que, cuando se abre la puerta, suele haber un efecto
manada que termina complicando tanto al sector privado como al propio
Gobierno en términos de recaudación, generación de empleo y crecimiento
económico.
Así lo indica un
informe de la consultora Analytica, que destacó que “la Argentina comienza a
transitar un período de menor incertidumbre sanitaria, incluso con la variante
delta en el horizonte”. De la mano de una mayor -aunque lenta-
vacunación, “para la economía, este relativo regreso a la normalidad trae
una certeza: la demanda de dólares sólo puede aumentar en los próximos meses”.
En este sentido, la
consultora que dirige Ricardo Delgado afirmó que desde diciembre
próximo el turismo al exterior dará un salto discreto; para tomar
dimensión, en 2019 el déficit generado por la cuenta turística fue de USD 5.700
millones, nada menos que el equivalente al doble del incremento de las reservas
internacionales del Banco Central hasta julio”.
En paralelo, se
indicó, “junto con un nuevo acuerdo con el FMI, además, seguramente habrá una
flexibilización para que las empresas extranjeras puedan remitir utilidades,
alternativa vedada hasta ahora”. Al respecto, Analytica destacó que “la
industria, que acumula un crecimiento de 1,5% en el año, requiere de un flujo
de importaciones de no menos de USD 40.000 millones anuales para operar en
condiciones normales”.
“Sin cambios de
fondo en la política económica, esta flexibilización de los dólares escasos
para algunos usos se tendrá que compensar con mayores restricciones para otros”,
advirtió Analytica.
Por esta
razón, “el salto importador que se da desde setiembre de 2020 parece tener
los días contados. Desde entonces, las importaciones rondan un promedio
mensual de USD 4.300 millones, una dinámica que no condice con la modesta recuperación
de la actividad económica”.
“Entre setiembre y
mayo, las importaciones crecieron tres veces por encima del aumento del
PBI. La respuesta a esta especie de anomalía la tiene la brecha cambiaria,
que promedió 80% en el período”.
“Adelantar importaciones
es una reacción clásica cuando la expectativa de devaluación está instalada en
el sector privado. En tiempos del cepo de Kicillof ocurrió el mismo
fenómeno; las importaciones se movieron 50% por encima del crecimiento de la
actividad entre enero de 2013 y febrero de 2014, descontando la devaluación del
24% de comienzos de ese último año”.
También “el retraso
cambiario de 2017, sin cepo, provocó un fenómeno similar; entre abril de
2017 y agosto de 2018, previo a la devaluación de 28% de setiembre, las importaciones
más que duplicaban el ritmo de la actividad económica ( 122%)”
Analytica advirtió
que “esta mayor demanda de importaciones no se genera por un cambio en la
estructura productiva sino por meros incentivos financieros”.
“Ante la crisis
externa que atraviesa la Argentina desde 2019, las empresas descuentan una
corrección cambiaria de un orden de magnitud incierto. En consecuencia,
asumen que hacerse de dólares hoy es más barato que hacerlo en el futuro, y en
un contexto de cepo cambiario, importar es la vía más sencilla para
dolarizarse”.
En base a las
importaciones de los distintos sectores según su nivel de producción en el
pasado, y ajustadas por el tipo de cambio real, Analytica calculó “cuánto más
importa cada sector por sobre lo requerido en términos teóricos para producir”.
Así, se puede
observar que “desde el inicio de la recuperación de la actividad de fines del
año pasado, el exceso de importaciones implicó una demanda extra de USD
10.900 millones entre setiembre y mayo, un promedio mensual de USD 1.200
millones”.
En términos
sectoriales, “la industria automotriz es el sector que muestra un mayor
exceso de importaciones por encima de su nivel teórico de producción (USD 3.000
millones)”. En parte, “este comportamiento se explica por la recomposición de
inventarios, ya que en el primer semestre de 2020 fue una de las cadenas
productivas más golpeadas y tuvo el comportamiento inverso, importando USD 170
millones de dólares menos en relación con sus niveles teóricos”.
Dado que el 64% de
las importaciones automotrices están dentro del régimen de licencias no
automáticas, “es esperable que sea uno de los más perjudicados si se
incrementan las restricciones a las compras”.
“Esta tendencia
sectorial a las ‘importaciones excedentarias’ probablemente se profundice en
los próximos meses en tanto la estrategia electoral de la política económica
seguirá basándose en contener precios, entre ellos el tipo de cambio”, indicó
Analytica a sus clientes.
“Aunque la medida
de competitividad más amplia, el tipo de cambio real multilateral muestra
apenas una apreciación de 5% anual, la velocidad de la devaluación oficial
sigue bien por debajo de la inflación (16% versus 47%)”.
Por otro lado, “las
industrias del químico, del petróleo y de cereales y oleaginosos mostraron un
excedente importador promedio de USD 1.700 millones cada una entre setiembre y
mayo”.
“Este salto
importador, más allá de los incentivos provocados por la brecha, está
influenciado por el aumento de los precios internacionales de las materias
primas que impactó en forma directa en el costo de las importaciones”.
En particular, “en
el agro aumentaron los precios de insumos clave como el fosfato diamónico y la
urea, aunque también contribuyó el abaratamiento relativo de otros insumos de
fácil acopio como las semillas, los herbicidas y el gasoil, cuyos precios
evolucionaron por debajo del precio de los granos”.
“Un eventual
endurecimiento en las autorizaciones de licencias no automáticas es un
instrumento posible en este contexto para contener la mayor demanda de
importaciones. En principio, una medida que no tendría mayor efecto sobre el
dólar financiero (contado con liquidación), ya que por norma del BCRA las
empresas que compran insumos en el exterior están restringidas para demandar
dólares bursátiles en los 90 días previos y posteriores”.
Además, “dado que
la tasa de interés actual está bastante en línea con la evolución del mercado
de futuros, no resulta rentable adelantar el pago de importaciones futuras”.
“Ambos elementos le
permiten al gobierno administrar la demanda de dólares y evitar un salto
devaluatorio. Sin embargo, profundizar el retraso cambiario genera el
riesgo de un nuevo salto en la brecha, llevando a que las empresas pierdan
incentivos a ‘portarse bien’ y corran hacia el dólar bursátil”
“Bajo un escenario
de este tipo, la tibia recuperación de la actividad se frenará y es de esperar
una nueva aceleración en la tasa de inflación”, concluyó el informe, no sin un
tono de lamento.
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