Por Jorge Herrera
- La madre de todas las batallas no es la Provincia de Buenos Aires, son las reservas del
BCRA. Y no hay caso, si el mercado va en contra, procurando un alto
nivel de dolarización de sus posiciones, no hay poder de fuego que alcance,
sino basta con ver los innumerables ejemplos de la historia reciente. Podría
decirse entonces que el cliché electoral bonaerense pasa a para la brecha
cambiaria, esa es la “madre de todas las batallas”, por lo menos, hasta las
elecciones y hasta cerrar el año. De ahí que no solo es clave conocer con que
munición cuenta el BCRA sino
cuáles son las probables fugas o goteras de las reservas.
Con generosidad,
digamos que el BCRA afrontará lo que viene por delante con un stock de reservas
netas en torno a los u$s8.000 millones, de las cuales unos u$s3.600 millones
son disponibles (hoy quedan menos tras el pago de u$s349 millones al Fondo el
jueves pasado).
Vale recordar que
en los primeros 7 meses del año el BCRA compró casi u$s7.200 millones pero en
las reservas apenas quedaron menos de u$s3.200 millones. Porque se fueron más
de u$s2.600 millones en pagos a organismos internacionales y otras deudas del
sector público y otros más de u$s1.600 millones por intervenciones del BCRA y
operaciones de swap. Todo compensado con un leve aumento de los encajes
bancarios de casi u$s300 millones.
Entonces, con este
stock de reservas netas, el BCRA tendrá que ingeniárselas para
vender lo menos posible en el mercado cambiario oficial manteniendo la política
cambiaria actual (de devaluar a razón de 1% mensual), vender dólares en el
mercado de dólares alternativos (CCL/MEP) para que las brechas no escalen
excesivamente y pagar los vencimientos de la deuda externa.
Cabe destacar que
hoy en día, el consenso del mercado es que el Gobierno llegará a las elecciones
sorteando una crisis o estallido cambiario, lo cual no implica que puedan
sobrevenir álgidas jornadas hasta noviembre. Incluso, se opina favorablemente
que, en el caso de que el Gobierno decida un ajuste el tipo de cambio oficial
tras las elecciones, la devaluación requerida para recuperar el atraso de estos
meses no sería importante, por eso, todos miran lo acontecido en 2013/14 cuando
Kicillof- Fábrega devaluaron más de 20%.
Por ende, cómo se
comporte el mercado cambiario oficial es clave en este año electoral siendo la
variable excluyente que el BCRA no tenga que vender muchos dólares en ese
segmento.
Por un lado tenemos
que, como suelen señalar en el mercado, a mediados de agosto ya no le quedan a
los chacareros cheques por pagar, por lo que baja significativamente la
liquidación de granos y por ende la de divisas de la exportación. De modo que
al flujo de divisas hacia el BCRA se reduce sustancialmente. Mientras que por
otro lado, en la medida que la brecha se amplíe, se apurarán importaciones, y
se atrasarán más aún las exportaciones. Por lo tanto la ventana del superávit
cambiario no colaborará tanto como en el primer semestre del año.
Dicho esto ¿por
dónde se pueden escurrir las reservas del BCRA? Antes, vale señalar que las
reservas que quedaron en manos del BCRA tras las fuertes compras,
principalmente del trimestre marzo-mayo, fueron gracias a que impera el súper
cepo para atesorar, el reperfilamiento, a la Lacunza, obligatorio de las deudas
privadas (hoy solo hay dólares oficiales para que se paga el 40% de los
vencimientos) y la política de administración de las importaciones. De no haber
sido así el panorama actual sería más intenso todavía.
Por lo tanto, aún
hay básicamente, tres canillas abiertas por dónde escurren las reservas: las
ventas de divisas en el CCL/MEP, los pagos de deuda externa a organismos
internacionales y además las ventas en el oficial.
Porque el atesoramiento más los gastos en turismo, si nada
cambia normativamente, seguirán drenando aproximadamente entre u$s1.000
millones y u$s1.200 millones. Luego empresas y provincias se llevarían no menos
de u$s3.000 millones, como en el primer semestre. Y a pesar de los nuevos DEG
del FMI, todavía hay vencimientos por u$s1.000 millones a organismos, deuda
externa y otros compromisos. Con todo esto, se estima que el BCRA quedaría, en
el mejor de los escenarios, con un balance neutro. O sea, vender casi todo lo
que compró.
Es importante, no
solo tener divisas disponibles, capacidad plena para intervenir en el mercado
de futuros, y una posición en bonos en dólares para intervenir en el CCL. Pero
así y todo, en el caso que la situación se complique, en el mercado no
descartan que el BCRA refuerce el súper-cepo del mercado oficial,
principalmente para restringir las importaciones, aunque no puede descartarse
otro endurecimiento (transitorio) de los pagos de la deuda externa para
empresas privadas. A la vez que aumente las limitaciones para operar en el
creciente número de mercados cambiarios alternativos que se vayan (auto) generando.
E intensificando la intervención del BCRA en el CCL/MEP (vía venta y recompra
de bonos) para evitar que se escapen por demás las brechas. La pulseada ya
comenzó.
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