Domingo 23 - Por Maia Jastreblansky - El ministro de Economía, Martín Guzmán, no tuvo un regreso plácido de su viaje a Europa con el presidente Alberto Fernández. Las dificultades del Gobierno para frenar la suba de la inflación se transformaron en el nuevo objetivo de los cuestionamientos internos, que le critican su distancia con el tema y la falta de resultados.
Esta discusión aporta al desgaste que arrastra el funcionario por el tema tarifas. Ayer, Fernández dio por “cerrado por ahora” el tema con el aumento del 9% ya anunciado. Tras la nutrida agenda que lo oxigenó en Europa, Martín Guzmán volvió a sumergirse en las preocupaciones domésticas y se chocó de frente con la inflación como la madre de todos los problemas. El incontrolable aumento de precios inquieta no solo al Ministro de Economía, que mira el tablero grande de la macroeconomía, sino también a los socios del Frente de Todos, que exigen prontos resultados. Ni en la Casa Rosada ni en el Palacio de Hacienda se sigue hablando de la meta de inflación del 29% que Guzmán puso por escrito en el presupuesto. La inflación del 4,1% en abril que consolidó un aumento de 17,6% en el primer cuatrimestre ya desdibujó el objetivo. La expectativa que ahora albergan en los corrillos oficiales es que a partir de mayo se inicie una desaceleración. “Va a bajar. La inflación internacional nos empujó para arriba a principios de año, pero ahora va a ceder”, se ilusionó un importante portavoz de la Casa Rosada. Los desencuentros al interior de la coalición de gobierno tampoco permiten trazar un rumbo nítido. El manotazo que pegó esta semana Alberto Fernández cuando decidió cerrar la exportación de carne vacuna por 30 días no encontró grandes defensores en el gabinete. La medida fue un golpe en la mesa de autoría presidencial. Guzmán es quien suele repetir en todas sus charlas que, para evitar la restricción de dólares que enfrenta la Argentina cuando comienza a crecer, el país necesita exportar. Tampoco se lo vio embanderado al ministro de Agricultura, Luis Basterra, que publicó la resolución oficial con bajísimo perfil. Y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas se puso a trabajar para levantar el cepo lo antes posible. La política Después del escándalo por el despido frustrado del subsecretario de Energía, Federico Basualdo, Guzmán no retomó el relacionamiento cara a cara que había forjado con Máximo Kirchner, Sergio Massa y Cristina. Solo hubo un alto al fuego para encapsular el conflicto. En el campamento kirchnerista exigen prontos resultados que alivien los bolsillos de sus votantes. Y Massa -que últimamente exhibe muy buen feeling con La Cámpora advierte que falta calibrar mejor el gasto público, para compensar la caída de la demanda y el aumento de costos fijos. Un “combo peligroso”, dice, que impacta en la inflación. Frente a esa presión interna, esta semana el Palacio de Hacienda informó la caída del déficit fiscal con un subtexto para desmitificar un ajuste. “El déficit primario bajó en abril impulsado por el crecimiento de los ingresos” señaló el comunicado del Ministerio de Economía. Y agregó: “Se espera una mayor aceleración del gasto en el resto del período presupuestario”. Guzmán, que siempre dijo que su plan económico era el presupuesto, ya asumió que las nuevas circunstancias-una persistente pandemia, un aumento del precio de los commodities y una fuerte demanda política, lo llevarán a una mayor flexibilidad. “Los presupuestos se adecuan”, es el nuevo mantra oficial. La crisis interna que desató el affaire Basualdo fue tan profunda, que la Casa Rosada dejó en stand-by la actualización de tarifas. “Nosotros hemos fijado un aumento del 9% para las tarifas y punto. Por ahora no vamos a discutir más ese tema”, clausuró la discusión Fernández en una entrevista con CNN. Guzmán aún teme que los subsidios generen una espiral inflacionaria difícil de corregir. Pero está encorsetado por la política. Igual puso en marcha el trabajo técnico de segmentación de los usuarios. Se avanza con la convicción de que Cristina no puede disentir con la idea de terminar con un sistema de subsidios “pro-ricos”. “Para el kirchnerismo, Martín es el enemigo interno que habla y piensa como ellos”, analizó un colaborador oficial. Con la deuda, en cambio, Guzmán se mueve con la cinta de capitán. Aunque el kirchnerismo intenta condicionar los acuerdos, altas fuentes del Gobierno confían en llegar a un acuerdo que le permita evitar un default con el Club de París. Para eso, el Gobierno busca un gesto de buena fe del FMI, que le permita tener el favor de los países acreedores del club europeo. Aunque la negociación con el Fondo está lejos de una resolución, la metáfora que usan en los corrillos oficiales es la de alcanzar “el formulario 08” como una señal a futuro. En el Palacio de Hacienda resaltan: “Para no pagar ahora hace falta acordar”. Fernández ratificó anoche que no quiere un default. |