Por Jorge Herrera - Se cumplió el primer aniversario de la pandemia y el mundo, aún con vacunas, se prepara para el segundo tiempo. En este ínterin, el BCRA, haciendo malabares monetarios y cambiarios logró contener gran parte de la expansión monetaria vinculada a la fenomenal asistencia financiera al Tesoro. Así la base monetaria mostró al cabo del primer año del coronavirus un aumento cercano a los $535.000 millones (a $2,455 billones) lo que representa un crecimiento interanual de solo un 21%. Un guarismo bien alejado de las expectativas inflacionarias del sector privado que rondan entre 40 y 50% para este año. Pero claro la fuerte emisión, para el Tesoro, se fue escurriendo por todos los rincones dando lugar a un salto de las cotizaciones de los “dólares” informales y a una aceleración inflacionaria. A lo largo del primer año de la “pandemia & cuarentena” la expansión monetaria se explica por dos factores: la asistencia al Tesoro y el pago de intereses. Por el primer canal se emitieron $1,903 billones ($0,296 billones en Adelantos Transitorios y $1,607 billones de Utilidades transferidas). Mientras que por el segundo factor, el pago de intereses de la deuda remunerada del BCRA, la expansión superó los $815.000 millones. De modo que entre los tres mosqueteros expansivos, la emisión de base sumó $2,718 billones. Es decir, que en el primer año del covid-19 estos tres factores explican una emisión equivalente a más de una base monetaria (un 111% de la actual y 134% de la de un año atrás). ¿Cómo contrarrestó esta descomunal expansión el BCRA? Lo hizo básicamente esterilizando vía la colocación de Letras de Liquidez (Leliq) a los bancos y a través de Pases Pasivos (colocaciones de los bancos en el BCRA a 1 y a 7 días de plazo). Por medio de las Leliq absorbió casi $372.000 millones mientras que vía Pases fueron más de $1,216 billones. O sea, en total, por Leliq y Pases aspiró $1,588 billones. El otro canal que usó el BCRA para contraer la expansión de la base fueron las ventas netas de reservas al sector privado y al Tesoro que significaron una contracción de más de $374.000 millones (casi $156.000 millones con privados y más de $218.000 millones con el Tesoro). En este período, el Tesoro colaboró con una contracción de la base de casi $78.000 millones mientras que por Otras operaciones del BCRA (intervenciones en mercado de bonos y de divisas) se aspiraron otros $143.000 millones. De esta manera, el BCRA logró recoger la mayor parte de la expansión monetaria el período. Claro que, como algunos sospecharán a esta altura, esta estrategia tiene sus claroscuros. El más llamativo es el impacto, de todo lo ocurrido, sobre la deuda remunerada del BCRA. Cuando se lanzó la cuarentena y comenzaba oficialmente la crisis sanitaria el stock de deuda remunerada era inferior a los $1,453 billones (el 99% eran Leliq). Un año después, el stock trepó a más de $3,130 billones, o sea, un 115% de incremento. Pero ahora las Leliq son el 61% del total porque lo que más creció fueron los Pases, que hoy suman $1,218 billones, mientras que las Leliq son $1,913 billones. De modo que entre ambos instrumentos la deuda aumentó en $1,678 billones. Vale señalar que las Leliq rinden una tasa del 38% anual mientras que los Pases a un día un 32% y a 7 días un 36,5%. Es decir, que la deuda ahora es más volátil al estar casi mitad y mitad entre Pases y Leliq. Con relación a las reservas brutas del BCRA, en este primer año hubo una pérdida de u$s4.312 millones (a u$S39.728 millones). Esto se explica por la venta neta de u$s2.575 millones, el pago a Organismo Internacionales por u$s2.382 millones y otros pagos del Sector público por u$s369 millones. Esto fue compensado por el incremento vía encajes de los argendólares por u$s867 millones más otros u$s147 millones de otras operaciones del BCRA.
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