Por Javier Blanco -
El Banco Central (BCRA) decidió ayer mantener sin cambios la tasa de política
monetaria en 118% (209% en términos efectivos anuales) como podía preverse
luego de no mostrar anteayer una reacción ante la duplicación que prácticamente
reflejó el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Ese indicador saltó del 6,3%
de julio al 12,4% en agosto, lo que lo llevó a marcar su mayor nivel en más de
32 años.
El directorio de la
entidad, que a lo largo de la gestión Fernández no mostró mayor preocupación
por la aceleración inflacionaria, dijo que en su resolución tomó en cuenta que
los “indicadores de alta frecuencia” a los que tiene acceso “reflejan una desaceleración
del ritmo de incremento del nivel general de precios desde el pico de la
tercera semana de agosto”, algo que –incluso– “se habría profundizado en lo que
va de septiembre”, según el comunicado de prensa.
Claro que el daño
que el salto inflacionario del mes pasado causó a los ahorristas comunes en
pesos (hay casi siete millones de depósitos a plazo fijo y más del 93%, por
unos $13,5 billones, está pactado a la tasa fija regulada equivalente al 9,8%
mensual) amenaza mantenerse durante el actual mes. Entre otras cosas, como dijo
el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, porque el efecto “arrastre” de
la devaluación dispuesta tras
las PASO “se
evidenciará también” en la medición de inflación de este mes. Además, el propio
relevamiento de mercado (REM) realizado por el BCRA ya mostró que se espera
otro índice del 12% para este mes.
De concretarse, un
depositante que hubiera realizado un plazo fijo tradicional por $1 millón a
cabo de estos dos meses estaría resignándose –al pactar esa colocación a tasas
que volvieron a quedar por debajo de la nominalidad de la economía– a sufrir
una pérdida de poder adquisitivo del orden de los $54.000 (superior al 5%) si
se realiza una proyección contando con que las tasas de interés referenciales
hubieran acompañado en ese tiempo el salto inflacionario o las hubiera
actualizado para evitar que el elevado riesgo de que ese daño se prolongue.
Este dato, junto a
las inyecciones de gasto (sin que estén respaldados por ingresos genuinos) que
anunció el Gobierno para tratar de mantenerse competitivo en las elecciones, es
el que hace que los analistas prevean una renovada presión sobre los tipos de
cambio alternativos en las próximas semanas.
“Los plazos fijos
sufrieron en agosto una piña histórica, en especial, los mayoristas. Con la
inflación de 12,4% mensual de agosto, la Badlar real marcó -40% (TNA). Es la
peor performance real en más de siete años”, recordó el economista Nery
Persichini, de GMA Capital.
“Habrá que
monitorear de cerca el comportamiento de los plazos fijos ante la estabilidad
de las tasas nominales decidida luego de la reunión del directorio del BCRA.
Porque con esta decisión mantuvo las tasas de interés en terreno negativo
(-1,5% TEM), lo que debilitará el atractivo de los depósitos a plazo y podría
incrementar la demanda de dólares en la previa electoral”, advirtieron al
respecto desde Delphos Investment.
“Creo que su
decisión muestra, en parte, un error de lectura de la situación. Hoy la TEM es
9,83% mientras que la inflación fue de 12,4%, por ende, si quería mantenerla
positiva tendría que haberla subido teniendo en cuenta que la tasa es una
lectura de la inflación de agosto. En ese sentido, difícilmente el IPC de
septiembre baje de dos dígitos y va a tener que accionar en vísperas de las
elecciones”, coincidió al respecto el economista Federico Glustein.
“La bola” de
Leliq
Para el economista
de Anker Latinoamérica Federico Furiase, que ya se imaginaba esta decisión, “la
suba de tasas ya no es una herramienta eficiente para frenar la carrera
nominal” de la economía y –para colmo– “engrosa la cuenta de emisión monetaria
endógena asociada al pago de los intereses de las Leliq”.
“Además, con el
desembolso del FMI ya ‘en casa’, la condición de tasa real positiva que imponía
el organismo ya no juega en un contexto donde la prioridad política es la
campaña electoral”, explicó.
Los analistas
privados entienden que la decisión oficial estaría fuertemente influida por la
necesidad de evitar un mayor deterioro patrimonial del BCRA. “Al dejar las
tasas en este nivel evita un mayor incremento del déficit cuasifical [9% del
PBI]”, escribieron en Delphos. “Sin duda, lo único positivo de no subir las
tasas es que ayuda a no agravar el déficit cuasi fiscal, aunque pueda
profundizar aún más la dolarización de carteras y aumente las brechas
cambiarias”, sostuvo Glustein.
El punto es que si
ese escenario temido se concreta, es probable que se vuelva a ver a la entidad
monetaria sacrificando buena parte de las reservas que, con sumo esfuerzo y
cada vez mayores concesiones a parte de la oferta exportadora, comenzó a
recomprar en las últimas semanas. Esto, de hecho, es lo que hizo durante agosto
pasado, lo que tampoco mejoró su situación patrimonial.
Por lo pronto, el
la entidad monetaria que dirige Miguel Pesce dijo al respecto que “continuará
monitoreando la evolución del nivel general de precios, la dinámica del mercado
de cambios y de los agregados monetarios a los efectos de calibrar su política
de tasas de interés y de gestión de la liquidez” dado que –pese a lo dispuesto–
sigue afirmando que las tasas de interés referenciales que fija buscan
“propender hacia retornos reales positivos sobre las inversiones en moneda
local, con el fin de preservar la estabilidad monetaria y cambiaria”.
Fue antes de
realizar la menor recompra de reservas desde que rige el dólar soja 4 (adquirió
ayer apenas US$9 millones) luego de volver a notarse una retracción en la
oferta del complejo sojero. ● |