Por Claudio Zlotnik - Sergio Massa cree que
después de la devaluación acordada con el Fondo Monetario y de haber
transcurrido "el peor mes (agosto) de los últimos 25 años", ahora
tiene el camino allanado hasta las
elecciones de octubre.
El "dólar soja 4" sería la clave de
la estabilidad cambiaria de las próximas semanas. El ministro está convencido de que habrá un aporte de
al menos u$s2.000 millones de los productores y las cerealeras exportadoras. Lo
mismo piensa José Martins, el titular de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
Ese flujo de
divisas sería la responsable de la estabilidad para los próximos 41 días, los
que faltan recorrer hasta el decisivo 22 de octubre.
"El dólar soja ayuda, pero significa una menor oferta
de divisas para los meses siguientes. Lo que se
consiga ahora va a faltar en octubre y noviembre", previene Pablo Goldín,
economista jefe de la consultora
MacroView.
Lo que suceda en
los próximos días será relevante para saber si el objetivo del ministro puede cumplirse: el
comportamiento de la brecha será decisivo. Si no baja, entonces la presión
sobre el mercado cambiario se va a
sostener.
Justamente, el "dólar soja 4" tiene la intención de alimentar -vía
el contado con liqui- el mercado de divisas. La incipiente reducción de las
últimas jornadas da cierto espacio para el alivio.
Sin embargo, el
desafío sigue abierto; no está dicha la última palabra. Este miércoles, cuando
se dé a conocer el índice de inflación de agosto, el directorio del Banco Central
tendrá que decidir si vuelve a elevar las tasas de interés.
Una inflación del
12% dejaría un nivel proyectado del 290% anual. Nada menos. Hoy en día, nadie
podría aventurar que la inflación será inferior a ese rango, por más que el
propio Massa ya puso en marcha una serie de congelamientos de precios regulados
para bajar la fiebre de corto plazo.
La incógnita: el dólar después del 22-O
Las consultoras que
monitorean la dinámica económica ya incluyeron en sus análisis la posibilidad que
el "soja 4" acerque los dólares necesarios para evitar otro
salto cambiario antes de las
elecciones generales.
Las tensiones en el mercado no deberían sorprender. Sucedió
en cada elección presidencial en la Argentina, donde la
dinámica dolarizadora suele recalentarse.
Los años 2011,
2013, 2015, 2017 y 2019 dan cuenta de que entre los meses de agosto y noviembre
de esos períodos preelectorales, la dolarización alcanzó un promedio de
u$s4.500 millones cada vez.
No importó si la
economía mostraba una tendencia positiva, si estaba en recesión o en medio de una
crisis cambiaria. En cada momento preelectoral, las compras de
dólares por parte de inversores particulares y de empresas se
exacerbaron. La cobertura de los ahorristas fue inevitable.
Lo dicho más
arriba: el "soja 4" puede ayudar a sobrellevar la demanda de dólares.
Pero lo que se consigue ahora seguramente faltará después. En ese sentido, el
golpe de la sequía es rotundo.
La gran duda
empieza a sonar para el post 22-O. Ya no sólo en cuanto a la oferta de divisas,
sino también respecto del escenario político ya cerca del recambio presidencial
del 10 de diciembre.
Goldín casi no lo duda: "En algún momento antes del
balotaje podríamos tener otro salto cambiario.
La realidad se impone", sentencia.
Obviamente, Massa
hará todo lo que tenga a mano para evitarlo; así como acaba de hacerlo con el
"dólar soja 4".
La economía, en fase de definición electoral
La otra cuestión
refiere a los 28 días entre las elecciones generales y el eventual balotaje.
¿Qué podría suceder en caso de que allí se encuentren en un mano a mano Milei y
Massa? Ese es el escenario que hoy en día están previendo los principales
encuestadores.
En bancos de
inversión de Wall Street monitorean la situación al detalle. Uno de los bancos
más grandes que están instalados en Nueva York llega hoy mismo a Buenos Aires
junto a un grupo de fondos de inversión internacionales.
Tienen una doble
consigna: tratar de desentrañar el fenómeno Milei y los alcances reales de sus
propuestas de campaña y, por otro lado, obtener información del equipo
económico sobre las medidas que podrían tomar en caso de que el
ministro-candidato llegue al balotaje.
En ese caso, sospechan, Massa podría poner en
marcha un "plan platita" histórico, dando de baja de manera unilateral de los últimos acuerdos firmados con el
FMI.
Lo que se preguntan
los financistas es la capacidad que tendría la economía de soportar los
desbalances. Y del impacto de un eventual agravamiento de las distorsiones.
Paradójicamente,
para ese momento restan menos de 50 días. Lo que en la Argentina actual, donde
todo es tan relativo, esas pocas semanas parecen años. |